Terminator fue wearable antes que todos

Terminator fue wearable antes que todos
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Terminator y Robocop molaban pero en cualquier pelea todo el mundo sabe que Swarchenegger tiene las de ganar, aunque haya tenido que esperar dos décadas para demostrarlo. Solo Ranger Texas le hubiese podido plantar cara y haber creado su propia tendencia pero Chuck Norris no necesita gafas de realidad aumentada, él es la realidad. El casco de Robocop nos flipaba a todos pero Terminator iba a la moda con sus gafas de sol tecnológicas (eran unas gafas normales, como aclara Ariasdelhoyo en los comentarios, su ojo era el tecnológico, wearable desde dentro 100%). Claro que nadie se atrevía a decirle que eran muy wearables. La industria ha acabado por rendirse a Terminator.

El cyborg convertido en hombre

Las míticas gafas de sol de Terminator fabricadas por Gargoyles Inc. vieron la realidad aumentada antes que las de Google Glass, y sin anuncios por cookies. James Cameron nos presentaba a un tipo duro que unía a la perfección tecnología y utilidad. El robot convertido en humano. No encuentro un mejor ejemplo de cómo puede acabar la industria tecnológica con sus novedades. Vale, Terminator tenía una recortada y era un cyborg asesino, Google no.

La industria quiere revestir a sus novedades más marcianas de forma que sean accesibles al consumo diario. El casco de Robocop es muy bonito pero poco práctico para ir por la oficina saludando al jefe o tomar el cafecito. Las novedades tienen que ser vistas como algo "humano" y no como solo una extravagancia más sin utilidad. Tienen que casar con el look personal de cada uno. "La tecnología se adapta a nosotros, y no nosotros a la tecnología", en palabras de Antonio Zugaldía, cofundador de Silica Labs.

El acierto y el error de la ciencia ficción

Spock

Ahora es fácil jugar a esto sí vale, esto no pero los visionarios daban su salto sin red. Cuando Spock presumía de Tricorder en Star Trek quizá tenía en mente el MiniDisc. Ambos han quedado en la estacada de igual manera.

Men in black

El gadget para llevar tomaba mejor forma cuando lo lucían unos hombres con traje negro. A Tommy Lee Jones y a Will Smith les gustaba mucho usar su neuralyzer. Un bolígrafo digno de las mejores resacas. Aquí sí estaba la ciencia ficción más actual: un diseño moderno, fácil de llevar y que molase.

Yoda

El mítico sable láser de Star Wars es algo que casi todos alguna vez hemos querido tener. Ya sea con nuestra escoba de casa o con réplicas muy cercanas a la realidad. Un gadget poco útil para llevar pero perfecto para partir los filetes sin sudar.

Tron se acercó más a las nuevas tendencias en el diseño en 1982. Su austera visión poligonal de la informática con luces y geometría tiene su continuación en parte de los relojes inteligentes.

La sociedad tecnológica

Get Smart

La ciencia ficción ha tenido que ver mucho a la hora de configurar un estilo visual para estos "cacharros". Las novedades se nos han ido presentando de forma muy visual, con extrañas formas y colores.

Es posible que esto se haya debido a la poca familiaridad que teníamos en su momento con nuevas tecnologías que se estaban desarrollando a largo plazo o ni siquiera existían fuera de la mente de algún iluminado escritor.

Ahora la sociedad ya es tecnológica. No podríamos vivir sin ella. Cada día dependemos más de la electrónica para nuestra vida diaria y somos capaces de entender mejor las novedades sin que estas lleguen asociadas a la parte más visual.

La nueva ciencia ficción tiende a situar los avances tecnológicos cuanto más invisibles mejor, pantallas que flotan, transparentes y táctiles, novedades insertadas en nuestra cabeza que ni siquiera vemos. Los cyborgs de hojalata están en la sección de oportunidades de los grandes almacenes, llegan "los peluquines conectados".

La normalidad del día a día

Nadie quiere ser el Inspector Gadget en su día a día. Es bastante ridículo. El simple hecho de ver la evolución de los móviles (y de la tecnología en general) ya nos dice mucho de cómo plantea la industria el panorama del diseño. De lo mastodóntico de modelos revolucionarios a las curvas redondeadas o las carcasas personalizables de tantas marcas.

Cada uno tiene su normalidad, algunos hasta la hacen seguimiento y siguen creyendo ser normales, pero la siguen sin rarezas en la muñeca, solo una pulsera que hace de dedo apuntador. Una pulsera que se ha adaptado a las tendencias de la moda donde el minimalismo y el toque deportivo se reparten el éxito.

La pulsera tecnológica del pasado no casaría con la camisa del trabajo, a no ser que esta fuese como el Casio y tuviésemos un puesto en alguna agencia de publicidad moderna. Ahí la tendencia vintage tiene una excepción a tanta normalización tecnológica del diseño. Pero es lo menos, las novedades más fuertes vienen casi todas convertidas en tiernos gatitos de compañía que no necesitan domarse en vez de en máquinas infernales que generan aversión solo al mirarlas.

Scottevest

La moda ve cómo sus máximos retos están en los "tejidos tecnológicos", el 3-D. empresas como Intel buscan colaboraciones con marcas como Opening Ceremony para vender nuevos brazaletes en tiendas exclusivas como Barneys al tiempo que llegan inventos como el abrigo tecnológico Scottevest.

Si el invento se usa de forma intensa para el día a día, el fabricante abre gustosamente el grifo del beneficio. Si además el invento es atractivo para presumir de él entonces el grifo sigue y sigue.

El nicho no interesa, interesa la sociedad

Con una sociedad familiarizada con la tecnología el nicho se transforma. La utilidad de las novedades no entiende de nichos, solo de cifras. Las marcas van a por la tarta grande y no solo a por una galleta de chocolate. Como todo nuevo producto está claro que partirán desde un nicho, de un público objetivo que sirva de cebo, que lo pruebe, que cree la tendencia... que cumpla su función.

Ahora, el producto en sí no está pensado solo para que lo usen tres, su diseño es extrapolable a la sociedad desde el primer momento. Se mimetizan con el ambiente y pueden pasar desapercibidos.

Nunca se perderá la parte extravagante

Oculus Rift

En este proceso a la utilidad, a vendernos el término weaberable, la industria tiene muy claro que nunca perderá su factor de extravagancia. Es clave. Lo mismo que el jefe será muy cercano con sus trabajadores pero nunca se hará pasar por uno de ellos.

Cada producto tiene su factor particular, el que lo convierte en único y deseado. La tecnología siempre irá vinculada a cierta imagen de novedad, de modernidad y rareza. En su aspecto visual está gran parte de la sorpresa, aunque esa sorpresa busque adaptarse al contexto. Si pierde estas características se convertiría en algo inerte.

La moda da acceso a tantos campos de estilo como queramos. Hay sitio para todos. Solo hay que ver la pasión por los relojes dorados en los que Michael Kors y otras firmas han encontrado un filón, la imaginación asociada a la Alta Costura de los desfiles o los estampados arriesgados con los que algunas firmas logran diferenciarse. Esto vende pero sobre todo crea imagen de marca, algo indispensable. Cuanto más visual más efímera es la moda, desgastada en la repetición de patrones tan impactantes, característica temporal que comparte con la vida de algunos gadgets.

Pebble Steel

Los relojes inteligentes evitarán copiar al 100% la imagen de los modelos míticos, al tiempo que se apoyan en ciertas tendencias de estos, igual con las pulseras y con las nuevas gafas tecnológicas. La tecnología se adapta a la moda del momento pero nunca pierde su identidad.

Wearables, "welcome to the real world" que diría otro apasionado por las gafas como Morfeo.

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