The Future of Jobs 2020 es el último estudio publicado por el Foro Económico Mundial. Han entrevistado a directores de recursos humanos y de estrategia de 300 empresas de todo tipo de sectores de todo el mundo y en cuyo conjunto emplean a más de ocho millones de trabajadores. Como en anteriores ocasiones, el reportaje se asoma a las previsiones que estos jefes dibujan para el futuro laboral.
Y los sectores más afectados serán: los empleados de servicios financieros (el estudio prevé que se destruirá un 21% de estos trabajos, especialmente administrativos, contables o auditores), el 19% de los trabajadores del sector automotriz y aproximadamente un 20% de los trabajadores de la minería y los metales. La robotización del empleo tampoco se queda corta en áreas como el tratamiento de la información y de los datos o trabajos manuales rutinarios, pero es aquí donde ya se están agotando, según dicen los líderes, las redundancias, y serán esos otros empleos citados la principal fuente de cambio. Según el FEM, la Covid no sólo no ha frenado esta progresión, sino que en algunos sectores la ha acelerado.
De ser cierto esto, España sería un país duramente castigado, dado que el trabajo en el sector de automoción representa el 10% del PIB y el 19% del total de las exportaciones, y tiene ligados 300.000 (buenos) empleos directos así como 1.7 millones de trabajos derivados.
Mitad hombre mitad máquina: lo que más ha llamado la atención a la prensa ha sido el dato de que, por primera vez, los entrevistados han reconocido que para dentro de cinco años el tiempo empleado por robots en tareas del mundo productivo será el mismo que el tiempo que cotizan los hombres, 50-50%. Las empresas encuestadas dicen que reducirán antes de 2025 su fuerza de trabajo en un 43% por la integración tecnológica, el 41% de ellos empleará a contratistas externos a la plantilla para tareas especializadas y el 34% expandirá su plantilla humana.
No tan rápido. El FEM percibe un problema añadido: en este lustro se destruirán, según su análisis, 85 millones de empleos y se crearán otros 97, principalmente para adaptarse a los nuevos roles tecnológicos y la supervisión de los robots. Como ya se ha visto en otros períodos de la historia, los avances no han extinguido el trabajo asalariado, sólo lo han alterado enormemente. Pero, aunque esos datos podrían parecer buena la noticia, no lo son para la institución por la velocidad percibida de los cambios: mientras que los roles redundantes en el panorama laboral caerán del 15.4 al 9%, los trabajos y profesiones emergentes pasarán del 7.8 al 13.5%. Esto quiere decir que se destruirá un 6.4% de la fuerza laboral mientras sólo se creará un 5.7% en un planeta en el que la población sigue aumentando. Hablamos siempre de los vaticinios elaborados por los analistas.
Más desigualdad: las empresas dicen estar más comprometidas que en ediciones anteriores a reciclar y reeducar a sus trabajadores, incluso durante las horas de trabajo, para que se adapten a las nuevas funciones dentro de lo posible. Para el administrativo medio el FEM considera que tendrá que añadir una formación media de seis meses antes de 2025 para adaptarse a lo que venga. Sin embargo esta transformación laboral será, según nos cuentan, peor que durante la Gran Recesión, y afectará aún más a mujeres, hombres sin estudios y a la juventud, que cada vez lo tendrá más difícil para acceder al mercado laboral. Será diferente porque, dicen, la crisis de 2008 fue relativamente más transversal a las clases baja y media que lo que está por venir.
Más Estado: una de las soluciones a las que apuntan los académicos es a la expansión de las coberturas y protecciones sociales para los “desplazados” por la transformación tecnológica. “Actualmente solo el 21% de las empresas dicen poder hacer uso de fondos públicos para formar a sus empleados en una readaptación profesional y mejora de sus competencias. El sector público deberá crear incentivos para las inversiones en los mercados y puestos de trabajo del mañana”, dicen.