La corriente marina de la Antártida lleva décadas acelerándose y ahora empezamos a entender por qué

La corriente marina de la Antártida lleva décadas acelerándose y ahora empezamos a entender por qué
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Siempre me ha parecido alucinante que Madrid, Nápoles y Nueva York estén, más o menos, a la misma latitud. Sobre todo, en invierno cuando (salvando eventos como 'Filomena') el frío de la ciudad del Hudson, aún moderado por el océano, contrasta salvajemente con los climas españoles o italianos. La culpa de eso, entre otras cosas, la tiene la 'Corriente del Golfo': un chorro cálido y rápido que arranca en las aguas del Golfo de México y eleva la temperatura de Europa muy por encima de lo que debería estar.

Como esa, hay más de 30 corrientes oceánicas en el planeta: son, en muchos sentidos, un enorme sistema circulatorio que depende de cosas como el movimiento de rotación terrestre, la topografía sumergida de los océanos y la temperatura del agua. Por eso, precisamente por eso, resulta curioso que cuando hablamos de temperaturas oceánicas (casi) siempre pensemos en el nivel del mar. Hay mucho más y por si se nos olvida, la Corriente Circumpolar Antártica está aquí para recordárnoslo.

Así funcionan los mares del sur

argo
Boya de la red ARGO | Isa Rosso / SOCCOM

Porque la Corriente Circumpolar Antártica lleva décadas cogiendo velocidad, acelerándose, por este aumento de las temperaturas. Al menos esa es la conclusión de un equipo de investigadores de Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California San Diego y de la Universidad de California en Riverside que han estudiado las dinámicas de la capa superficial del océano Antártico. Recién publicado en 'Nature Climate Change', el trabajo no solo confirma esto, sino que nos da una nueva perspectiva sobre cómo funciona la corriente

Y es que conjugando medidas satelitales con la extensa red de más de 4.000 boyas oceánicas (llamada 'Argo'), los oceanógrafos han descubierto que, aunque los vientos predominantes del oeste también se han ido acelerando, el efecto de estos es curioso: no afectan de manera significativa a la corriente en términos globales, pero sí provocan muchos más remolinos y otros movimientos circulares de agua.

Esto es interesante porque significa que no es el viento, como se pensaba hasta ahora, lo que está detrás de los cambios de velocidad de la Corriente Circumpolar Antártica; es la diferencia de temperatura entre los distintos mares. Y, según los investigadores, todo esto hace creer que "es probable que la velocidad de la corriente aumente aún más a medida que estas aguas continúen absorbiendo el calor del calentamiento global inducido por las actividades humanas".

Sinceramente, no está claro si a corto y medio plazo las consecuencias van a ser positivas o negativas en términos globales, no obstante el tema es delicado. Al fin y al cabo, la dinámica entre las corrientes oceánicas facilita que las distintas zonas tengan acceso a flujos continuos de calor y alimento. Si se ven afectadas, el impacto de los grandes caladeros está por evaluar. Mientras tanto, más vale estar preparados para cambios profundos en la industria pesquera.

Imagen | Torsten Dederichs

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