Algo está cambiando en las normas del capitalismo global. A la guerra comercial abierta entre China y Estados Unidos y el consecuente repliegue proteccionista de sus economías hay que sumar ahora una singular idea del gobierno alemán: comprar participaciones en un puñado de grandes empresas nacionales. ¿El objetivo? Proteger a los sectores estratégicos de la economía alemana de actores extranjeros. Es decir, China.
¿Qué? El plan fue presentado ayer por el ministro de economía germano, Peter Altmaier. Bautizado "Estrategia Industrial Nacional 2030", consiste en una serie de medidas que permitirían al estado alemán comprar participaciones en algunos sectores claves de la economía. El gobierno controlaría parcialmente empresas de gran calado estratégico, y podría impedir su venta a inversores (o gobiernos) internacionales.
¿Cuáles? Altmaier citó algunas empresas concretas: Thyssenkrupp, Siemens, Deutsche Bank o los fabricantes automovilísticos. Representan el corazón industrial de Alemania, país cuya prosperidad depende de la manufactura y la exportación. El plan también incluiría otros sectores como la robótica, el aluminio y el acero, los productos químicos, la maquinaria industrial, la industria aeroespacial o la inteligencia artificial.
¿Por qué importa? Porque abre las puertas de una cuestión tabú en la historia del capitalismo reciente: el intervencionismo estatal y, peor aún, la nacionalización. Altmaier no quiso citar el término, pero su planteamiento es muy similar. El estado desplegaría un gigantesco plan de protección nacional por la vía de la adquisición, coartando los designios del libre mercado. El plan, de momento, es un borrador, y no está aprobado.
¿Por qué China? La lógica del gobierno alemán no sería muy distinta a la empleada por Trump en su regreso al proteccionismo: mientras una parte del mundo compite siguiendo las reglas del libre mercado, otra (China) lo hace en un ecosistema donde los poderes del estado y de sus grandes empresas son indistinguibles. Es una relación asimétrica.
Altmaier ha reconocido que la inspiración de su plan surge de la compra de Kuka, una compañía alemana puntera en el desarrollo de tecnología robótica, por otra empresa china. Desde su punto de vista, Alemania debe proteger su I + D. Su "know-how". El anuncio coincide con los malos resultados industriales de la economía alemana, encaminada, como el resto de la Unión Europea, hacia una probable recesión.
Las críticas. Es incierto hasta qué punto el ecosistema empresarial alemán aceptará las ideas de Altmaier. Otros partidos han sido muy críticos. El partido liberal lo ha definido como "planificación estatal", evocando aires soviéticos. Desde el otro extremo del espectro político, tanto Die Linke como los Verdes también lo han cuestionado.
Imagen: Jens Meyer/AP