Ningún acontecimiento ha determinado tanto la historia moderna de España como la Guerra Civil. La contienda no sólo dividió al país en dos, sino que sirvió de anticipo a la Segunda Guerra Mundial y ofreció un fértil campo experimental en diversas áreas. Una de las más destacadas fue el periodismo, y más concretamente el fotoperiodismo. Por primera vez en la historia, los fotógrafos lograron capturar las emociones, la crueldad y la vida en el frente como jamás se había hecho antes.
El carácter es valorativo, no cuantitativo: si bien la fotografía bélica se remonta a un conflicto tan lejano en el tiempo como la Guerra de Crimea, lo cierto es que por aquel entonces los archivos fotográficos tenían un carácter más documental que narrativo o artístico. La Guerra Civil cambia la tendencia, y por primera vez los fotógrafos proyectan las imágenes de los soldados, de la retaguardia o de la contienda hacia la cualidad estética y editorial. Montajes incluidos.
De forma paralela, dos décadas después de la Guerra Civil las cámaras fotográficas eran más manejables, baratas de producir y accesibles. El resultado fue que el conflicto se cubrió en profundidad, y un archivo fotográfico gigantesco producido tanto por periodistas independientes como por los fotógrafos a sueldo o bien del bando republicano o bien del bando nacional. Más de 44.000 fotografías progresivamente digitalizadas en los archivos de la Biblioteca Nacional.
Alrededor de 11.000 han sido incorporadas a la base documental abierta de la BN, para goce de quienes amen tanto la historia como la fotografía. El catálogo se divide en función de si las fotografías representan la acción en el frente o en la retaguardia, además de una división geográfica y temática de las galerías. Las fotografías han pasado por las manos de diversas instituciones del estado durante las últimas décadas, y la BN lleva digitalizándolas y difundiéndolas desde 2009.
La colección, huelga decir, es fantástica. Permite no sólo acercarse a las habituales y consabidas escenas del frente y de las trincheras, sino también al estado de las ciudades y de los pueblos derruidos, a la situación de los presos capturados por cada uno de los bandos, y a la migración masiva de refugiados. Se incluyen entradas triunfales en ciudades conquistadas, discursos abarrotados de Azaña en Valencia y recibimientos a las tropas franquistas.
Ante todo, el archivo documental es una herramienta estupenda para adentrarse en la realidad física y visual de la Guerra Civil española. El conflicto está aún muy vivo en la memoria popular y sigue presente en grandes espacios de la agenda política y mediática. Sus imágenes dotan de sustento real al imaginario colectivo sobre la guerra. Con más de 44.000 digitalizadas, la Biblioteca Nacional se encarga de mantenerlo vivo para quien desee explorarlo.
Prisioneros capturados en Castellón, en junio de 1938. Se trató de un acontecimiento clave en la recta final de la contienda. Las tropas republicanas perderían la provincia de Castellón para siempre. (Biblioteca Nacional)
Más soldados republicanos capturados en Castellón. (Biblioteca Nacional)
Soldados republicanos capturados en plena ofensiva. (Biblioteca Nacional)
Las autoridades visitan los lugares bombardeados por la Aviación Republicana en Salamanca, durante los primeros meses de la contienda. Salamanca cayó rápidamente en manos de las fuerzas nacionales, pero los republicanos lanzaron breves campañas de bombardeos sobre la capital y sobre la provincia. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Una señora aguarda en la calle con su ajuar al lado de su casa, derruida por los bombardeos. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Diversas mujeres caminan con sus pertenencias en el centro de Salamanca. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Un edificio derruido a causa de los bombardeos en Salamanca. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Vecinas de Fruiz, en Vizcaya, charlan con los recién llegados soldados nacionales. A la altura de junio de 1937 el Frente Norte se estaba derrumbando, dejando expuestos todos los territorios asturianos, cántabros y vascos, controlados por fuerzas republicanas y nacionalistas (PNV). (Biblioteca Nacional)
Soldados nacionales aguardan la entrega de tábaco en Fruiz. (Biblioteca Nacional)
Un puesto avanzado nacional en los alrededores de Fruiz, montado tras la caída del pequeño pueblo. (Biblioteca Nacional)
Un grupo de soldados nacionales en Fruiz. (Biblioteca Nacional)
Un convoy de refugiados regresa a Fruiz tras la caída de la resistencia republicana. (Biblioteca Nacional)
Vacas pasean por la localidad de Reinosa a la llegada del bando nacional. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Tropas franquistas en Reinosa, en agosto de 1937. La caída de la localidad cántabra precedió a la toma de Santander, a la postre definitiva para desestabilizar la totalidad del Frente Norte. En un principio, Cantabria se había mantenido leal a la legalidad republicana. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Vecinas de Reinosa reciben comida de los soldados franquistas. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Las tropas franquistas descansando en el centro de Reinosa, al poco de su caída. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Una vecina de Reinosa con víveres proporcionados por el bando nacional. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Soldados republicanos se preparan para la defensa de Madrid, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Un soldado republicano apunta con su rifle desde su trinchera en Madrid, cerca del Puente de los Franceses, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Tropas republicanas preparan la defensa de Madrid en 1936. (Biblioteca Nacional)
Cinco soldados republicanos posan en su trinchera, en Madrid, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Jóvenes prisioneros republicanos en Aranda de Duero, a mediados de 1938. (Biblioteca Nacional)
Prisioneros republicanos heridos en Lerma, Burgos, a mediados de 1938. (Biblioteca Nacional)
Un grupo de prisioneros republicanos heridos en Lerma. (Biblioteca Nacional)
Una escena sin identificar del frente madrileño, en El Escorial. (Biblioteca Nacional)
Soldados republicanos sin identificar. (Biblioteca Nacional)
Otros soldados republicanos sin identificar. (Biblioteca Nacional)
Un niño hace el saludo fascista a la entrada de las tropas marroquíes (nacionales) en Madrid. (Biblioteca Nacional)
Las tropas nacionales entran en un Belchite devastado por los bombardeos. (Biblioteca Nacional)
Soldados nacionales hacen el saludo franquista en Belchite. (Campúa/Biblioteca Nacional)