Este intenso thriller informático se ha encaramado al top de lo más visto en Netflix y garantiza un rato de fantasía hacker

The Takeover
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Un thriller europeo como tantos llegan a Netflix semana sí y semana también, pero algo especial tiene para haber escalado sin problemas a los puestos más altos de lo más visto en España en la categoría de películas. En el momento de escribir estas líneas figura en el segundo puesto de la clasificación, y tiene pinta de que va a disfrutar de un fin de semana muy holgado entre los éxitos sorpresa de la plataforma.

En 'La toma del poder', disponible en Netflix, se nos cuenta la historia de Mel Bandison, una hacker que consigue evitar gracias a su habilidad a las teclas del ordenador un intento de pirateo de un autobús eléctrico. Esa proeza tiene un efecto colateral: la caída de toda una red criminal internacional que opera en internet. De repente se convierte en objetivo tanto de los delincuentes como de las fuerzas del orden, y le tocará huir de ambos bandos y limpiar su nombre en compañía de una cita a la que conoció apenas una noche antes.

Con una duración ajustadísima de menos de noventa minutos y un reparto y equipo de absolutos desconocidos fuera de su nacionalidad de origen, los Países Bajos, 'La toma del poder' tiene no obstante unos valores indiscutibles: aparte de la concisión de su narrativa y la honestidad de querer ofrecer un divertimento efectivo sin más complicaciones, es una película que huye de puestas en escena rebosantes de modernidad y se acoge a ciertos aires de suspense clásico que entroncan la historia con nada menos que las epopeyas de falsos culpables de Alfred Hitchcock.

Los espectadores con callo, además, recibirán un suplemento energético extra en forma de cierta agradable nostalgia al recordar 'La toma del poder' a una versión sin la ingenuidad pero con las mismas buenas intenciones de 'La red', aquel otro thriller de la internet a la que se accedía vía módem pero que ya permitía hackeos buenos. Tiempos mandan, eso sí, y esta vez la intriga incluye deep fakes. Un entretenimiento claro, directo y sin complicaciones.

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