Cuando medimos una civilización por su densidad de población, pensaríamos que países como China o India podrían resultar una amenaza para sus propias perspectivas de crecimiento. ¿Cuánto de malo es realmente tener una población floreciente? En realidad, dado que somos la especie dominante en la Tierra, miles de veces más numerosos que erectus, ergaster y arcaico sapiens, podríamos estar enfrentando los mayores problemas de población que somos capaces de comprender.
E indudablemente, según la información actual, la nuestra es la especie que ha provocado cambios casi irreversibles en la biosfera terrestre. Y sin embargo, también se nos olvida que el ser humano representa sólo el 0,01% de la biomasa de la Tierra. Lo que nos da una idea del poder que tenemos sobre el planeta y lo diminutos que somos en realidad.
Y es que el globo alberga aproximadamente 8,7 millones de especies, de las cuales más de una cuarta parte viven en el agua. Una investigación de Bar-On et al. desglosa la composición total del mundo viviente, en términos de su biomasa, y dónde encajamos en esta imagen.
¿Cómo se mide?
Con el carbono. Sí, somos una "forma de vida basada en carbono". Se utiliza en moléculas y compuestos complejos, lo que lo convierte en una parte esencial de nuestra biología. Es por eso que la biomasa, o la masa de organismos, generalmente se mide en términos de composición de carbono. En este gráfico realizado por VisualCapitalist, un cubo representa 1 millón de toneladas métricas de carbono, y cada mil de estos cubos es igual a 1 Gigatonelada (Gt C).
Puedes consultar el gráfico en máxima resolución aquí.
Las plantas constituyen la inmensa mayoría de la biomasa de la Tierra. Hay 320.000 especies de plantas y sus procesos fotosintéticos vitales evitan que ecosistemas enteros se desmoronen. Las bacterias fueron una de las primeras formas de vida que aparecieron en la Tierra y se clasificaron como procariotas (sin núcleo). Hoy en día, son la segunda mayor composición de biomasa detrás de las plantas. Quizás esto se deba a que estos organismos se pueden encontrar viviendo literalmente en todas partes, desde el intestino hasta las profundidades de la corteza terrestre.
Los hongos son el tercer tipo de vida más abundante y, aunque los científicos han identificado 148.000 especies de hongos, se estima que puede haber millones más.
Aunque los animales representan solo el 0,47% de toda la biomasa, hay muchas subcategorías dentro de ellos que vale la pena explorar más a fondo. De ellos, los artrópodos son el grupo más grande de invertebrados e incluyen hasta 10 millones de especies de insectos, arácnidos y crustáceos. Después, los cordados, que incluyen mamíferos silvestres, aves silvestres, ganado, humanos y peces. De las 65.000 especies vivas en total, casi la mitad son peces óseos como pirañas, salmones o caballitos de mar.
Los siguientes en la lista son los anélidos, gusanos segmentados como lombrices de tierra o sanguijuelas. Son más de 22.000 especies vivas en este planeta. Después de los artrópodos, los moluscos son el segundo grupo más grande de invertebrados con más de 85.000 especies vivas. De estos, el 80% son caracoles y babosas.
Los cnidarios son un taxón de invertebrados acuáticos que cubren 11.000 especies en varios entornos marinos. Estos incluyen medusas, anémonas de mar e incluso corales. ¿Y los nematodos? Comunmente conocidas como lombrices intestinales, estas robustas criaturas se han adaptado con éxito a prácticamente todo tipo de ecosistema, desde las regiones polares hasta las fosas oceánicas. Incluso han sobrevivido a viajes espaciales
Los virus son la categoría de biomasa más fascinante. Se los ha descrito como "organismos al borde de la vida", ya que técnicamente no son seres vivos. Son mucho más pequeños que las bacterias; sin embargo, como ha demostrado la pandemia del Covid, sus efectos microscópicos no pueden subestimarse.
El impacto de la actividad humana
Los humanos forman el 3% de la biomasa en el reino animal. Pero el dato más asombroso es que sólo componemos el 0,01% de la biomasa de la Tierra. La evolución es un viaje de sólo ida muy largo y, en poco tiempo, los cerebros más grandes hemos inventado la agricultura, la domesticación del ganado y la industria. A día de hoy, la biomasa del ganado es mayor que la biomasa de los humanos.
Hace entre 50.000 y 3.000 años, la actividad humana contribuyó a la extinción cuaternaria de la megafauna, durante la cual los mamíferos terrestres se redujeron en un 50%. La estimación actual de la biomasa de mamíferos terrestres silvestres es siete veces menor que la que precedió a la actividad humana. La biomasa de mamíferos marinos se ha reducido cinco veces debido a la intensa caza de ballenas y pesca. La biomasa vegetal total se ha reducido al doble de lo que era antes de la civilización humana.
El equilibrio del ciclo del carbono puede cambiar drásticamente todo lo que conocemos: las temperaturas del océano y los contaminantes pueden cambiar la subsistencia en los ambientes marinos; las temperaturas terrestres pueden cambiar las tasas de supervivencia de los productores primarios, reduciendo sus poblaciones y ejerciendo presión sobre la selección del hábitat.
Sí, las actividades humanas están teniendo un impacto continuo en la biomasa de la Tierra. Por ejemplo, hemos perdido una cubierta forestal significativa en las últimas décadas, para dejar espacio para el uso de la tierra agrícola y la producción ganadera. Un resultado de esto es que la biodiversidad en prácticamente todas las regiones está disminuyendo.
Y bueno, soñar con asentamientos en otros planetas como una solución a los problemas de la biosfera en la Tierra no es una buena solución. En cambio, comprender cómo manejar biosferas complejas (o cómo crearlas) probablemente resultará en la próxima gran innovación de supervivencia. Y ahí reside la respuesta a si seremos capaces de revertir esta trayectoria y preservar la diversidad de la Tierra antes de que sea demasiado tarde.
Gráfico: Visualcapitalist