La delirante estafa de la liga india que embaucó a jugadores rusos: YouTube, Telegram, unos cuantos deportistas falsos... y mucho morro

La delirante estafa de la liga india que embaucó a jugadores rusos: YouTube, Telegram, unos cuantos deportistas falsos... y mucho morro
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Todo encajaba. Más o menos. Cada vez que un ruso aficionado a las apuestas quería jugarse un puñado de rublos en la liga india de cricket solo tenía que conectarse a su canal de YouTube, echar un ojo a cómo marchaba el partido del día y hacer su apuesta vía Telegram. Era fácil. Rápido. Más o menos transparente. Y a modo de guinda ofrecía el plus de arriesgarse con un deporte exótico.

Todo ventajas.

O no.

El problema es que ni lo que veían los apostadores de Moscú o San Petersburgo eran partidos reales, ni el dinero que ponían sobre la mesa se movía en un auténtico circuito de juego. Al contrario. Quienes apostaban eran víctimas, los jugadores hacían de simples figurantes y en aquel negocio no había otra cosa que una chusca y delirante estafa casera, digna de Esteso y Pajares.

El Razzie a la mejor-peor estafa

Si hubiese unos premios Razzies de las estafas, la que acaba de desmantelar la policía india en Gujarat estaría nominada sin duda en las categorías de actores principales y de reparto, efectos especiales, sonido, guion, banda sonora y, por supuesto, cómo no, montaje y dirección.

Bazas tiene, desde luego.

La liebre saltó cuando un agente local de la remota Molipur se dio cuenta de que unos cuantos hombres se reunían por las mañanas y las tardes en una granja de la zona para jugar partidos de cricket. Quizás dicho así no suene muy sospechoso, pero es que el grupo encendía grandes focos, todos vestían los equipamientos de algunos de los principales equipos de la liga india e incluso contaban con las indicaciones de un árbitro constantemente colgado de un walkie-talkie.

Demasiado para una pachanga entre unos cuantos amigos.

Cuando los investigadores empezaron a indagar se encontraron con que lo que estaban haciendo los jóvenes, en realidad, era simular partidos de la liga india de cricket. Y no porque les pudiese una pasión forofa y desaforada. No. Los encuentros se retransmitían vía YouTube para que a miles de kilómetros de allí, en la lejana y fría estepa rusa, algunos incautos aficionados a las apuestas se animasen a jugarse sus rupias. Los encuentros, claro está, estaban amañados para que los responsables de la estafa pudiesen conseguir el máximo beneficio posible.

Así estuvieron durante unos 14 días, hasta llegar a lo que suponían que eran las semifinales de su particular remedo de liga y estafar miles de dólares a los apostadores rusos. El diario The Guardian precisa que al menos uno de los acusados de orquestar el engaño había recibido una primera cuota de más de 300.000 rupias, el equivalente a más o menos 3.700 euros.

¿Cómo pudieron conseguirlo?

Pues como en las buenas pelis de serie B, con más ganas, voluntad e imaginación que recursos.

Con algo de morro, también.

Para empezar la estafa parecía apuntar a apostadores sin demasiado dominio de la liga de cricket india. Su nombre es distinto —la falsa se autodenominaba Indian Premier Cricket League; la original es Indian Premier League (IPL)— y fechas y calendarios ni siquiera coinciden. Quizás en un intento por evitar que los estafados identificasen la auténtica competición y se oliesen el engaño, la liga de pega arrancó tres semanas después de la finalización, en mayo, de la original.

Para las apuestas utilizaban un canal de Telegram y los partidos se retransmitían por YouTube.

Por poco informados que estuvieran los rusos del cricket indio, la gran pregunta es: ¿Cómo consiguieron los estafadores imitar partidos profesionales? La IPL es al fin y al cabo un negocio milmillonario y un auténtico espectáculo de masas. Sin ir más lejos, su órgano regulador acaba de vender los derechos de transmisión de TV y digital por unos 6.200 millones de dólares.

Para dar el pego los estafadores contrataron a obreros y desempleados, unos 24 jóvenes a los que vestían con uniformes de equipos profesionales y pagaban 400 rupias por partido, lo que no llega ni a cinco euros. Su trabajo consistía, básicamente, en hacer el paripé con apariencia de profesionales.

En el campo, con ellos, había un falso árbitro que recibía las indicaciones que le cantaban por walkie-talkie los responsables de la estafa, atentos desde sus ordenadores a la evolución de las apuestas rusas. Para que el engaño no llamase mucho la atención los falsos jugadores conocían algunas señales con las que les indicaban, por ejemplo, cuándo debían lanzar una bola lenta.

Los partidos se jugaban en una granja remota de Gujarat, nada que ver desde luego con estadios profesionales como el MA Chidambaram, con capacidad para 50.000 espectadores. Mostrar planos abiertos o panorámicas habría hecho saltar las alarmas incluso del menos puesto en cricket, así que las retransmisiones se centraban solo en los jugadores y se acompañaban con un audio enlatado que reproducía los silbidos, coros y gritos del público. Público, por supuesto, que no estaba por ningún lado en la granja de Gujarat. Allí solo había figurantes. Y estafadores.

La estampa se completaba con algunos extras que daban al streaming cierto aroma de de profesionalidad, como indicaciones con las puntuaciones en pantalla e incluso un logo de la BBC. Por si a alguien le quedaban dudas, la banda llegó a contratar a un locutor que se encargaba de narrar los encuentros imitando a Harsha Bhogle, uno de los comentaristas más populares del país.

Suena estrafalario, pero funcionó durante un tiempo.

En total los agentes indios han acusado a unas cuatro personas como responsables de la estafa, una de ellas trabajó un tiempo en un pub de Moscú famoso por las apuestas. Allí, en Rusia, asegura, un compañero y supuesto socio en la estafa le sugirió la idea de la liga de cricket falsa.

El resto es ya materia para la crónica chusca delictiva.

Imagen de portada | Public.Resource.Org (Flickr)

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