Quien más quien menos se ha cruzado alguna vez con BTS, el septeto de k-pop que tiene locas a adolescentes de medio mundo y que cosecha desde 2013 éxitos con cada pestañeo. Pero su consolidación en el mainstream musical estadounidense en el último año les han llevado más allá de lo que cualquier otro grupo en todo el mundo quisiera soñar. Estuvieron The Beatles, después Rolling Stones y ahora ellos.
El motor de la economía surcoreana: según recientes declaraciones, la boy band factura 4.650 millones de dólares al año, lo que les convierte en una empresa con un incontestable peso para la economía de su país, y mejor embajador de marca que Samsung, Hyundai o Kia. Para hacernos una idea, esta única banda hace casi tanto dinero como todo el conjunto de la industria musical en España cada año (ventas físicas, digitales, conciertos y demás). La facturación no se hace sola, claro: sólo en merchandising generan 130 millones de dólares, es decir, muchísimas camisetas, muñecos, productos de maquillaje y joyería (sí, según un estudio el 83% de sus fans son mujeres).
Y más cifras: destronaron en agosto a Taylor Swift con la canción con más reproducciones de la historia de la plataforma el mismo día de su lanzamiento. En seis meses su EP Map of the Soul: Persona vendió 3.5 millones de copias en todo el mundo y 552.000 solo en Estados Unidos. En abril fueron la primera banda asiática en granjearse 5.000 millones de reproducciones en Spotify. Récords en Twitter, Apple Music, iTunes… Es decir, arrollan con todo lo que pisan.
La influencia coreana: aunque sus canciones pueden sonarnos a hiperproducción similar a cualquier tema pop estándar de la actualidad (con sus fragmentos rapeados, con el autotune, etc), lo cierto es que hacen también cosas por propagar su cultura. Su superéxito IDOL está construido cual canto coreano Pansori, donde un mismo intérprete hace los diálogos de varios personajes. Al final de esa misma canción los cantantes recrean el sonido de tambores janggu, provocando que sus hordas de fans repitan sonidos milenarios.
Cuestión idiomática. Y por supuesto, todo esto sin hablar de su fidelidad hacia su lengua. Son la boy band indiscutible del momento a nivel mundial, han desbancado a One Direction y su impacto en cifras ha sido superior al de Backstreet Boys o incluso Los Beatles: son el primer grupo del mundo en colocar tres álbumes número 1 en Billboard 200, desbancando a los de Liverpool. Llenan estadios mientras sus adoradores cantan en coreano. Un affaire idiomático que no ha logrado ningún otro fenómeno asiático, y la punta de lanza de la conquista norteamericana del país con algo más que un fenómeno de corto recorrido como Gangnam Style.
El monstruo Bang: ninguno de los miembros de la banda tiene un manager propio. Pertenecen todos al sello musical Big Hit Entertainment, dirigido por Bang Si-Hyuk, un hombre cuyo patrimonio está valorado, según Bloomberg, en 770 millones de dólares, cerquita de entrar al club de los milmillonarios. Hay quien exporta ropa barata y quien vende cantantes de ensueño.