Toneladas de vídeo, voz y datos. Los grandes satélites de comunicaciones garantizan la transmisión de todas esas señales desde el espacio y los domina un exclusivo club que agrupa a algunas de las empresas más poderosas del mundo.
Existen unos 1.830 satélites de comunicaciones en órbita. Más del 80% están controlados por corporaciones y su uso declarado es exclusivamente comercial. Todos los demás, por lo general, o los controlan directamente los estados o se encuentran entre sus principales clientes. Sus usos pueden ser civiles, militares e incluso mixtos.
Una de las preguntas que más exasperado pueden poner a un ingeniero de telecomunicaciones es para qué sirven esos carísimos aparatos que orbitan en torno a la Tierra. Pero cómo que para qué sirven, dirá. Para que tú hables por teléfono, veas el fútbol y, cada vez más, te conectes a internet cuando teletrabajas desde la casa de tu abuelo en un pueblo perdido sin apenas cobertura.
Para qué sirven
Con más paciencia y detalle, Juan Enrique González Laguna, director en Everis Aeroespacial, una compañía del Grupo NTT Data, divide los servicios de los satélites de comunicaciones en vídeo y datos. Los que ofrecen vídeo, matiza, “son los más veteranos”, e incluyen “la radiodifusión por satélite (canales de TV y radio, directamente, a los hogares por la antena parabólica del tejado), las trasmisiones en directo (por ejemplo, de eventos deportivos) y algunos otros casos de distribución en ciertos entornos y operadores”.
¿Y qué hay de los que ofrecen datos? Pues, afirma, “son más novedosos y están en pleno crecimiento”. Y destaca entre sus servicios el “acceso a Internet directo a la red troncal, bien a hogares individuales, HotSpots WiFi o, con enorme proyección a futuro, mediante Internet de las cosas (IoT); las comunicaciones con elementos móviles (trenes, aviones, barcos); el ancho de banda a los operadores móviles muy particularmente en zonas remotas (backhaul & trunking); los servicios de emergencia o para ciertos tipos de empresas con necesidades especiales y corporaciones y, por último, aquellos que requieren las muy específicas comunicaciones gubernamentales y de defensa".
Gustavo Alonso Rodrigo, profesor de la ETSI Aeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid y director del programa UPMSats, recuerda que “la prestación de servicios de comunicaciones por satélite fue la primera actividad espacial que se privatizó, en el sentido de que fueron empresas privadas las que aprovecharon la tecnología desarrollada por la NASA o la Agencia Espacial Europea y empezaron a diseñar, construir y lanzar sus propios satélites con el objetivo de explotar comercialmente sus servicios”.
Como cualquier otra actividad espacial, añade, “la industria de los satélites de comunicaciones requiere de grandes inversiones, con plazos de desarrollo generalmente largos, y con un riesgo tecnológico y comercial no pequeño. Además, el sector es global”. Por ello, reconoce, “ha estado tradicionalmente concentrado en pocos agentes, si bien es cierto que esto ha empezado a cambiar en los últimos años, gracias a que la tecnología permite reducir tanto las necesidades de inversión como, sobre todo, los tiempos de desarrollo”.
Quién ‘explota’ los satélites
Vicente Boria, catedrático de Ingeniería de Telecomunicación de la Universitat Politècnica de València (UPV), señala que “las operadoras que explotan estos satélites son, en ocasiones, herederas de las antiguas instituciones gubernamentales (tales como la estadounidense Intelsat, la británica Inmarsat y la francesa Eutelsat), que se han privatizado”. Algunas de ellas, sigue, “tienen parte de capital gubernamental” como la española Hispasat. Y se podría decir algo parecido de la tailandesa Thaicom o la china AsiaSat.
Las operadoras privadas son las más habituales en todo el mundo, y sus marcas incluyen, por ejemplo, las europeas SES, Telespazio y Arqiva o las estadounidenses EchoStar Satellite Services y Global Eagle.
Amazon no ha lanzado todavía ni un solo satélite al espacio
Dentro de las comunicaciones para usuarios móviles, cabe destacar a la realeza del sector, los gigantes estadounidenses Iridium y Globalstar, la burguesía innovadora de OneWeb (controlada por el estado británico, pero con una participación del 45% del conglomerado industrial indio Bharti Enterprises) y las jóvenes fuerzas revolucionarias de Starlink (fundada por Elon Musk bajo el paraguas de SpaceX) y, a corto plazo, Project Kuiper, propiedad de Amazon. Kuiper, es verdad, no ha lanzado todavía ni un solo satélite, algo que está a punto de cambiar.
Quién lanza los satélites al espacio
Naturalmente, para enviar un objeto enorme a miles de kilómetros, hace falta que alguien lo lance. Tan solo un puñado de multinacionales puede construir esas vertiginosas catapultas, que exigen, como reconoce el catedrático de Ingeniería de Telecomunicación de la Universitat Politècnica de València, “una tecnología muy puntera y relacionada, al menos en sus orígenes, con el entorno militar en el ámbito de los cohetes y misiles”.
Por ello, aclara, “no es de extrañar que el desarrollo de esta industria surgiera en los Estados Unidos y la Unión Soviética, dos países que han contado con diversas empresas del sector como las americanas SpaceX, Northrop Grumman o International Launch Services”. En Rusia, el mercado ahora está dominado por la agencia pública Roscosmos. La antes prestigiosa compañía ISC Kosmotras (un consorcio fundado por Rusia, Ucrania y Kazajistán) quedó medio muerta después de que Putin destrozase las relaciones con Kiev anexionándose la península de Crimea en 2014.
En las últimas décadas, las viejas potencias de la Guerra Fría han dejado de ejercer un dominio apabullante en el lanzamiento de los satélites. Un motivo podría ser la propia implosión de la Unión Soviética y la incapacidad de Rusia para seguir pastoreando a sus antiguos miembros. También cabe añadir la relativa decadencia de Estados Unidos, sobre todo tras las guerras de Irak y Afganistán y la última gran crisis financiera, que han acelerado el paso a un mundo multipolar.
El consorcio europeo Arianespace es uno de los líderes mundiales
Vicente Boria cree que en la multipolaridad espacial ha influido mucho la evolución de la Agencia Espacial Europea, que unió fuerzas con Francia para crear el consorcio Arianespace. Este consorcio ha alcanzado, según él, “una importante cuota del mercado mundial de lanzamientos de grandes satélites, empleando, entre otros, lanzadores propios de las series Ariane y Vega”.
No se puede subestimar tampoco el poder de China, India y Japón, que, como apunta el experto, también “han irrumpido con fuerza en la carrera del espacio”. China lanzó en febrero su cuarto satélite orbital y empezará a construir su nueva estación espacial este año.
De todos modos, la influencia estadounidense y, en menor medida, europea todavía sigue siendo enorme en el sector de los satélites de comunicaciones. Y eso se nota en los nombres de las principales empresas que los crean.
Imperios que crean satélites
Adriano Camps, coordinador científico de la Unidad María de Maeztu CommSensLab-UPC, director del NanoSat Lab de la UPC y también investigador del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), divide estos imperios en dos grupos: los que se ocupan sobre todo de los grandes satélites geoestacionarios que vuelan a 36.000 de altura y los que se dedican a otros mucho más ‘pequeños’ (pueden pesar cientos de kilos) y viajan a 2.000 kilómetros de altura como máximo. Estos segundos, como ya comentamos, suelen utilizarse para ofrecer servicios de comunicaciones para internet y usuarios móviles.
Camps recuerda que “tradicionalmente las comunicaciones por satélite se han realizado mediante aparatos geoestacionarios enormes, complejos, pensados para vidas de 15 años o más, y que costaban fortunas”. Esto imponía la necesidad, matiza, de “empresas de grandes dimensiones, típicamente o estatales, o con grandes proyectos públicos o de defensa”.
Las principales multinacionales que siguen dominando este territorio son, fundamentalmente, estadounidenses (Boeing Defense, Space & Security; Lockheed Martin; Northrop Grumman; Raytheon y SSL) y europeas (Airbus Defence & Space, Thales Alenia Space, OHB SE).
Los principales productores de satélites son EE.UU. y Europa
Las empresas del segundo grupo, las que crean aparatos más pequeños y que vuelan algo más 'bajo', incluyen, según Camps, desde redes de comunicaciones de satélites como las de Iridium u Orbcomm, aún operadas por grandes corporaciones, a proyectos de megaconstelaciones como las de OneWeb, la producción de satélites aún de dimensiones moderadas como en el caso de SpaceX o a los nuevos creadores de nanosatélites para aplicaciones de IoT (internet de las cosas) como [la relativamente diminuta startup] SatelioT”.
Cuidado con China, India (y Rusia)
Aunque la inmensa mayoría de las sedes de las multinacionales que hemos mencionado en este reportaje se encuentran en Europa o Estados Unidos, eso no significa que gigantes como China e India no vayan a tener muchísimo que decir en los próximos años.
Casi mitad del capital de OneWeb es de Bharti Enterprises (con sede en Nueva Delhi) y tanto la agencia espacial india (ISRO) como la china (CASC) están acumulando una experiencia vertiginosa y formidable en la producción, diseño y lanzamiento de satélites. En paralelo, existen desafíos que pueden mover las piezas del poder en el sector y, muy probablemente, los dos gigantes asiáticos van a utilizarlos para desplazar a sus rivales occidentales.
Vicente Boria, catedrático de Ingeniería de Telecomunicación de la Universitat Politècnica de València (UPV), recuerda que hay que “dotar a los satélites de capacidad de reconfiguración, mientras están ‘en órbita’, de sus zonas de cobertura terrestre, así como de las frecuencias, anchos de banda y niveles de potencia de las señales emitidas”. Además, sigue, hay que “incrementar su rendimiento (cantidad y calidad de los servicios ofertados) mediante la transmisión de datos con velocidades de terabits por segundo”.
Como colofón, todavía no sabemos quién va a dominar el nuevo e inmenso mercado de las grandes constelaciones de cientos y miles de pequeños satélites que permitirán ofrecer conexión de internet de alta calidad, a un coste moderado y en cualquier lugar del planeta. ¿Quiénes serán los rivales indios y chinos de Amazon (Project Kuiper) o Elon Musk (SpaceX)? ¿Alguien se imagina a Vladímir Putin esperando sentado a perder la próxima carrera espacial?
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