Son muchas las dudas que se nos plantean cuando estamos pensando en comprar un ordenador nuevo. ¿Intel o AMD? ¿GeForce o Radeon? ¿HDD o SSD? Generalmente estas preguntas son relativamente fáciles de responder y terminamos configurando un equipo ajustado a nuestras necesidades. Hasta que llegamos al asunto de la torre. Aquí mucha gente toma la mala decisión de comprar la caja que simplemente le parece más bonita.
No es siempre la mejor idea, especialmente si hablamos de un equipo para juegos. Igual que nadie metería un sillón Eames de 3.000 euros en un trastero, hay que saber escoger el hogar que tendrán nuestros componentes. Solo así lograremos el máximo rendimiento, pero también disfrutaremos de la capacidad de ampliación adecuada y hasta podremos alargar su vida útil. Todo ello con solo conocer unos conceptos básicos.