Las olas, la tabla y la sonrisa eterna: así era Duke Kahanamoku, el padre del surf moderno

Las olas, la tabla y la sonrisa eterna: así era Duke Kahanamoku, el padre del surf moderno
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Una enorme sonrisa y una tabla de surf al estilo clásico. Así es el Doodle que celebra hoy el nacimiento hace 125 años del Gran Kahuna, el padre del surf moderno: Duke Kahanamoku. Nadó junto a Johnny Weismuller -el eterno Tarzán del cine- en los Juegos Olímpicos, y aprovechó su gran talento como nadador para demostrar por todo el mundo la afición hawaiana por excelencia, el surf.

Salvó las vidas de varias personas subido a una tabla, una hazaña de superhéroe de los años 20 del siglo pasado. Fue sheriff, actor ocasional y, sobre todo, el Beach Boy original. Acompáñamos a Google en el tributo a una vida entregada a las olas.

"El mejor surfista es el que más se divierte"

Duke [Duque] no era un apodo, sino su nombre real, heredado de su padre. Sin embargo, pese a esa nobleza de prestado -a su padre lo bautizaron así como homenaje de la visita a Hawai del Duque de Edimburgo Alfredo, hijo de la Reina Victoria-, su familia no era ni rica ni especialmente noble. Duke tuvo que dejar los estudios para vender periódicos, limpiar zapatos y otros trabajos.

Pero Duke estaba destinado a pasear el nombre de su familia por el mundo: con 21 años ya rompía récords nadando en mar abierto mientras se entretenía subido encima de una tabla muy distinta a las que conocemos hoy. Cinco metros, madera sólida y cerca de 50 kilos de peso. El surf, su pasión, era una actividad minoritaria que practicaban unos cuantos chavales en las playas de Waikiki.

Pero cuando Kahanamoku ganó sus dos primeras medalla olímpicas con 22 años (oro en los 100 metros estilo libre, plata en relevo 4x200 metros), en los Juegos Olímpicos de Estocolmo, su tabla se convertiría en la principal atracción.

El joven nadador estrella participó en exhibiciones por todo el mundo, con su tabla a cuestas, sembrando las semillas del espíritu del surf en todas las costas. Su visita a Australia en 1914 está considerada un hito en el deporte: dejó a un montón de jóvenes entusiasmados que se lanzaron a construir sus propias tablas y cabalgar las olas.

La simpatía de Kahanamoku y su buen rollo hawaiano ayudaron a que la afición se convirtiese poco a poco en un deporte y más. Su popularidad también iba en aumento. Ganó dos medallas de oro más en los JJ.OO. de Antwerp en 1920: 100 metros en estilo libre y relevo 4x200 metros (en 1916 no hubo Juegos Olímpicos debido a la Primera Guerra Mundial). Se instaló en California, donde utilizó su fama para popularizar el surf.

"Fuera del agua, no soy nada"

"El surf era más importante para mí que los Juegos Olímpicos"

Duke tenía 34 años cuando ganó su última medalla en los Juegos Olímpicos de París de 1924 (de plata, en sus queridos 100 metros estilo libre). Perdió contra un fornido nadador llamado Johnny Weismuller. Pero se anticiparía varios años a las hazañas del futuro Tarzán. Y en el mundo real, además. En 1925 su tabla y su habilidad le valieron para rescatar a ocho marineros de un pesquero naufragado en las playas californianas. Junto a otro par de socorristas, consiguieron salvar la vida a 13 personas. Las tablas de surf se convirtieron en herramienta habitual de los socorristas desde entonces.

Duke murió a los 77 años, en 1968. Fue sheriff de Honolulu durante 29 años, surfeó con famosos y aficionados de a pie, y su imagen eterna es la de una sonrisa enorme, una playa en la que nunca se pone el sol y una tabla de surf. Una a la que rinden tributo hoy todos los surfistas (más de 225.000 en España, según indicaba a finales de 2012 la Federación Española de Surf).

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El sello postal que Estados Unidos le dedicó en 2002.

Y la Asociación Internacional de Surf busca, mientras tanto, cumplir su último sueño: Kahanamoku le pidió en 1920 al Comité Olímpico Internacional que incluyese su deporte en los JJ.OO. Hoy, con el respaldo de unos 35 millones de practicantes en todo el planeta, parece posible que el surf (está entre los preseleccionados) entre en los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020. La decisión se tomará en septiembre.

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