Una bacteria capaz de engullir células no solo es algo insólito. Es la puerta a comprender la aparición de la vida compleja

Creíamos que las bacterias no tenían la suficiente energía para llevar a cabo la endocitosis

Corte Endocitosis
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La refutabilidad es uno de los pilares de la ciencia. Si queremos afirmar algo, tiene que existir la posibilidad de que alguien demuestre si es falso. Cuando Christian Jogler y su equipo tuvieron noticia del descubrimiento de una célula procariota capaz de “engullir” a otra, no se lo terminaron de creer.

Así que trataron de refutar el descubrimiento.

Una bacteria muy anómala. Acabaron haciendo lo contrario: aportando nuevas pruebas y descubriendo eso mismo, una bacteria capaz de realizar la endocitosis con otra célula. Es decir, una bacteria capaz de “comerse” otro organismo.

Parecía imposible. Para comprender lo excepcional de este descubrimiento conviene hacer un repaso a algunos conceptos. En biología suelen distinguirse dos tipos de células: las procariotas, más simples; y las eucariotas, más complejas. Son estas últimas a partir de las cuales evolucionó la vida pluricelular: hongos, plantas y animales cuentan con este tipo de células. Las bacterias por su parte son células procariotas.

Entre los rasgos clave en esta distinción están el núcleo celular y la mitocondria. Este organelo encargado de suministrar energía a la célula. Se cree que hace 2.000 millones de años dos células procariotas una arquea de Asgard y una bacteria se fusionaron, convirtiéndose la bacteria en la mitocondria de la otra.

Se cree también que esta “adquisición” fue la que dotó a la célula resultante de la energía suficiente como para realizar el proceso de endocitosis. Es decir que, según creíamos, las bacterias, al no tener mitocondria carecían de suficiente energía para “engullir” otros organismos.

Uabimicrobium helgolandensis. El equipo responsable del nuevo análisis estudiaba el grupo de bacterias conocidas como planctomicetos. Se sabía ya que estos organismos eran particulares en si género: capaces de “andar” sobre algunas superficies o “fluir” entre otras células, explica el equipo.

Fue estudiando esta familia de bacterias que en 2019 un estudio señalaba la posibilidad de que "un proceso similar a la fagocitosis" se diera en bacterias de esta familia. Hallazgo que el equipo pretendía en un primer momento refutar.

Ocurrió lo contrario. Mientras estudiaban un grupo de planctomicetos hallados en 2014 en Heiligendamm, en el mar Báltico, el equipo se topó con este mismo comportamiento. Fue en una bacteria a la que denominaron Uabimicrobium helgolandensis.

Bacterias “de presa”. Esta es la segunda constancia que se tiene de lo que el equipo ha denominado “bacterias de presa”. El estudio más detallado de esta, que incluía la secuenciación de sus genes nos permite no solo probar la existencia de estas bacterias capaces de comer otras células, también puede ayudarnos a comprender mejor los mecanismos moleculares que les permiten hacerlo. Los detalles de este análisis fueron publicados en un artículo en la revista mBio.

Comprendiendo la eukaryogenesis. Sobre todo el estudio podría abrirnos puertas a comprender mejor los procesos que dieron como fruto la aparición de la vida compleja en nuestro planeta. Así podremos imaginar qué mecanismos moleculares permitieron la unión celular que hace miles de millones de años permitió la aparición de las eucariotas.

En Xataka | Esto es una ex-bacteria. Unos científicos acaban de descubrir cómo un alga integra a otra célula menor

Imagen | Universidad de Jena / Wurzbacher, Hammer, et al., 2024

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