Si quieres comprar un robot Pepper tendrás que firmar que no vas a tener sexo con él

Si quieres comprar un robot Pepper tendrás que firmar que no vas a tener sexo con él
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Pepper es uno de los robots comerciales más conocidos a día de hoy. Desarrollado en Japón, este autómata con una pantalla en el pecho es capaz de averiguar cómo nos sentimos al analizar nuestros gestos y el tono de voz. Según sus creadores, su objetivo no es servir para las tareas sino para "hacer feliz a la gente". La felicidad es un concepto muy amplio y sus creadores son un poco celosos con su criatura.

Si tienes intención de comprar un robot Pepper, en los términos de condiciones y uso tendrás que aceptar que no vas a usarle con fines sexuales ni tampoco lo involucrarás en cualquier comportamiento indecente. Softbank, sus creadores, de hecho señalan a que tomarán acciones si decidimos desobebecer este acuerdo, lo cual nos lleva a una pregunta: ¿cómo podrán detectarlo?

Pepper se empezó a comercializar en el mes de junio a un precio de unos 1.300 euros. No ha sido hasta ahora cuando se ha descubierto que en las condiciones de uso del robot está una singular cláusula donde se nos prohíbe tener relaciones sexuales con él. De hecho, Softbank asegura que las modificaciones para hacerlo más sugerente, como modificar el módulo de voz para que suene más sexy, tampoco serán bienvenidas.

Dentro de ese reglamento con el robot hay otros puntos más coherentes como por ejemplo no usar este robot para dañar a otras personas (recordemos a Asimov) u otras más curiosas como por ejemplo la prohibición de utilizar a Pepper como un método para enviar correo spam al resto del mundo.

Más allá de esta curiosa restricción, sus creadores tienen visión de futuro y parecen mirar a un futuro donde las interacciones entre robots y humanos sean más naturales y frecuentes. De hecho, ya hay algunos ejemplos recientes como una agresión a un autómata en Japón o el desgraciado final de Hitchbot, un robot con la misión de cruzar Estados Unidos en coche.

Todavía estamos lejos de los robots sexuales

No es la primera vez que hablamos de tecnología y sexo. Hace ya tiempo vimos algunos de los productos que ya se utilizaban y otros que están al llegar. Un abanico de gadgets eróticos muy diferente que nos proponía expandir los límites del placer. Si nos ceñimos a los robots, todavía es algo que está muy verde.

Si echamos un ojo a la historia hay varios intentos por hacer un robot sexual pero ninguno llegó a buen puerto. A día de hoy, lo más parecido que tenemos son muñecas sexuales más avanzadas pero andan lejos de lo que se podría considerar un robot como tal. Que acaben llegando o no, depende de muchos factores.

Por un lado tenemos el interés de la industria que de momento mueve sus fichas con mucha cautela. De hecho, como hemos visto antes, algunas incluso son muy protectoras con sus criaturas y no quieren que las usemos para algo que no estaba pensado en principio.

Por otro lado tenemos la dimensión ética del asunto. Hay quienes abogan por construir una serie de consensos sociales para regular la práctica de sexo con robots, aunque lo que realmente quieren es prohibirlo. Un tema complejo con muchas perspectivas y que, una vez más, pondrá de manifiesto que la tecnología avanza más rápido que las reglas jurídicas y los códigos sociales que integren estos avances.

Vía | The Guardian

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