Square se la jugó a Apple con el minijack, y esa historia nos recuerda inevitablemente al mítico Spectrum 48K

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Square se hizo famosa por convertir cualquier iPhone o iPad en un TPV con el que se podía pagar. Bastaba con conectar un pequeño accesorio al puerto de auriculares y listo, ya tenías un lector de tarjetas que los comercios usaban para procesar esos pagos.

Lo más curioso de ese accesorio es que en Square lograron jugársela a Apple, que teóricamente solo ofrecía su conector Lightning. Si querías usarlo tenías que pagar royalties y ser bendecido por la empresa de Cupertino, pero en Square pensaron que igual había otra forma de lograr su objetivo. Quizás les inspiraron los pitidos de los módems y de los viejos Spectrum 48K.

Espera, no necesitamos el puerto Lightning, hay un minijack

La historia de cómo Square creó su lector de tarjetas es singular. La contaba Jim McKelvey, cofundador de Square junto a Jack Dorsey, que hace tiempo publicó su libro 'The innovation stack' para narrar precisamente cómo crearon y lograron llevar a Square a lo que es hoy.

En ese libro hay un pasaje que precisamente indica que conectar un lector de tarjetas al iPhone "era arriesgado". La única forma aprobada por Apple para hacerlo era usar su conector de datos, el puerto Lightning, pero "Apple tenía un largo y caro proceso de aprobación" para usar ese conector, además de requerir "chips especiales que tenías que usar, royalties en cada unidad, y un montón de normas adicionales" aparte de las que ya imponían las entidades financieras.

Sin embargo los ingenieros de Square se dieron cuenta de algo: el iPhone, como casi cualquier otro móvil de la época, tenía un conector de auriculares, un minijack, que estaba orientado a recibir señales de audio.

Es en ese momento cuando se les encendió la bombilla: "si podíamos hacer que los datos de la tarjeta de crédito aparecieran como la salida de un micrófono, podríamos leer esa banda magnética [de las tarjetas de crédito]" a través del conector de auriculares.

Resulta que el SDK que Apple ofrecía a los desarrolladores describía cómo usar el audio de la forma que Square se proponía, así que en la empresa pudieron "escribir algo de código sin tener que pedir permiso a nadie de Apple. Al usar el jack del micrófono para eludir las normas del conector del dock de Apple, pudimos tener un prototipo funcional en una semana".

El Spectrum 48K nos enseñó que el minijack era mucho más de lo que parecía

Hay quien dice que cuando Apple anunció su polémica decisión de quitar el puerto de auriculares de los iPhone 7 lo hizo en parte como venganza por lo que Square había logrado, pero eso parece muy poco probable.

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Lo que sí es cierto es que aquella decisión —con toda la polémica del 'coraje' incluida— hizo que Square tuviera que buscar otras formas de ofrecer sus servicios, que ahora también se basan en terminales de punto de venta en forma de móviles y tabletas (aunque siguen vendiendo los lectores que se conectan tanto al puerto de auriculares como a través del puerto Lightning).

Lo cierto es que la idea de utilizar el puerto de auriculares para transmitir datos no era en absoluto nueva. Era precisamente lo que por ejemplo hacían los viejos ZX Spectrum 48k para guardar o cargar programas y datos: el reproductor de cassettes se conectaba a través de un minijack.

Hay de hecho quien ha acabado ingeniéndoselas para analizar ficheros de audio para luego convertirlos en código que el ZX Spectrum 48k logra entender.

Sq Square tiene puntos de venta mucho más completos, pero sigue vendiendo sus lectores con conexión de minijack o de puerto Lightning.

Los proyectos que permiten transferir datos entre dos móviles Android con un cable de audio con un minijack en cada extremo demuestran que esa es otra alternativa curiosa para realizar ese proceso.

De hecho los proyectos en este sentido son tan curiosos —como este modem basado en la web— como numerosos, y en muchos casos se aprovecha el concepto que también aprovecharon los módems que se usaban para conectarnos a BBSs y a internet en los primeros tiempos.

Aquello, claro, tenía límites claros en cuanto a velocidad de transmisión, que a través de la línea telefónica podía llegar a los 8 kBps según algunos estudios. Muy lejos de los 600 MB o más que hoy en día solemos lograr con las líneas de fibra óptica.

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