La resurrección del toki, el auténtico "ave fénix" que Japón ha recuperado tras años de extinción autóctona

La resurrección del toki, el auténtico "ave fénix" que Japón ha recuperado tras años de extinción autóctona
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En 2003 murió el que fue último ibis crestado de la isla de Sado en Japón. Kin (“oro”), una hembra de esta especie conocida como toki en Japón, moría a la nada desdeñable edad de 36 años. Hoy unos 500 ejemplares estas aves vuelven a poblar esta isla japonesa, gracias al éxito de un ambicioso programa de conservación que ha reintroducido este pájaro desde China en su país de origen.

El ave. La existencia del ibis crestado (Nipponia nippon), ibis nipón o, como se conoce en su país de origen, toki, está documentada desde el año 720 en la Nihon shoki, las crónicas de Japón. El ave tiene un tamaño de algo menos de un metro, y sus características más notables son su plumaje rosa claro y un pico fino, alargado y curvado hacia abajo. Su cabeza es de color rojo.

Crónica de una extinción. En la actualidad está catalogado como especie en peligro, pero es un ejemplo de éxito en la conservación de especies. Este pájaro no gozaba de buena reputación entre los agricultores japoneses al ser perjudicial para los cultivos de arroz (tanto la impopularidad como la popularidad extrema pueden ser perjudiciales para las especies). A pesar de ello, las leyes de caza vigentes en la era Edo de Japón (1603-1868) protegieron de facto a estas aves al restringir su caza a ciertas clases sociales.

Con la caída de la estructura feudal del shogunato y la industrialización de finales del siglo XIX popularizaron la caza de estas aves, hasta el punto de que hacia la década de 1930 su número se había reducido a las docenas. Los fertilizantes estuvieron a punto de ser el clavo en el ataúd de estas aves. En 1981 solo quedaban cinco especímenes, que fueron puestos en cautividad para su protección y para tratar de que se reprodujeran.

El regreso del ave fénix. Mientras tanto especie tampoco había encontrado un refugio permanente en Asia continental. El ave se había dado por extinta en la zona cuando también en 1981 de un puñado de tokis salvajes fueron hallados en el noreste chino, en la provincia de Shaanxi. Los esfuerzos de conservación chinos dieron fruto y en un encuentro en 1998 el entonces presidente chino Jiang Zemin prometió a su país vecino una pareja de estos pájaros.

Esta pareja llegó un año después, y otros ejemplares los siguieron. Cuando estos nuevos tokis llegaron a la isla de Sado, la ya anciana Kin era el último ejemplar nacido en Japón. Las aves que llegaban a la isla eran mantenidos en cautividad durante un periodo de aclimatación tras el cual eran puestos en libertad. Hoy por hoy ya se documentan las primeras crías nacidas en la isla en medio siglo. Tras el éxito en China y Japón, Corea del Sur también espera poder reintroducir este ave en su territorio.

Convencer a los reticentes. Pero importar aves no bastaba para mantener al toki en la isla de Sado, era necesario también reducir las amenazas que lo acechaban, especialmente los pesticidas. Se trató de reducir a la mitad el uso de estos químicos, lo que conllevó el rechazo inicial de muchos agricultores de la zona. La introducción de normas de eitquetado y la política de compra de arroz por parte de las autoridades a aquellos agricultores que cumplieran con la normativa ayudaron a la implementación de este límite.

Pero en última instancia el ave fue el principal incentivo. “fueron los propios tokis” los que convencieron a los agricultores, según explicó Sinchiro Saito, un agricultor de la isla de Sado, a las cámaras de AFP. “[Los agricultores] pensaron: ‘El toki vino a mis plantaciones de arroz, así que debería cultivar de manera que les agrade’ (…). Fue como un embajador ambiental”.

Masaoki Tsuchiya. La isla de Sado, situada junto a la costa oeste nipona es el escenario de la vuelta de este ave a Japón. En ella vive Masaoki Tsuchiya. A sus 72 años, Tsuchiya lleva ya 14 años saliendo por las mañanas en búsqueda de estos pájaros, en cuya búsqueda es ya experto. Su hijo Tomoki, quien trabaja por la conservación del toki, explicó a los reporteros de AFP que “para la gente de la isla de Sado el toki es un animal muy importante” y la posibilidad de su regreso los ha incentivado para cuidar mejor de su propio entorno.

Imagen | Danielinblue/Wikimedia COmmons

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