Estamos un poco más cerca de la era post-pantallas. La incógnita es si realmente queremos llegar a ella

  • La llegada de dispositivos basados en IA está siendo libre de pantallas en varios casos

  • Reducir nuestra exposición a ellas es reducir un vector de adicción

  • Son menos aislantes que las pantallas tradicionales

midjourney
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Humane lo tiene bastante difícil con su AI Pin. Parece caro, requiere otra suscripción adicional costosa, supone una difícil renuncia a todo lo que nos encanta de los smartphones y tiene algunas externalidades adicionales que dificultan aún más su compra. Quizás el recorrido del producto solvente los problemas de esta primera versión, pero a día de hoy creer muchísimo en ellos para otra cosa que no sea vender la empresa a una gran tecnológica que aproveche sus desarrollos es un acto de fe.

Dicho eso, son los penúltimos que se suben al carro de lo que podríamos llamar la era post-pantallas. No post-smartphone, sino directamente post-pantallas: la de los dispositivos que quieren comunicarse con nosotros e integrarse en nuestra vida trascendiendo a las pantallas tradicionales (smartphone, tablet, ordenador, reloj).

Voz, proyección y realidad aumentada

La propuesta de Humane es un bloque cuadrado que adherir a nuestra ropa para interactuar con él mediante la voz o mediante su proyector láser, aprovechando la palma de nuestra mano. Es complicado pensar que nos va a emocionar dejar el smartphone en casa para reemplazarlo por un dispositivo con el que no podemos hacer fotos ni vídeos, que se carga la intimidad de nuestras comunicaciones y con el que no podemos ni consultar un triste timeline de una red social.

Imagen: Humane. Imagen: Humane.

Hay más: en primavera, Sightful, una startup israelí, presentó Spacetop, un ordenador sin pantalla como tal: solo consta de teclado y trackpad... y unas gafas de realidad aumentada. Su propuesta, tener el equivalente a una pantalla de 100 pulgadas y múltiples escritorios superpuestos sobre el mundo real.

Imagen: Sightful. Imagen: Sightful.

Por supuesto, las Vision Pro de Apple siguen un principio similar, aunque con una batería mucho más limitada, un diseño algo más aparatoso, más capacidades en torno al posicionamiento espacial y un sistema operativo, visionOS, más enfocado como iOS que como macOS: más que un ordenador computacional, es una tablet computacional.

Sightful, al contrario que Humane, sí podría tener un desarrollo futuro mejor, con un factor de forma más pequeño y un campo de visión mayor. Al menos como un producto más vinculado a la productividad en movilidad que como un dispositivo de entretenimiento. Sabemos desde hace un tiempo que en general estamos dispuestos incluso a trabajar con dispositivos no-tan-estables si a cambio ganamos más ventanas simultáneas. De la droga se sale, de la multiventana no.

Luego están los que buscan dar una información más íntima que la de Humane, para un uso más continuado y en segundo plano que la de Sightful o Vision Pro, y permitiendo la retroalimentación. Son las que se enfocan en auriculares cada vez más inteligentes. Aunque a veces la inteligencia venga de la nube.

Es lo que está ocurriendo con ChatGPT desde hace unas semanas, que a través de su aplicación móvil permite conversar por voz con él, acercándonos un poco más al concepto que la película 'Her' popularizó en 2013 y que sigue pareciendo lejano... pero bastante menos que hace un año.

Este concepto viene de lejos si en vez de auriculares pensamos en altavoces inteligentes, pero hasta ahora su desarrollo comercial y de producto no ha sido el que podíamos esperar en 2015 y se han quedado en usos residuales.

La llegada de los LLM podría dar la vuelta de tuerca que este tipo de dispositivos necesitan para acercarse a las expectativas que teníamos sobre ellos, e incluso ir más allá. Por ejemplo, con la monitorización y codificación de todo aquello que decimos y escuchamos para crear un registro vital. Lo que propone Rewind con Pendant.

Imagen: Rewind. Imagen: Rewind.

Avi Schiffman está lanzando un dispositivo similar a un AirTag, pero con el grosor de dos, para convertirse en un asistente personal basado en IA que llevar sobre nuestra ropa, otra promesa en torno a poder escapar de las pantallas.

Y también están las Ray-Ban Meta, que no proyectan nada al frente ni sobre su lente, pero sí permiten ser controladas por voz, escuchar a través de sus auriculares y hacer fotos y vídeos (y no mucho más que eso).

Parece complicado de todas formas que empecemos a querer alejarnos de las pantallas si no es con una fuerte determinación causada por la voluntad de buscar eliminar una adicción. Las pantallas enganchan, como sabe cualquier niño que se pega a ellas como van las polillas a la luz, y como saben los adultos que pasan más tiempo del que les gustaría admitir haciendo scroll en su smartphone.

Pero también parece evidente que empieza a haber una cierta tendencia para reducir el consumo de pantallas que tanto nos sedujo en los años diez hasta llegar a un nivel preocupante para demasiada gente.

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