"Hemos pasado de héroes a villanos": cómo Kazajistán ha cerrado la puerta a la minería de bitcoin

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Los mineros de bitcoin se han convertido en los nuevos nómadas. No persiguen la caza, sino la energía barata. Eso les hizo migrar desde China a Kazajistán, que prometía ser el nuevo paraíso de la minería bitcoin. Lo fue durante unos meses, pero ahora esas expectativas se han derrumbado y los mineros vuelven a tener que mudarse.

De China a Kazajistán. China, que durante años fue el gran país minero de bitcoin del mundo, se cansó de serlo. Sus dirigentes iniciaron una persecución a toda actividad relacionada con las criptomonedas y eso provocó la mudanza de esa industria.

El destino ideal era Kazajistán, un país "pegado" a China que por tanto hacía fácil el traslado de las máquinas y que tenía una política aparentemente muy favorable a esta actividad. Su presidente, Kassym-Jomart Tokayev, anunció su intención de invertir 1.200 millones de dólares durante cinco años para atraer a la industria de minería de bitcoin. La energía estaba muy barata y la regulación era inexistente o laxa. Una bicoca.

The Great Crypto Shift Fuente: Rest of World.

La energía no eran tan barata al final. Como indican en Rest of World, la cosa se torció cuando los cortes eléctricos comenzaron a producirse. La demanda creció de forma sensible con la llegada de los mineros (un 7% de año en año) y el Ministerio de Energía culpó a los mineros, indicando que se iniciarían cortes a este tipo de actividad. Es curioso que el gobierno dijera digo para luego decir Diego, porque se sabe desde hace años que la minería de bitcoin es glotona a más no poder.

La cosa noo se quedó ahí: los impuestos comenzaron a ser un serio obstáculo para los mineros. Esa actividad hacía que la energía les saliese mucho más cara: primero crearon un impuesto de 20 céntimos por kWh usado en minería. En un mes el impuesto se multiplicó por diez, y Bağdat Musin calificó como "crimen económico" la actividad de los mineros que no registraban ese negocio. Por no hablar de los cortes de internet que pusieron en jaque la producción a principios de año, claro.

Denis Rusinovich, cofundador del Cryptocurrency Mining Group (CMG) llevaba trabajando en desarrollar esa industria en Kazajistán desde 2017, y como él mismo señalaba, "pasamos de ser héroes a villanos" (traducción libre de 'We went from hero to zero').

Qué ha pasado en Kazajistán. Según los analistas, la causa de esos cortes y apagaones no es la minería de bitcoin, sino una infraestructura que se cae a pedazos y que data de la era soviética. Hay además un tufo a corruptela, un mercado negro que hace que las centrales eléctricas puedan reservar cierta capacidad para sus propias necesidades a precio reducido, y se habla de cómo ciertas empresas pueden beneficiarse de esas reservas a través de acuerdos privados, algo que reduce la cantidad de energía disponible para su distribución.

El gobierno kazajo culpa a los mineros, a los que divide en dos grupos. Los "blancos", que registran su actividad, consumieron 700 MW, pero en el gobierno creen que los mineros "grises" (que operan de forma irregular) consumen el doble de esa cifra. Mientras tanto, unos mineros se culpan a otros, y se ha creado hasta una línea de WhatsApp para chivatos que denuncien a mineros grises a cambio de una recompensa.

Mejor nos vamos. Todo esto ha hecho que los mineros estén comenzando a mudarse y dejar atrás el efímero paraíso kazajo. Entre los destinos más populares parece estar Estados Unidos, que refuerza así su posición dominante en este mercado. Allí algunos ya están viéndole las orejas al lobo: en Texas los mineros necesitan una aprobación oficial para poder operar.

Algunos miran hacia Rusia con muchas dudas —no solo por la guerra de Ucrania:  su capacidad energética es al parecer "justita"—, mientras que otros están también considerando países como Argentina o Chile.

Imagen | Compute North

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