El tramo final de 'El Pacificador' (calma, no vamos a destripar nada) es la confirmación definitiva de que funciona como opuesto perfecto, casi matemático, de las series que Disney factura con implacable eficiencia, pero también bajo esquemas muy rígidos y similares entre sí. Es una conclusión de revelaciones chocantes y violencia sin límite, por supuesto, pero también, sobre todo, con un par de episodios en los que se usan los códigos del cine de acción en general (las buddy movies, los thrillers de conspiraciones) y de las películas de superhéroes en particular para pervertir el género desde su misma base.
Pero no es algo que se haya revelado en el último momento: 'El Pacificador', como contamos en nuestras primeras impresiones, lleva desde el primer episodio funcionando como un martillo pilón, agrietando las bases de las ficciones superheroicas. No es nuevo, y de hecho en televisión lo hemos visto en series recientes como 'The Boys' o 'Invencible', pero aquí tenemos un elemento extra: la personalidad de James Gunn.
Gunn no solo dirigió la formidable 'El Escuadrón Suicida', que ya asienta las bases temáticas y el tono general de 'El Pacificador', sino que lleva un tiempo inyectando en el cine de superhéroes su particularísimo sentido del humor y su retorcida visión del género. Su obra da bandazos desde la crudísima desarticulación del mismo concepto de superhéroe en 'Super' a las mucho más familiares pero también muy contundentes dos entregas de 'Guardianes de la Galaxia'.
Pero quizás es 'El Pacificador' una de sus propuestas más interesantes por el vehículo en el que llega. Al fin y al cabo, hemos presenciado decenas de películas que parodian a los superhéroes desde dentro y desde fuera, algunas de éxito tan indiscutible como las 'Deadpool'. Pero las series de televisión no abundan tanto en este género: 'The Boys' e 'Invencible' son extraordinarias, pero ven el género desde fuera. Lo notable de 'El Pacificador' es que también está enamorada de las contradicciones del género superheroico.
Pacificador te guste o no
Esas contradicciones están presentes en la serie desde el mismo concepto de su héroe, una magnífica encarnación de un John Cena perfecto en su plasmación de un asno mezquino pero de buen corazón (a grandes rasgos). El Pacificador es un justiciero dispuesto a matar a quien haga falta para garantizar la paz mundial, lo que puede entenderse que es lo mismo que casi cualquier superhéroe. El Pacificador es todo el género superheroico, pero sin monsergas.
A partir de este brillante punto de partida, Gunn viste a su antihéroe con rasgos que se dan de bofetadas entre sí: un padre tras el que se oculta un supervillano racista, un hermano muerto en un accidente del que se siente responsable, una total incapacidad para encajar en ningún equipo o tener amigos por su rígido y ridículo sentido de la justicia. Un personaje lleno de contradicciones que le humanizan a la vez que propician una sátira explosiva del mundo superheroico. Todo ello, además, con una banda sonora llena de glam y hard rock, que es otra de las firmas de Gunn y que encumbraron a la citada 'Guardianes de la Galaxia'.
Independientemente de la calidad final de sus productos, más irregulares que los de Marvel, Warner no se ve sometida a una imagen, una estética, un universo con el que rendir cuentas. Eso hace que algunas de sus propuestas funcionen mejor ('Doom Patrol', 'Swamp Thing', la serie de 'Harley Quinn', 'Shazam!', 'Aquaman') y otras peor (los momentos más bajos del cine de Zack Snyder, básicamente), pero al menos no tienen esa uniformidad tan previsible del MCU, que se plasma especialmente en las series de Disney+.
La suma de todo eso está en 'El Pacificador', una serie refrescante por el descaro con el que se toma su propia propuesta. Sin miedo de pasar del drama emocional ridículamente honesto a la parodia abierta de los justicieros (el personaje de Vigilante es un hallazgo), esta serie escrita y dirigida en su integridad por Gunn demuestra que al género de los superhéroes no le pasa nada, ni le falta creatividad ni está agonizando. Todos sus problemas están en los despachos.
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