Ana Obregón es la punta del iceberg: el problema de los "nietos" por gestación subrogada lleva amontonándose años

Ana Obregon
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En 2003, Andrei Zarakov murió de cáncer. Tenía 20 años y era estudiante de derecho. Su madre, Ekaterina Zakarova, de 55 años, convenció a los médicos para utilizar el esperma congelado de Andrei y engendrar un nieto por gestación subrogada. Así, en 2006, nació Gosha. “Una copia perfecta de mi hijo”, como declaraba la misma Zakarova en BMJ.

Tres meses después del nacimiento, el Registro Civil ruso declaró al niño ‘huérfano’. Su padre biológico estaba muerto, la donante del óvulo era anónima, la gestante había renunciado a sus derechos. Y, como carambola, Ekaterina Zarakova era demasiado mayor para adoptar a un niño.

Obregón no ha inventado nada. Estos días del caso del hijo/nieto de Ana Obregón está en el candelero, pero no es un hecho aislado. Al contrario, el fenómeno de personas como ella que tratan de 'mantener vivos' a sus hijos teniendo un nieto es algo que lleva casi 20 años poniendo contra las cuerdas las legislaciones nacionales y los límites éticos de medio mundo.

De repente, sin que las leyes lo hubieran siquiera previsto, los avances de las últimas décadas en materia de reproducción han convertido lo que creíamos que eran "universales antropológicos" en simples limitaciones técnicas. El resultado es que, sin estar realmente preparados, nos encontramos frente a una pregunta crítica: ¿todo lo que es técnicamente posible debe ser ética (y legalmente) lícito?

La punta del iceberg. Hace unos pocos días, Antonio Villarreal hacía un repaso en El Confidencial de todos los casos que conocemos en los que abuelos usaron el esperma congelado de sus hijos para engendrar nietos. No son pocos. Y eso que se trata de un caso extremo que reúne muchos temas polémicos: gestación subrogada, uso de espermatozoides/óvulos de personas fallecidas, ausencia de "tutores" elegibles para la adopción, etc.

Es más, en los últimos años, estos casos no han hecho más que crecer en EEUU. Donde, desde 2019, es legal gracias a un fallo del Tribunal Supremo. Tanto es así que la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva ha emitido una serie de recomendaciones éticas en las que se pedía que, como mínimo, existiera algún documento de últimas voluntades que permitiera usar el semen congelado con este fin.

La realidad siempre va un paso más allá. Pero si ampliamos un poco el foco, descubriremos que ni siquiera eso es necesario. Por ejemplo, según contaba Bloomberg hace unos meses, cuando un soldado israelí muere en combate, los familiares pueden pedir que se extraiga el semen del cuerpo (algo que puede hacerse hasta unos días después del fallecimiento). Actualmente, hay cientos de niños engendrados de esta manera. Es decir, sin que haga falta el consentimiento explícito de los padres biológicos.

Una carrera contrarreloj... Lo cierto es que las nuevas técnicas de reproducción llevan años metiéndonos en un conflicto ético tras otro. Y lo seguirán haciendo porque, como analizó el Comité de Bioética de España en 2017, las casuísticas que pueden darse (y que se darán) son casi infinitas. Realidades como empresas o fundaciones que 'encarguen' hijos por gestación subrogada (y quieran actuar como 'tutores' legales) son cosas que no tardarán en plantearse.

...que está dejando mucho que desear. Frente a eso, los gobiernos solo han conseguido introducir parches legales y administrativos que no son capaces de ofrecer soluciones reales a unos problemas que desbordan la escala nacional. Como sostenía el filósofo Antonio Diéguez en Xataka, "no de los retos más importantes que tenemos por delante los próximos  años es un reto de tipo político: cómo conseguir el control democrático  de todo este poder".

En efecto, bajo la idea de "poner (o no poner) puertas al campo" late el problema de cómo "compatibilizar el desarrollo tecnológico y científico con el control democrático" y la dignidad de las personas.

Y es que, aunque creamos que "la ciencia y la tecnología son las mejores herramientas para el progreso social, político y económico", debemos de ser conscientes de que hay problemas  sociales "cuya solución no puede venir de la tecnología, sino de nuevas ideas". Ese es el problema ahora: que falta nuevas ideas para sacarles todo lo positivo y, a la vez,  "controlar lo peor del ser humano".

En Xataka | Cuando el ser humano deje de serlo

Imagen | GTRES

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