La nueva versión de Netflix de 'Cowboy Bebop' deja muy claro hasta qué punto el anime original era inimitable

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En cierto sentido, la adaptación del anime de 'Cowboy Bebop' a imagen real por parte de Netflix estaba condenada a tropezarse con críticas negativas o, cuanto menos, una fría recepción desde su mismo planteamiento. Igual que lo estarán, cuando lleguen -si llegan-, las adaptaciones de 'Akira' o 'Urotsukidoji', por decir un par de producciones míticas de la animación japonesa.

A las razones no hay que darle demasiadas vueltas: 'Cowboy Bebop', la serie creada por Hajime Yatate y emitida entre 1998 y 1999 (y que está disponible actualmente, en una especie de tiro en el pie muy de agradecer, en el catálogo de Netflix), es sencillamente redonda. Su estilo elegante e hiperestilizado, con una animación impecable, unos diseños vibrantes y una banda sonora a la que pocos elogios se pueden añadir a estas alturas, creó escuela. Y, más de dos décadas después, conserva intactas sus propiedades. Es sencillamente inimitable.

Y queda claro desde el primer y esforzadísimo capítulo de la serie de Netflix, que sirve como reflejo fiel pero, a su manera, también algo deformado, del arranque del anime. Hay una réplica de escenarios, actitudes, personajes, a veces con una precisión puntillosa muy interesante. Especialmente en todo lo que respecta a naves y decorados, y también en la propia planificación de la imagen: planos, montaje y uso de la música clonan con fortuna aquella especie de regurgitación de un spaghetti western con la cara lavada que era la serie original.

Y sin embargo... algo no termina de encajar. Todo está en su sitio, hay suficiente acción, hay momentos de ese dramatismo exagerado del anime, el casting es correcto (quizás John Cho como Spike sea el que queda más atrás de su personaje, pero debido a lo icónico de la actitud bigger than life del antihéroe, era inevitable). Pero algo falla. Hay algo en el ritmo de la acción, planificada de esa manera hipercinética que solo la animación es capaz de brindar. Hay algo en ese drama culebronero que, con actores reales, queda impostado donde en el anime era emotivo. No está clara la razón, pero pese al esfuerzo, esta nueva versión de 'Cowboy Bebop' va a rebufo de su modelo.

'Cowboy Bebop': el cielo ya ha sido tocado

La devoción que el público occidental tiene por 'Cowboy Bebop' tiene mucho que ver con su condición de puerta de entrada de toda una generación al anime, como para otras lo suponen 'Akira' o 'Dragon Ball'. En el caso de 'Cowboy Bebop', la serie llegó al recién nacido Adult Swim, el bloque de animación para adultos de Cartoon Network, en 2001. Ese año también se estrenó 'Cowboy Bebop: La película', y entre la escueta serie de 26 episodios y el largometraje se cimentó una fama de culto.

Por muy cuidada que sea su adaptación, Netflix no puede competir con eso, y es una pena. Porque a muchos niveles, la adaptación funciona: el inaprehensible elemento cool de la serie original es replicado con fortuna. La química entre los tres cazarrecompensas está ahí, y hay soluciones visuales ingeniosísimas, mitad retorcimiento par´ódico de las convenciones de la ciencia-ficción, mitad cine de acción de Hong Kong bien entendido (estupendo trabajo del coreógrafo Allan Poppleton), que funciona muy bien.

Los dramas entre los tres personajes (los flashbacks de Spike, la amnesia de Faye, los problemas familiares de Jet Black) encajan bien entre sí, y se desarrollan con fluidez, enriqueciéndose unos a otros durante la temporada. Y mientras tanto, la acción no deja de fluir, y la serie hasta se permite lanzar algún que otro mensaje anticapitalista sin profundidad pero muy resultón, un poco al estilo de ci-fi cínica que Netflix ya ensayó en la estupenda primera temporada de 'Altered Carbon'.

Cuando la serie se mantiene sintética y estilizada, como el anime, vuela por debajo, pero sostiene la comparación. Cuando empiezan a llegar secundarios (los episodios de una hora pesan) y a través del villano y de otros personajes se intenta inyectar músculo al lore, la cosa cojea. Porque más líneas de diálogo no necesariamente implica mayor profundidad dram´ática. Y no hay mejor prueba de ello que el 'Cowboy Bebop' original.

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