Es casi inherente al sistema de consumo moderno esperar o hacer colas frente a una pantalla para obtener determinados bienes. Es algo ya más que establecido para conciertos de música o sneakers de edición limitada. Ahora el proceso ha llegado a la reserva en restaurantes en grandes ciudades, un lucrativo negocio donde se puede ganar hasta 80.000 dólares al año por, en esencia, hacer cola online.
Nueva York, siempre los primeros. Hace unas semanas, New Yorker sacaba un reportaje donde desmenuzaba lo que estaba ocurriendo con las reservas de restaurantes en la Gran Manzana. Parece que tras la pandemia se ha dado una especie de obsesión por tener la agenda repleta de eventos sociales, y las reservas de restaurantes han vivido una explosión desde entonces.
¿Resultado? Reservas completas con 14 días de antelación a los seis minutos de salir las mesas, y ello ha derivado en la aparición de negocios como Appointment Trader, una especie de mercado online para que las personas compren y vendan reservas: desde experiencias de compras privadas, citas médicas o mesas en restaurantes de todo el mundo. No solo eso. En esta app los vendedores compiten para ganar “Traderpoints” y “medallas”, lo que les permite cargar más reservas y así ganar más dinero.
Dorsia, un “must” para millonarios. Así que de ahí pasamos a la aplicación más premium: Dorsia. El nombre ya es toda una declaración de intenciones, ya que surgió del universo ficticio de la novela 'American Psycho' donde el protagonista y sociópata, Patrick Bateman, trataba de reservar sin éxito el restaurante que lleva el nombre de la aplicación.
¿Cómo funciona? Los aspirantes a usuarios descargan la aplicación y permiten que la compañía escanee sus contactos (“La forma más rápida de ingresar es con tu red”, declara el sitio). Luego, responden algunas preguntas: empleador, cargo, nombre de usuario de Instagram o LinkedIn. Con todo esto, Dorsia trata de descubrir si eres el tipo de persona que pagará. Dicho de otra forma, si eres adinerado o directamente millonario, Dorsia es tu sitio de reservas, un espacio donde te aseguras las reservas más difíciles de muchas de las grandes ciudades llegando a pagar hasta 500 dólares (en el caso de Nueva York) por persona.
Un mercado secundario de lo más lucrativo. Lo que vemos es el resultado de la economía perversa de los nuevos tiempos. En Nueva York el precio no es suficiente para limitar la demanda de mesa en restaurantes, y aparecen en escena estos intermediarios/revendedores, que pueden ser desde estudiantes universitarios hasta ingenieros, gente que está ganando hasta 80.000 dólares al año. En estos casos, no vale con estar esperando para lograr la ansiada reserva. No, en el grado de profesionalización de estos revendedores a la caza de la mesa "más imposible" hay incluso bots en la cola.
Es algo que ya ocurría con la venta de entradas de eventos multitudinarios o en el de zapatillas de edición limitada (y su posterior reventa en sitios como StockK). Se utilizan computadoras que presionan el botón de actualización más rápido que tú o cualquier otro humano. Varios bots pueden estar revisando la aplicación simultáneamente, diez o incluso cien veces por segundo, las veinticuatro horas del día, hasta que uno encuentra la mesa de las ocho en punto en el sitio privilegiado de turno que ha sido programada para ocupar. En lugar de utilizar un teclado o un ratón, el bot ejecuta mediante programación el código subyacente de la aplicación de reserva.
Ciudad en modo FastPass. De la sensación de que mientras el ocio se masifica de forma irremediable, se va imponiendo el modelo FastPass de los parques de atracciones, dicho de otro modo, a dar prioridad a quien más paga. Mientras los locales de Nueva York aluden a tres horas de cola para comer en tu restaurante favorito en la era post covid, los más acaudalados pueden tirar de billetera para saltarse el proceso mientras estos intermediarios/revendedores hacen caja vendiendo su propio tiempo.
¿Y en España? Bueno, en España todavía no se está dando el grado de “sofisticación” de este mercado secundario de reservas para cenar, pero está en camino, sobre todo en las grandes ciudades. El año pasado, las reservas online en restaurantes se elevaron un 26% con respecto a 2019 según los datos de la plataforma online The Fork. La pandemia ha cambiado nuestros hábitos, pero las redes sociales también parecen influir en la aspiración de muchos por capturar el "momento cena" en lugares imposibles, algo así como un nuevo símbolo de estatus.
Es más, este boom de la “cultura de la reserva” parece incluso estar flexibilizando los horarios a la hora de ir a cenar, “para las dos partes es conveniente, ya que aumenta las mesas ocupadas y al cliente porque se asegura llegar con amigos podrá cenar”, explican desde la famosa pizzería Fratelli Figurato de Madrid.
Para los establecimientos, hay un efecto negativo a esta reserva desaforada: las “reservas fantasma”, aquellas que se anulan a última hora o, peor, cuando los comensales simplemente no aparecen. Por eso, en muchos establecimientos con “pedigrí” (y no tanto) ya es norma solicitar un pre pago, es decir, un pago por reservar y no comer, siendo en algunos casos de hasta 200 euros por la ausencia.
Imagen | PXhere, Pablo Monteagudo, RawPixel, One World Observatory
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