Una de las mayores colecciones de arte de todo el mundo está en el Museo Británico. Otra de las mayores colecciones está en el Louvre de París y, para sorpresa de nadie, son numerosas las polémicas a lo largo de los años por cómo ambos museos obtuvieron esas obras de arte. El dicho común es que ‘saquearon’ las reliquias de medio mundo (de hecho, ahora no tienen espacio para las suyas) y hay países que están reclamando sus pertenencias.
El Museo Británico no quiere oír hablar del tema y un grupo de historiadores y arqueólogos se ha tomado la justicia por su mano. ¿Cómo? Escaneando sin permiso las obras, creando réplicas exactas en mármol y ofreciéndolas… al propio museo.
Volvemos al Partenón. Grecia lleva años pidiendo justicia patrimonial respecto al Partenón, uno de sus monumentos más visitados e identificativos, cuyas mejores piezas están en Londres. El motivo es que, a comienzos del siglo XIX, Thomas Bruce, el séptimo conde de Elgin, se agenció 75 metros de friso, 15 metopas y 17 estatuas que después vendió al Estado británico por 35.000 libras. Eso acabó en el Museo Británico.
Grecia lo considera un gesto ilegítimo y lleva años pidiendo que se lo devuelvan. De hecho, a modo de protesta, construyeron el Nuevo Museo de la Acrópolis, con una planta llamada "Mármoles exiliados de Elgin" llena de estantes vacíos, a la espera de que el British devuelva lo que consideran que les pertenece.
Arqueólgoos en pie de guerra. El museo no parece dispuesto a ceder y lo más ‘gracioso’ del tema es que hay un grupo de arqueólogos e historiadores británicos que están haciendo "guerra de guerrillas" contra el museo. 'Stuff the British Stole' -traducido como 'Cosas que los británicos robaron'- es un documental en el que se exploran, precisamente, esas reliquias en manos británicas. En uno de sus episodios -muy interesantes, por cierto- conocemos a Roger Michel, un arqueólogo digital que tiene una postura muy interesante:
"Si podemos hacer copias perfectas de las esculturas del Partenón, los visitantes tendrán la misma experiencia cuando vengan al Museo Británico". Y esas copias son, realmente, perfectas: han escaneado todos y cada uno de los elementos del Partenón gracias a herramientas como un iPad con sensor LiDAR y esos datos los han convertido en réplicas 1:1 realizadas en mármol.
Al museo no le ha gustado. Cuando Marc Fennell -quien dirige el documental de la televisión australiana- pregunta sobre la reacción del museo en el momento en el que les contaron la idea, Michael confiesa que no fue positiva: "el museo decidió en ese momento que tomarían una posición muy fuerte en contra del proyecto, así que, por supuesto, lo hicimos igualmente, así que empezamos una guerra de guerrilla".
Espera, espera, si el museo estaba en contra, ¿cómo pudieron escanear las estatuas? Roger afirma que leyeron cuidadosamente la regulación del museo y hay un apartado que especifica que los visitantes pueden usar equipo de escaneo 3D para escanear las piezas y pueden utilizar el producto de esos escaneos 3D para cualquier propósito, siempre que no sea comercial.
Y tienen sus motivos. Roger asegura que las esculturas del Partenón, en su estado actual de conservación, no enseñan absolutamente nada al visitante. “De hecho, desinforman a la gente sobre la estética de la antigüedad”, comenta Michael. El motivo es que esas obras estaban pintadas con colores brillantes que, evidentemente, no se pueden aplicar en las reliquias originales, pero sí podría hacerse en las copias de mármol.
De este modo, el museo podría exhibir las copias exactas de las piezas, pintadas de forma que representen de la forma más aproximada posible cómo eran en la antigüedad y, así, ofrecer una lección de historia a los que visiten el museo.
La polémica de la conservación. También pondría punto final a un problema que nos acompaña desde hace décadas. "Los griegos recuperarán sus objetos preciados y todos estarían contentos. Ese era el plan", comenta Michel, pero parece que no será tan sencillo que las esculturas y piezas del Partenón regresen a casa. El Museo Británico, e Inglaterra, sigue enrocado en que ellos son capaces de proteger mejor que otros las piezas que atesora el museo.
Además, en 1753 el gobierno británico promulgó una ley que prohibía expresamente la salida de cualquier pieza a no ser que sea un duplicado. Los motivos tras la decisión eran por el bien de las obras y su preservación y, además, el propio gobierno afirmó hace unos años que esas obras no podrían haber sido tan bien conservadas en sus países de origen como en el Museo Británico.
Al final, también se reduce todo al dinero. Los restos del Partenón son un reclamo turístico brutal para el museo y siempre se han defendido con la afirmación de que el trato entre Inglaterra y Thomas Bruce fue totalmente legal, por lo que esas antigüedades les pertenecen. Hay un debate en las calles y en el Parlamento, pero veremos en qué se traduce.
Imágenes | Stuff the British Stole, ABC
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