Horas después del asalto al Capitolio, las grandes tecnológicas tomaron una decisión inédita en su historia: expulsar de sus plataformas al presidente de los Estados Unidos. Donald J. Trump lleva una semana sin Twitter. Sus seguidores tampoco han podido organizarse en Facebook. Y en su traslado a Parler, la aplicación que les prometía un libre intercambio de ideas sin cortapisa alguna, se toparon con la prohibición de la AppStore primero y con el boicot de Amazon Web Services después.
Es la guerra. Para todos.
Temores. Ahora tanto Amazon como Facebook temen represalias, ya sean físicas o digitales. Según The Information, la compañía de Menlo Park recomendó ayer a sus empleados extremar las precauciones y no vestir prendas identificativas de la empresa. "A la luz de los últimos acontecimientos", explica el comunicado accesible a los más de 50.000 trabajadores de Facebook, "invitamos a todo el mundo a evitar vestir o portar objetos" con el logotipo de la compañía.
Protocolos. Similar decisión ha adoptado Amazon Web Services. La dirección de la empresa teme un ataque coordinado a sus servidores. El sábado, su vicepresidente, Chris Vonderhaar, remitía un correo a todos sus empleados explicando los protocolos de seguridad adoptados de forma extraordinaria. Tanto el lunes como el martes fueron "días bloqueados". Los trabajadores no pudieron realizar grandes cambios en sus servicios sin la aprobación de sus superiores (un grupo de catorce ejecutivos que responden de forma directa ante el CEO, Andy Jassy).
"Todos debemos estar alerta (...) Si ves algo, cuéntalo. Ninguna situación o preocupación es demasiado pequeña", relataba el e-mail.
Escalada. La preocupación es comprensible. Al expulsar de sus plataformas tanto a Donald Trump como al grueso de sus seguidores más radicalizados, las tecnológicas se han ganado la enemistad de un movimiento extremista presto a utilizar la violencia. Hasta su definitiva caída, algunos periodistas estadounidenses rastrearon amenazas nada veladas hacia AWS. "Parece la guerra. Sería una pena que alguien con conocimiento de explosivos visitara algunos de los centros de AWS", sugería un usuario.
A más. Es improbable que el conflicto desescale a corto plazo. A principios de esta semana Facebook eliminaba todo el contenido relacionado con "Stop the Steal", el movimiento conspiranoico que acusa al Partido Demócrata de amañar las elecciones presidenciales. Parte de la conversación había rotado ya hacia más acciones violentas. Desde entonces sus seguidores se han diseminado por otras plataformas, cada vez más recónditas, lo que ha dificultado su monitorización por parte de las autoridades.
Manifestaciones. Es un problema. Es probable que los seguidores más radicalizados de Trump planteen nuevas protestas. Según The New York Times, durante los últimos se han difundido llamadas a "marchar" sobre el Capitolio o sobre la sede de las principales tecnológicas. El FBI cree que el riesgo de movilizaciones durante la investidura de Joe Biden, un ceremonia formal de inauguración que congrega habitualmente a miles de personas, es real. Tanto en Washington como en el resto del país.
Lo que preocupa a las autoridades no es tanto la existencia de manifestaciones... Como de violencia. El asalto al Capitolio anuló el horizonte de sucesos tradicional de la vida política estadounidense. Todo lo que hemos ido aprendiendo sobre los hechos apunta más a una movilización consciente, premeditada y extremadamente peligrosa que a un conato de rebeldía puntual e improvisado. Y en este escenario tan volátil, las tecnológicas se han colocado en el ojo del huracán.
Imagen: Noah Berger/GTRES