Tener un hijo con un hombre muerto ya es posible. Aunque su legalidad (o moralidad) no esté clara

Mujer embarazada
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Ellidy Pullin daba la bienvenida al mundo a una bebe hace tres días. No fue un parto normal. Lo extraño del asunto era que su marido (y padre de aquella niña) había muerto 15 meses antes. El bebé fue concebido mediante FIV utilizando esperma que había sido recuperado del hombre inmediatamente después de su muerte. Un procedimiento que es legal en algunos lugares bajo ciertas condiciones.

Aún así, y pese haber provocado una efusión de amor en Estados Unidos, también plantea un debate ético sobre cómo alguien puede seguir dando vida después de la muerte y sobre la legislación existente.

La historia. El atleta olímpico australiano Alex "Chumpy" Pullin y su mujer Ellidy habían estado tratando de tener un bebé antes de su muerte en julio de 2020. Se cree que murió a causa de un desmayo mientras contenía la respiración bajo el agua haciendo buceo. Ambos estaban preparados para someterse a una FIV y, hace meses, ella publicaba una foto de su embarazo en Instagram. "La fecundación in vitro estaba en nuestras cartas, pero no era algo que jamás imaginé que abordaría por mi cuenta".

Ellidy recurrió al esperma de su marido, que tuvo que "apresurarse" a recolectar después del accidente. Eso implicó muchas firmas de documentos legales y judiciales con los padres del deportista, así como diferentes temas legales con los forenses, los abogados y el médico. "Me preguntaron: '¿Qué vas a hacer cuando te pregunte sobre su papá?'". En diciembre, Ellidy se sometió a la transferencia de un embrión, pero lo perdió a las siete semanas. La siguiente transferencia sí funcionó.

 

El procedimiento. Nuestros cuerpos, al parecer, mueren en partes y poco a poco. La literatura científica aconseja a los médicos extraer y congelar una muestra de esperma dentro de las 24 a 36 horas posteriores a la muerte, pero algunos casos muestran que, en las condiciones adecuadas, los espermatozoides viables pueden sobrevivir mucho más allá de esta fecha límite. Y no tienen que ser rápidos y perfectos, solo estar vivos. Todo lo que se necesita es un solo espermatozoide inyectado en un óvulo.

Pero primero alguien debe recuperarlo. Hay varias formas en que se pueden recolectar los espermatozoides, incluida la extracción con aguja. Un método consiste en insertar una aguja en el testículo y extraer algunos espermatozoides. Otro consiste en extraer quirúrgicamente el testículo o el epidídimo y separar los espermatozoides del tejido. Otra opción es la eyaculación con sonda rectal, también conocida como electroeyaculación.

¿Una práctica ética? Todo esto nos lleva a su vez a hacernos la pregunta de si es moral y ética esta práctica. Primero, algunos argumentarían que sin permiso del padre, se estaría "corrompiendo" la línea sucesoria de este. Su historia y memoria. Y también la necesidad de que exista regulación al respecto, como en la donación de órganos, que el fallecido tenga que dejar sus voluntades por escrito. ¿Cómo sopesan los médicos y las juntas de revisión las decisiones sobre la extracción de esperma post-mortem? "Como la mayoría de los temas relacionados con la ética reproductiva, sus mayores preocupaciones son respetar los deseos y el consentimiento del paciente", explicaba Elizabeth Yuko, bioética, en este reportaje de la BBC.

"En este caso, porque el paciente ha fallecido, esto lo complica un poco, pero también se quiere respetar el bienestar del futuro hijo. En muchos casos se está adivinando cuáles son los deseos del fallecido". Cuando un hombre ha dejado en claro sus deseos, los derechos de los muertos casi siempre suplantan los derechos de los vivos.

La opinión pública. Un lugar donde se les pregunta a los hombres sobre el destino de su esperma después de la muerte es en un banco de esperma. Un grupo de investigadores exploró esos datos. De alrededor de 360 ​​hombres con diagnóstico de cáncer o infertilidad que almacenaron esperma en un banco de Texas, casi el 85% consintió su uso post-mortem. En una encuesta telefónica de EEUU, se le preguntó a las personas si querrían que su cónyuge pudiera usar su esperma (o óvulos) después de su muerte para tener un hijo: el 70% de los hombres de 18 a 44 años dijeron que sí.

Durante las últimas cuatro décadas, las actitudes hacia el tema parecen haber cambiado. Un artículo del British Medical Journal de 1998 que discutía la ética de la recuperación de esperma decía: "Los médicos han sancionado inconscientemente el uso de cuerpos de hombres muertos para la satisfacción de las mujeres". El artículo concluía que los médicos "deben encontrar el valor para decir no a agredir a pacientes vulnerables con muerte cerebral".

¿Qué dice la ley? La legislación sobre donación póstuma de esperma varía según el país y el estado. En Queensland, el estado australiano de Ellidy, está permitido cuando un "oficial designado" está convencido de que el difunto no se opondría y cuando la familia inmediata consiente. En Alemania, Suecia, Francia, Canadá no es legal. En el Reino Unido, no está permitido a menos que el hombre haya dado su consentimiento previo por escrito. En Israel, el consentimiento implícito es suficiente: un hombre fallecido no necesita haber dejado un documento escrito. Y en EEUU no existe una legislación nacional al respecto, y sólo depende de los estados y las instituciones. De hecho, sólo considera tales solicitudes de la esposa del fallecido y requiere "pruebas convincentes" de que el hombre tenía la intención de tener hijos con ella.

El consentimiento del familiar disponible también es importante. El procedimiento también debe ocurrir dentro de las 24 horas posteriores a la muerte y la familia debe poder pagar la congelación y el almacenamiento. Los espermatozoides son especiales. Varias sentencias judiciales recientes han otorgado a los espermatozoides un estatus legal más alto que el de la sangre, la médula ósea o los órganos. En línea con este punto de vista se encuentran posiciones como la de la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva, que argumentó en 2013 que, "en ausencia de una directiva escrita, es razonable concluir que los médicos no están obligados a cumplir con ninguna de las solicitudes de un cónyuge o pareja sobreviviente".

El caso Español. En 2016, Francia autorizó a inseminar a una española con el semen de su marido muerto. El caso fue totalmente "excepcional", según el Consejo de Estado francés. En Francia, la inseminación post-mortem está prohibida, mientras que en España puede realizarse, en un plazo de un año tras la defunción. Nicola Turri había hecho congelar su esperma en 2013 antes de un tratamiento contra el cáncer que podía dejarlo estéril. Pese a superar la enfermedad, dos años después fue diagnosticado con leucemia y falleció una hora antes de firmar ante notario su consentimiento para la reproducción asistida.

Su esperma estaba conservado en París. La demanda de la mujer fue inicialmente desechada, pero recurrió hasta llegar ante el Consejo de Estado, donde ganó el juicio. La sentencia, eso sí, no sentó jurisprudencia, y por ello "no invalida la prohibición de la inseminación post-mortem en vigor en Francia", indicó el letrado. En Francia, varias mujeres han recibido la negativa de la Administración al solicitar ser inseminadas con esperma de sus parejas fallecidas.

Imagen: Pexels

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