Hasta ahora, las granjas de criptomonedas solo minaban en la red. Ahora también quieren minar pozos de gas

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Muy a su pesar, los vecinos del condado de Elk, en el corazón de Pensilvania, se han visto en mitad de un amargo culebrón de tintes tecnológicos. ¿La razón? Unos cuantos pozos de gas natural. Y una compañía decida a sacarles provecho para la minería de bitcoins. A priori quizás parezcan ingredientes que no tienen mucho en común —¿Una comunidad rural, unos viejos pozos y bitcoins?—, pero juntos han dado forma a una historia que ya siguen con atención desde otras latitudes.

Razones hay para que así sea.

¿Qué ha pasado? Que los vecinos y las autoridades de Elk, un condado de 31.000 habitantes situado al noroeste de Pensilvania, se han encontrado con un inesperado dolor de cabeza. La razón son los cuatro pozos de gas natural situados en Longhorn Pad C, una plataforma instalada cerca de un cementerio y una iglesia metodista. El yacimiento se abrió en 2011, pero tras permanecer inactivo durante años se ha hecho cargo de él una empresa que quiere sacarle provecho a los pozos en lo que les quede de vida. El problema: al hacerlo ha generado molestias entre los residentes y reguladores que deben controlar la instalación.

¿Dolores de cabeza por qué? La historia la ha revelado Capital & Main, que explica que la compañía que se ha fijado en los pozos, Diversified Production, los está usando para un fin poco ortodoxo… Desde luego no el que se suele relacionar con un yacimiento: sacarles partido en la criptominería. Para lograrlo ha instalado una infraestructura ruidosa que ya ha generado un puñado de quejas de residentes. No solo eso. La empresa ha solicitado los permisos que exige la normativa, pero —siempre según Capital & Main— todavía no los habría recibido.

"Después de una inspección reciente, del Departamento de Protección Ambiental (DEP) determinó que Diversified estaba en infracción —explica Tom Decker, de la Oficinal Regional del Noroeste del DEP— ya que había instalado equipos para sus operaciones de criptomonedas antes de la aprobación del plan".

¿Pozos de gas para criptominería? Así es. La plataforma es propiedad de Diversified Energy Company, matriz de Diversified Production, que ha solicitado permiso para instalar motores y un generador para la minería de criptomonedas. El objetivo es usar la maquinaria en la conocida como "wellhead mining", lo que permitiría alimentar un centro de datos de criptomonedas con la energía de un yacimiento de petróleo o gas. La de Diversified sería la primera plataforma de su tipo en Pensilvania en afrontar un proceso de autorización para esa práctica.

¿Es una propuesta nueva? No. A principios de 2022 la compañía ConocoPhillips presentó un proyecto piloto en Bakken, Dakota del Norte, que busca aprovechar para el criptominado el gas que genera durante la extracción de petróleo. La iniciativa es sencilla y su filosofía de fondo no difiere mucho de la del proyecto de Elk: aprovechar el gas, un subproducto cuya comercialización no le resulta rentable y que acabaría quemándose, para la minería de Bitcoin.

La misma idea la han explotado en Giga Energy Solutions, compañía que aprovecha el gas de los campos petrolíferos de Texas para surtir de energía a los potentes ordenadores que se emplean en la minería de criptomonedas.

¿Qué empresa está detrás? Capital a Main señala a Diversified Energy Company, que define así su objetivo: "Adquirir y gestionar propiedades maduras de gas natural y petróleo para generar flujos de caja y proporcionar estabilidad y crecimiento para el beneficio a largo plazo de nuestros grupos de interés". Con ese propósito, la compañía se ha convertido en dueña y operadora de pozos de gas y petróleo repartidos por EEUU, con una importante presencia en los Apalaches.

La compañía, con sede en Alabama, reivindica su esfuerzo para "minimizar" su "huella ambiental" y recalca: “Nos enfocamos en mejorar y administrar los pozos de gas natural y petróleo desde la adquisición hasta el retiro”. No todos lo ven del mismo modo. Hay quien advierte del riesgo de que la empresa no pueda asumir el taponamiento de los pozos una vez se ha cumplido su vida útil y su impacto en el medio ambiente. Robert Routh, del Clean Air Council, advierte por ejemplo de las dificultades para cuantificar la contaminación de los pozos más alejados.

Imagen de portada: Bybit (Flickr)

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