La izquierda ya sabe qué esperar si no se coaliga para las generales: lo mismo que ha pasado en Huesca y Cádiz

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El mapa de España se ha teñido de azul tras las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer. Un día negro para una izquierda a la que el PP le ha arrancado seis de las 10 comunidades que gobernaba y decenas de ciudades (donde seguirán necesitando a Vox para liderar), dando como resultado un claro cambio de rumbo político en el país.

El resumen. Es que los socialistas han perdido la Comunidad Valenciana, un importante baluarte para el PSOE, al igual que Aragón, Baleares, Cantabria, La Rioja y Extremadura. Y también grandes ciudades como Sevilla, Valencia, Palma, Logroño o Valladolid, lo que ensombrece su campaña para las próximas elecciones generales. "España ha iniciado un nuevo ciclo político, mi momento llegará si los españoles quieren", señalaba pletórico Alberto Núñez Feijóo.

Elecciones anticipadas. Ante semejante descalabro, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado en una rueda de prensa que adelantará las elecciones generales al 23 de julio, una herramienta para rebajar el impacto electoral alejando el foco de la debacle reciente y una estrategia para que no se instale el pesimismo en las filas socialistas, además de un instrumento de presión para el resto de partidos de la izquierda a la hora de formar equipo ante la marea azul.

La trampa del 5%. Pero tal y como hemos visto en estos comicios, la izquierda se ha enfrentado a una trampa mortal, la de la barrera electoral del 5%, que sin duda hará mella en las próximas elecciones. Si tenemos en cuenta los votos, la izquierda suma incluso más votos este año (45,75%) que en 2019 (cerca del 40%), pero ha sido derrotada porque Podemos ha quedado en muchos lugares un poco por debajo de ese límite del 5%, detrayendo votos pero sin sumar escaños.

Es decir, la fragmentación ha vuelto a jugar contra la izquierda claramente. Los casos de Huesca y Cádiz son muy notables.

Huesca y Cádiz. En Huesca, Podemos ha sacado un 4,7%, IU un 4,5%, Equo un 4,3% y Chunta un 4,4%, ninguno ha entrado porque el mínimo es 5%. Es decir, casi un 20% de voto a la izquierda del PSOE ha dado como resultado 0 escaños. Si fueran juntos no sumarían eso exactamente, ya vimos en las primeras generales de 2016 que sumar dos partidos con distintos electorados no equivale a sumar dos electorados (como cuando Unidas Podemos creía que iba a destronar al PSOE como líder de la izquierda y al final no lo consiguió). Pero es ilustrativo que un 18% de los votos se queden sin representación porque se reparten en cuatro partidos distintos y ninguno pasa de 5%.

En Cádiz ha sucedido algo similar. El PP ha recuperado la mayoría absoluta tras ocho años de gobierno de la izquierda. Lo ha hecho por los pelos: arrebatándole un escaño con una diferencia de menos de 200 votos. Y porque Podemos (en forma de Cádiz Sí) han sumado más de 2.000 votos pero no ha llegado al 5% para que tengan escaño.

La barrera electoral. Estos ejemplos y multitud de casos similares en España donde muchos partidos se han quedado al borde del límite abren el debate hoy sobre la barrera que establece la Ley Electoral. Concretamente, el sistema electoral dice lo siguiente: "Para la distribución de escaños sólo serán tenidas en cuenta las listas que hubieran obtenido, al menos, el 5% de los sufragios válidamente emitidos". ¿Por qué? Según la legislación, para "evitar una excesiva fragmentación de la cámara o la corporación".

En el caso de las elecciones generales, este porcentaje es del 3%, mientras que en las elecciones municipales es del 5%. En las autonómicas sólo existe barrera del 5% en Baleares, Cantabria, Extremadura, La Rioja y Madrid.

¿Cómo afecta a los partidos? No superar este umbral significa no tener representación parlamentaria y es por eso que algunos políticos denominan al sistema como "guillotina electoral", porque elimina del mapa al partido que no lo alcanza, pues sus votos no son tenidos en cuenta en lo que más importa, el reparto de escaños, algo que favorece a los grandes.

Es precisamente lo que le ha pasado a Podemos en estos comicios, que se han quedado a las puertas: con un 4,79% en las autonómicas y a una décima del 5% de los votos necesarios en las municipales. Aunque a veces sucede al revés. Recordemos que en las autonómicas de 2019, Podemos-IU-Madrid en Pie obtuvo el 5,60% de los votos y entró a la cámara con 7 escaños.

Imagen: Partido Popular

En Xataka | La incógnita del 5%: cómo la barrera electoral ha revivido el "voto estratégico" en las elecciones

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