Las videollamadas cansan, pero no a todos por igual. Las mujeres, los empleados que se acaban de incorporar a la empresa y quienes tienen webcams con encuadres muy cerrados –y, por lo tanto, enfocan sus rostros con más detalle- son los más afectados por la conocida como fatiga de Zoom, según un reciente estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología.
En el caso de las mujeres, la investigación señala que la presión social por ofrecer una buena imagen de sí mismas y por tener que demostrar sus competencias frente a los hombres hacen que se estresen y se esfuercen más, lo que provoca que su nivel de fatiga sea superior al de sus compañeros varones.
Los nuevos empleados, por su parte, sienten que tienen que mostrar más cosas en los chats de vídeo porque muchos de sus compañeros apenas les conocen, o no les conocen en absoluto. Asimismo, los recién llegados también prestan más atención a los detalles y la comunicación no verbal de sus interlocutores de la pantalla, para averiguar tanto si lo están haciendo bien como si el ambiente y la filosofía de la empresa encajan con sus propios valores y perspectivas.
Por último, el estudio señala que, además del sexo y la antigüedad en la empresa, otro factor que influye en la fatiga que provocan las videollamadas es el encuadre que haga la webcam del usuario. Los dispositivos que se centran en el rostro del empleado provocan más estrés a éste porque muestran su cara a los demás con mucho más detalle y, además, tanta cercanía puede llegar a intimidarlo. Por eso, apuntan que sería interesante estudiar si otro tipo de cámaras, como las de visión lateral o las que tienen lentes gran angular –cuyo enfoque es mucho más abierto- pueden ayudar a reducir el cansancio.
Esta nueva investigación viene a confirmar lo que ya apuntaban otras anteriores sobre las videollamadas: que estar expuestos constantemente a nuestra propia imagen en una suerte de espejo mientras estamos reunidos nos estresa, nos distrae y, en definitiva, nos cansa más. Pero, a diferencia de las anteriores, ahonda en que esta fatiga afecta en mayor medida a aquellos grupos que, según el estudio, se preocupan más por su imagen, ya sea por cuestiones sociales o laborales, y a los que se ven con más detalle, puesto que la mayor cercanía puede poner de relieve más defectos.
La opción de apagar la cámara
Por lo tanto, el estudio señala que el exceso de videollamadas puede acabar creando desigualdad entre los trabajadores de la empresa, ya que aquellos que acusen mayor cansancio aportarán menos y, a la larga, serán peor vistos por los jefes por rendir menos que sus colegas.
Así, los autores de la investigación señalan que dar la opción de apagar la cámara en las reuniones por videollamada puede ser una solución efectiva para reducir la fatiga provocada por verse a uno mismo constantemente. No obstante, también subrayan que en el cansancio derivado de los chats de vídeo pueden influir otros factores, por lo que otros estudios deberán ahondar en ellos y probar si comunicarse sólo por voz es más efectivo en todos los casos.
Esta es una de las limitaciones del estudio, que sólo se centra en el cansancio provocado por ver la imagen propia reflejada en la pantalla, pero la investigación tiene algunas más. Por ejemplo, que sólo midió la fatiga de un solo día de trabajo, por lo que sus resultados no son válidos para el largo plazo, o que los sujetos sometidos a las pruebas eran conscientes de ello, lo que podía contribuir a aumentar su estrés al sentirse doblemente observados.
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