Elon Musk siempre se ha definido como un "absolutista" de la libertad de expresión. En Twitter eso es un problema

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Elon Musk ya es dueño de Twitter. El fundador de Tesla y SpaceX se hace así con una red social para la que plantea grandes cambios, y entre ellos, uno especialmente importante para él: lograr convertirla en un bastión de la libertad de expresión, algo que para él es "esencial para una democracia funcional". ¿Lo conseguirá? Las dudas, desde luego, existen.

Planteaba una nueva red, ya no hace falta. A finales de marzo, cuando aún no había realizado movimientos financieros, Musk —que se considera a sí mismo como un "absolutista de la libertad de expresión"— criticaba Twitter por su falta de respeto a la libertad de expresión. En aquel debate planteaba la posible creación de una nueva plataforma que ofreciese esa característica. La propuesta sonaba similar a la que Trump planteó con Truth, su fracasada red social, pero finalmente no ha hecho falta: Elon ya tiene el control de Twitter, y ahora queda por ver si cumple esa promesa sobre la libertad de expresión... y cómo la cumple.

Un reto gigantesco. Musk es un tipo bastante proclive al intervencionismo y a la agitación, y de hecho una de las grandes preguntas que surgen se centra en qué pasará con su (divertidísima) cuenta de Twitter ahora que él es propietario de la red social. La plataforma es en esencia una plataforma editorial que requiere decisiones editoriales, y aquí los planes de Elon Musk plantean dudas por su pasado.

La polémica 'woke'. Twitter siempre ha mantenido una línea 'woke', es decir, progresista y políticamente correcta en la que la libertad de expresión precisamente era pilar de su funcionamiento: los discursos de odio están prohibidos en los términos de uso del servicio.

Teóricamente Musk debería fortalecer esa filosofía, pero tras la caída de suscriptores de Netflix el propio Musk declaró que "el virus mental woke está provocando que Netflix sea imposible de ver". Con ese mensaje Musk criticaba precisamente esa libertad de expresión y esa defensa de la diversidad que es pilar de los contenidos de la plataforma de streaming. Si defiende la libertad de expresión, debería no tener problemas con la tendencia 'woke'.

Preocupación entre quienes defienden los derechos humanos. El organismo Human Rights Watch de de defensa de los derechos humanos mostraba su preocupación por la operación, y afirmaban que "la libertad de expresión no es un derecho absoluto, por lo que Twitter debe invertir en esfuerzos para mantener a sus usuarios más vulnerables seguros en la plataforma". Otras organizaciones como la American Civil Liberties Union expresaban también dudas e indicaban que "es muy peligroso que tanto poder recaiga en las manos de una única persona".

Lo cierto es que al final casi todas las grandes empresas operan en menor o mayor medida como una especie de "reinos unipersonales", y la crítica que hacen esos grupos también la hemos hecho a la inversa. Cuando Twitter censuró a Trump se (re)abrió el debate sobre qué se puede decir y qué no en redes sociales, y en febrero analizábamos también esas medidas de expulsar a los extremistas como hicieron Facebook, Twitter y YouTube al vetar cuentas como QAnon. Hacerlo es efectivo, sí, pero tiene un riesgo: la radicalización.

Musk no es tan fan de la libertad de expresión en Tesla y SpaceX. El autoproclamado "absolutista de la libertad de expresión" no lo es tanto en sus empresas. Como señalan en Bloomberg, ha silenciado y castigado a aquellos empleados que criticaban públicamente sus proyectos o prácticas en Tesla y SpaceX, y sus trabajadores firman acuerdos de confidencialidad que evitan que puedan demandar a sus empleadores.

Hay un precedente especialmente preocupante: En 2019 Tesla espió a uno de sus empleados, que filtraba información criticando el gasto desmesurado de Tesla. Una editora de The New York Times comentaba cómo Musk "ordenó a sus investigadores privados que convirtieran la vida de este empleado en un infierno en vida". Otros afirman que creerán en la promesa de Musk cuando por ejemplo deje a sus trabajadores hablar libremente sobre la creación de un sindicato en una de sus empresas, algo contra lo que Musk ha luchado con fuerza.

¿Libertad de expresión para todos o solo para él? Mientras evita ciertos comentarios y críticas internas en sus empresas, Musk no duda en hablar de todo y criticarlo todo y a todos de forma abierta y contundente. Incluso se mofó de la cúpula directiva de Twitter en diciembre de 2021.

Muchos le acusan además de usar Twitter como una plataforma promocional y publicitaria. El ejemplo lo tenemos en aquel esfuerzo que trató de poner en marcha durante las inundaciones de Tailandia.

Incluso ha perseguido a quienes criticaron su planteamiento —nosotros lo hicimos— y por ejemplo contrató a un detective tras ser demandado por llamar a uno de los miembros del equipo de rescate "pedo guy". Luego explicaría que con eso no se refería a que fuera un pedófilo, sino que era una forma de decir "viejo verde" en su Sudáfrica natal.

También despidió a un empleado seis días después de que publicara un vídeo en YouTube en el que mostraba un error en el funcionamiento de su sistema de conducción autónoma (FSD) y trató de evitar que un joven utilizara un bot para rasterar los movimientos de su jet privado.

Es mi Scattergories y me lo llevo. Las dudas crecen si tenemos en cuenta que el propio uso que Musk hace de Twitter es polémico y poco claro. Suele no contar con su propio equipo de comunicación en Twitter y raramente contesta a peticiones de la prensa finaciera, explican en Bloomberg. Incluso ha bloqueado a varios periodistas que cubren sus empresas.

Musk indicó en una charla TED que Twitter debería seguir bloqueando contenido según ciertos criterios geográficos. En Alemania es delito negar que el Holocausto sucedió, así que Twitter (y Facebook) oculta esos mensajes en ese país, y por tanto parece lógico pensar que esas medidas se mantendrán aun cuando algunos expertos creen que Musk está centrado en "la idea de que la libertad de expresión significa no borrar nada".

Eso parece peligroso —especialmente para colectivos vulnerables— y en esa lucha también habrá un apartado importante para, como dice Musk, "derrotar a los bots de spam o morir intentándolo". Ahora que el creador de Tesla y SpaceX tiene el control, veremos cómo maneja un reto que es enorme y sobre el que asoman dudas claras.

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