El año pasado ARM presentó ARMv9, su primera arquitectura para chips en la última década. Con ella llegaron los primeros chips que la aprovechaban, y ahora la compañía ha anunciado la segunda generación de estos chips: llegan los ARM Cortex-X3, ARM Cortex-A715 y ARM Cortex-A510, pero esperad, porque aún hay más.
La gran sorpresa de hecho puede no estar en esas CPUs mejoradas, sino en las nuevas GPUs 'Inmortalis', que suceden a las Mali y que contarán por primera vez con soporte de trazado de rayos. Eso plantea móviles aún más preparados para gamers.
ARM quiere decir adiós a los 32 bits, pero no del todo
La más potente de todas estos procesadores es el Cortex-X3, que está orientado a obtener mayor rendimiento: según ARM es capaz de lograr hasta un 22% con respecto a los Cortex-X2. En la compañía incluso hicieron un guiño a su potencial papel en portátiles: sería, afirmaban sus responsables un 34% más potente que portátiles "de consumo" con un Intel Core i7 1260P de 28 W.
La eficiencia también parece haber ganado enteros, pero en ARM no parecían especialmente enfocados en ese apartado: con el mismo consumo los Cortex-X3 son más potentes que los X2, pero no se dieron cifras concretas de ganancias respecto a la generación anterior para estas CPUs.
En segundo lugar están los Cortex-A715, que son también una evolución de los Cortex-A710 del año pasado y que destacan por algo también importante: son chips que (como los Cortex-X2 y los Cortex-X3) únicamente soportan binarios de 64 bits, mientras que los anteriores aún seguían dando soporte a los de 32 bits.
La ganancia en rendimiento es modesta, de un 5%, pero no es mala noticia si tenemos en cuenta que estos núcleos son tan potentes como los Cortex-X1 que se lanzaron en 2020 y que por ejemplo son la base de los actuales Google Tensor.
Donde sí hay mejoras significativas en eficiciencia respecto a sus antecesores: son chips un 20% más eficientes que los Cortex-A710, lo que sin duda ayudará a alargar la autonomía de la batería.
Los últimos protagonistas en esa nueva familia de CPUs son los núcleos eficientes (little) Cortex-A510 que ganan un 5% en eficiencia y que curiosamente recuperan de forma opcional el soporte de binarios de 32 bits, algo curioso cuando la anterior versión de estos chips —también llamada Cortex-A510— solo ofrecía compatibilidad para 64 bits.
Apuesta por el raytracing
El otro gran anuncio de ARM fue la llegada de las GPU Inmortalis-G715, que destacan especialmente por ser los primeros núcleos gráficos de la compañía con soporte para trazado de rayos o ray-tracing.
Ese soporte permitirá contar con experiencias visuales —juegos, sobre todo— más fotorrealistas en las que la forma en la que se simula cómo la luz afecta a una escena —en reflejos, sombras, etc— es mucho más precisa y fiel a la realidad.
En la GPU Inmortalis G-715 se logra un 300% de mejora en trazado de rayos respecto a las GPUs Mali que apenas prestaban atención a ese apartado, y eso que el área de Shader Cores utilizada para este propósito representa menos del 4% del total del chip.
Los chips son además un 15% más potentes y un 15% más eficientes que los núcleos de las Mali-G715 anteriores, aunque también es cierto que este "rebranding" de las GPUs Mali cuenta con entre 10 y 16 núcleos Shader, cuando las Mali-G715 contaban con entre 7 y 9.
Hay una segunda GPU, la Mali-G615, que es más modesta (entre 1 y 6 Shader Cores). No ofrece soporte para trazado de rayos, pero sí para Variable Rate Shading, otra opción importante para juegos móviles.
Veremos cómo los aprovechan los Snapdragon, Dimensity y Exynos de 2023
A partir de aquí queda por ver cómo estos nuevos núcleos de CPU y GPU son aprovechados en futuros diseños de Qualcomm, Mediatek o Samsung, por ejemplo.
Es de esperar que los Snapdragon, los Dimensity y los Exynos de 2023 hagan uso de una combinación de esos Cortex-X3, Cortex-A715 y Cortex-A510 en sus futuros SoC, y que también aprovechen las nuevas prestaciones de las GPU Inmortalis-G715.
También será interesante comprobar cómo impactan estos núcleos en la teórica despedida (gradual, eso sí) de las aplicaciones móviles de 32 bits. Parece claro que ARM quiere aquí ir diciendo adiós a dichas opciones y forzar —con algo de margen— a que los desarrolladores den el salto definitivo a arquitecturas y binarios de 64 bits.
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