En tan solo unas semanas, la convulsa relación que siempre han mantenido las dos Coreas parece estar pasando por un momento extremadamente delicado. Primero fueron una lluvia de globos cargados de basura y excrementos sobre Corea del Sur. Luego los drones “panfletarios” con los que Corea del Norte acusaba al Sur. Y más: acusaciones, explosiones de carreteras, un supuesto ejército de millones de personas listas para el combate. Lo último: Kim Jong Un acaba de "tocar" la constitución, y no son buenas noticias.
La noticia. Contaba hace unas horas la BBC un anuncio de Corea del Norte a través de sus medios estatales. Al parecer, la constitución norcoreana se acaba de reescribir para incluir una definición: Corea del Sur es oficialmente un "estado hostil". Se trata, además, de la primera mención en las revisiones constitucionales de Pyongyang.
Según el periódico estatal Rodong Sinmun, se trata de una "medida inevitable y legítima", en un momento en que las tensiones entre las Coreas están en su punto más alto en años. Como no han tardado en explicar muchos expertos, esta enmienda constitucional es un movimiento más que simbólico.
La intrahistoria: primero globos, luego drones. La tensión se inició hacia el mes de mayo, cuando cientos de globos comenzaron a sobrevolar muchas de las provincias de Corea del Sur con bolsas. En su interior: botellas de plástico usadas, pilas viejas, restos de zapatos… pero también estiércol y, en algunos casos, heces de animales.
La respuesta llegó en octubre. Entonces, Corea del Norte acusó a Corea del Sur de enviar drones para dispersar panfletos con "rumores inflamatorios", lo que Pyongyang interpretó como un acto de guerra. Entonces, la influyente hermana de Kim Jong Un, Kim Yo Jong, lanzó advertencias sobre las "horribles consecuencias" si los vuelos de drones continuaban. Aunque Seúl negó inicialmente las acusaciones, más tarde su ejército declaró que no podía confirmar ni negar el incidente.
Explosiones en carretera. Poco después y tras una reunión de alto nivel, Kim Jong Un ordenó a sus militares preparar medidas inmediatas de acción y defender la soberanía de Corea del Norte. Tras las acusaciones de los drones, Corea del Norte destruyó dos importantes carreteras simbólicas (Gyeongui y Donghae), lo que se interpretó como una señal clara de que el Norte no está interesado en la negociación con el Sur.
En respuesta, el ejército surcoreano realizó disparos en su lado de la frontera como demostración de fuerza y aumentó la vigilancia. Además, el gobierno de la provincia de Gyeonggi, que rodea Seúl, designó 11 áreas fronterizas como "zonas peligrosas" para evitar que se lancen más panfletos hacia el Norte.
¿Guerra en el horizonte? Lo cierto es que las dos partes permanecen técnicamente en guerra desde que el Conflicto de Corea terminó en 1953 con un armisticio, pero sin un tratado de paz formal. Históricamente, la reunificación con el Sur ha sido una parte clave de la ideología norcoreana, aunque Kim Jong Un abandonó dicha meta a principios de 2023.
En lugar de buscar la unificación, Kim parece que ha estrechado lazos con Rusia y ha mantenido relaciones cercanas con China, distanciándose aún más de Estados Unidos y el resto de los aliados occidentales, incluidos Corea del Sur. Ahora, y tras el incidente de los drones y las explosiones, China ha llegado a pedir algo de calma en la Península, instando a todas las partes a evitar una mayor escalada de tensiones.
A la guerra por la constitución. El último de los movimientos, tocando la constitución, llegó acompañado de otra amenaza desde Pyongyang afirmando que tenían 1,4 millones de jóvenes que se habían inscrito en su ejército. Según Bruce Bennett, analista de defensa de Rand Corporation, “el término "estados hostiles" ha caracterizado las comunicaciones norcoreanas durante casi un año. Kim y su hermana han hecho una serie de amenazas de armas nucleares contra [Corea del Sur] y Estados Unidos, y han aumentado las tensiones con muchas acciones. Por lo tanto, los riesgos han aumentado”.
Aun así, qué duda cabe, nadie quiere ni espera una guerra inminente. "Dudo que la situación llegue a escalar hasta el nivel de una guerra", explicaba el profesor Kang Dong-wan, que enseña ciencias políticas y diplomacia en la Universidad Dong-a de Busan. "Corea del Norte está explotando la confrontación militar para fortalecer la cohesión interna".
Es posible que la retórica agresiva permanezca únicamente en el ámbito verbal, ya que tanto Pyongyang como Seúl deben ser conscientes de los altos costes de una guerra. Sin embargo, la situación sigue siendo volátil y las acciones futuras dependerán de la gestión estratégica de la crisis por ambas partes y de la influencia de actores externos como, por ejemplo, China o Rusia (y Estados Unidos).
Imagen | J. Patrick Fischer, Prachatai
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