La FDA, la agencia norteamericana que regula los alimentos y los fármacos, acaba de aprobar un medicamento que "podrá ser usado contra cualquier tipo de cáncer sólido". Esto ha generado un hype poco justificado que puede acabar por tachar de fracaso un avance que puede ser histórico.
Un avance regulatorio, que no farmacológico. Lo realmente interesante de este movimiento no es el fármaco (que ya conocíamos), sino cómo estamos autorizados a usar ese fármaco. Un cambio que estaban esperando los oncólogos desde hace bastante tiempo.
¿Pembrolizu... Qué?
En sentido estricto, el pembrolizumab, que así se llama el medicamento, no es nuevo. Forma parte de los llamados anticuerpos monoclonales, un tipo de inmunoterapia que ganó el nobel de medicina en 1984; es decir, una técnica que nos permite usar nuestro propio sistema inmune contra determinados tipos de enfermedades.
Dependiendo de su diana terapéutica, pueden servir para muchas cosas que van desde la psoriasis y el asma a la prevención del rechazo en trasplantes de órganos. Y sí, también el cáncer: en el caso de este anticuerpo, las dianas son la presencia de alta inestabilidad de microsatélites y los defectos en la reparación de los errores de emparejamiento.
Esas son las vulnerabilidades que aprovecha el fármaco y que le han valido, en Europa, la autorización desde el año pasado para cuatro usos, entre ellos el tratamiento del melanoma avanzado y del cáncer de pulmón no microcítico. El problema es que las células que ataca el fármaco no dependen de dónde esté el cáncer, sino de las características genéticas de las células.
¿Por qué sólo esas cuatro si el fármaco es efectivo para "todos los tipos de cáncer"?
Esa es la pregunta que se hacían los propios oncólogos. Efectivamente, esos tipos de cáncer eran los cánceres donde el pembrolizumab era más eficaz, pero no agota todas sus posibilidades. Y darnos cuenta de ello ha conllevado una profunda reflexión en el seno de la medicina contemporánea.
Históricamente la medicina ha ido especializándose por aparatos y sistemas. Por eso, excepto cuando hablamos de médicos generalistas (internistas, intensivistas o de familia) o especialistas en diagnóstico (radiólogos, analistas, etc...): casi todos los especialistas se concentran en un área o sistema específico: Hay hematólogos, neumólogos o cardiólogos.
Aunque hay oncólogos (médicos y radioterápicos), nuestra comprensión del cáncer ha sido subsidiaria de esa forma de entender de medicina. Tanto es así que normalmente entendemos los cánceres por el lugar donde se encuentran (de pulmón, de mama, de próstata) y no por otras características propias del cáncer.
Esto es lo que cambia en el caso del pembrolizumab. Y es por eso, que la expresión "todos los tipos de cáncer" en este caso puede ser engañosa. El pembrolizumab tiene como diana un tipo de células que pueden aparecer en cualquier zona del cuerpo, pero (y esto es importante) que no tienen por qué aparecer en todos los casos. De hecho, no lo hacen.
Y, entonces, ¿por qué es importante?
Con el movimiento de la FDA, se trata del primero de toda una serie de nuevos tratamientos contra el cáncer autorizados para no fijarse tanto en el lugar donde están sino en el tipo de células que lo componen. Eso (y no el fármaco en sí) es lo que podríamos llamar innovador. Como comentábamos antes, en Europa está autorizado su uso en varios tipos de cáncer: lo cual es una autorización mucho más limitada que la de la FDA.
De esta forma, rompemos con los "tipos" tradicionales del cáncer a los que estábamos acostumbrados, es cierto; pero creamos nuevas clasificaciones basadas en otro tipo de oportunidades terapéuticas. Algo que no viene nada mal ahora que empezamos a revisar todo lo que sabemos sobre biología del cáncer.
Imagen | Drew Hays/Unsplash