En febrero de 2024, Elle Macpherson cumplió 60 años y, aprovechando la ocasión, acaba de publicar sus memorias. En uno de los capítulos, la legendaria modelo australiana cuenta con todo lujo de detalles el "shock" que le supuso, hace siete años, que le diagnosticaran un cáncer de mama.
Un "shock" que rápidamente se ha extendido entra la opinión pública. Primero, por la dureza historia y, segundo, por cómo esta se ha convertido en una peligrosísima defensa de la pseudociencia.
¿Qué ha pasado? En una reciente entrevista promocional, Macpherson ha explicado que fue "inesperado, confuso y desalentador". Sin embargo, rápidamente el relato empieza a complicarse al confesar que tras visitar a 32 especialistas y tras comprobar que todos, unánimemente, le recomendaban el mismo tratamiento (mastectomía con radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal y reconstrucción de la mama), ella "se decantó por un enfoque intuitivo, holístico y guiado por el corazón".
Para ello, sí hizo caso a "un médico naturópata, un dentista holístico, un osteópata, un quiropráctico y dos terapeutas". Se retiró durante ocho meses en una casa de Arizona y siguió sus consejos con la opinión en contra de uno de sus hijos y de su pareja del momento. Actualmente, siempre según la modelo, el cáncer "está en remisión" y se siente bien.
Sus palabras, como es normal, han despertado una enorme polémica.
En primer lugar, porque sus consejos son peligrosos. El cáncer ha acompañado a los seres vivos desde casi el principio. El primer cáncer maligno en un homínido es un osteosarcoma de un 1,7 millones de años. Sin embargo, su relevancia social ha aumentado en los últimos siglos porque, mientras íbamos aprendiendo a curar otros muchas enfermedades, el cáncer se nos resistía.
Pero cada vez menos. Como explicaba la Agencia Europea del Medicamento, con la tecnología terapéutica actual la supervivencia de muchos tipos de tumores supera ya el 90%. En la última década, la mortalidad por cada 1.000 diagnósticos ha bajado un 14%.
Es decir, los tratamientos contemporáneos funcionan, son la mejor estrategia terapéutica que tenemos y hacer apología de la pseudociencia es peligroso.
Eso no quiere decir que todo el mundo tenga que someterse al tratamiento. Otra de las 'innovaciones' médicas de las últimas décadas es el reconocimiento de la autonomía del paciente. Es decir, el reconocimiento que el paciente tiene derecho a decidir qué quiere hacer con su cuerpo y su enfermedad.
Como recordaba la doctora Amira Alkourdi, subdirectora del Hospital Materno Infantil del Virgen de las Nieves de Granada, en el caso de Macpherson hay muchas cosas que no sabemos: desde el tipo de cáncer a los tratamientos que se le ofrecieron; tampoco sabemos nada de su realidad social y personal del momento. A nivel bioético, por supuesto que tenía derecho a rechazar al tratamiento.
El problema, en realidad, nunca ha sido ese. El problema es que lo que ha hecho tiene consecuencias en los demás.
La "verdad" de los supervivientes (y los famosos). No hay nada esencialmente nuevo en lo que ha pasado con Elle Macpherson. Hay una larguísima "tradición" de supervivientes que han usado la empatía que despiertan para presentarse como "pruebas vivientes" con las que atacar la oncología moderna. Desde Michael Gearin-Tosh, profesor de la Universidad de Oxford hasta la doctora Odile Fernández pasando por figuras como Pau Donés.
En el caso de los "famosos" como Donés o la misma Macpherson los problemas son aún mayores porque tienen un impacto enorme en la opinión pública y la percepción social de la salud. No solo es que la opinión de George Clooney o Emma Watson tengan más impacto que los especialistas en la materia; es que las decisiones que los famosos toman sobre su propia vida tiene un efecto clarísimo en las decisiones que toma la gente sobre sus propios problemas de salud.
Cuando Angelina Jolie anunció en un artículo en el New York Times que se había sometido a una doble mastectomía para prevenir el cáncer porque tenía una determinada mutación genética (BRCA1 y BRCA2) que estaba asociada al cáncer, el número de pruebas creció un 64%. Y hablamos de muchos millones de dólares gastados sin que ningún criterio médico lo aconsejara.
No necesitamos más negacionistas. Lo que está claro es que no necesitamos revivir las polémicas antivacunas con el cáncer. Necesitamos actitudes críticas, procedimientos más estrictos, enfoques más innovadores: pero no necesitamos negacionismo ideologizado y cerril.
Imagen | Y Música
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