El 12 de octubre de 2021, las playas de la Manga del Mar Menor amanecieron cubiertas por miles de peces y crustáceos muertos. No es la primera vez que pasaba y, desgraciadamente, no parece que vaya a serla última: por un motivo u otro, el riesgo de que las masas de agua españolas se queden sin oxígeno es algo constante y muy difícil de atajar.
El mejor ejemplo son los pantanos de la cuenca del Júcar. Desde hace días, la Conferencia Hidrográfica está sacrificando toneladas de peces para evitar que el oxígeno se agote y se acaben muriendo decenas y decenas de especies (y contaminando las reservas hídricas de toda la comarca).
¿Qué pasa en el Júcar? Aunque la sequía ha salido de las principales preocupaciones de los españoles, hay amplias zonas del país donde sigue siendo un problema. Como contaba Esther Sánchez en El País, "el pantano de María Cristina, en Castellón, [...] solo cuenta con 0,33 hectómetros cúbicos de agua cuando su capacidad es de 18". En él, la CHJ ya ha sacado una tonelada de pescado. "Sobre todo, siluro".
Desde julio, se han extraído casi nueve toneladas de pescado en tres embalses de la provincia de Castellón. La mayoría de ellas son especies invasoras (como el siluro, "alburno, carpa común y prusiana, black-bass, percasol o carpín dorado"), por lo que esperan que se ayude también a mejorar la situación de especies autóctonas como el barbo mediterráneo o la madrilla.
Un buen ejemplo del valor de la investigación "básica". Porque, si la Conferencia Hidrográfica del Júcar puede hacer esto es porque desde hace años se llevan haciendo investigaciones en los embalses con la idea de conocer qué especies y qué cantidad de ellas viven allí. De hecho, según explicaban desde la misma CHJ, esos estudios se hacían para determinar cómo de buenos bioindicadores eran los peces de cara a evaluar la calidad de las aguas.
Ahora, esos datos son los que permiten hacer este tipo de intervenciones y, a la postre, permitir salvaguardad los ecosistemas de la región. Sin esos trabajos previos, estas actividades ni siquiera se habrían podido plantear.
Marinero en tierra. Y una vez tomada la decisión, los equipos están empleando todo tipo de técnicas marinas (desde redes de cerco a trampas fijas que se revisan diariamente) y otros enfoques como la electropesca (que utiliza corrientes eléctricas para ello).
Cada vez más cerca de lo inevitable. Conforme avanzamos en el siglo XXI cada día es más evidente de que tendremos que asumir la gestión integral de las cuencas hidrográficas y de los ecosistemas en general. El problema no solo es que sea algo caro, costoso y permanente; el problema es que se trata de un proyecto a larguísimo plazo que, sinceramente, en un mundo polarizadísimo y en plena transición energética, ninguna administración puede asegurar al 100%.
Es algo que tendremos que hacer, pero que no sabemos cómo hacer. Por eso, inciativas como estas son buenas: nos van a despejar el camino.
Imagen | Paul Einerhand
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