Ser hijo primogénito significa muchas cosas. Pero sobre todo que eres el experimento de tus padres. Lo hemos escuchado mil veces: "Con el primero estábamos muy atentos. ¿Con el segundo? Ya más tranquilos, es más fácil". Pero para el niño en cuestión, a veces ser el primero es más complicado a todos los niveles y querer renunciar a todas las responsabilidades que conlleva el título es lo más normal del mundo. Sin embargo, los estudios muestran que todo parece dar sus frutos al final.
Diversas investigaciones hacen hincapié en que los hijos primogénitos obtienen mejores resultados en las pruebas de coeficiente intelectual y tienen más probabilidades de triunfar que sus hermanos menores.
Los estudios. Una y otra vez, las investigaciones han demostrado que los hijos primogénitos son mejores en muchas más cosas que sus hermanos menores: obtienen mejores resultados académicos y tienen más probabilidades de convertirse, digamos, en el próximo presidente del Gobierno que sus hermanos o hermanas menores. Y, en el otro extremo del espectro, los primogénitas tienen menos probabilidades de consumir drogas y quedar embarazadas en la adolescencia.
Por lo tanto, probablemente no sorprenda a nadie que a los hijos primerizos les vaya mejor en la escuela que a sus hermanos menores. Es también uno de los hallazgos documentados en un estudio de los profesores de la Universidad de Washington en St. Luis , V. Joseph Hotz & Juan Pantano. Pero está mucho menos claro por qué el orden de nacimiento parece importar tanto para el nivel de rendimiento escolar.
¿Por qué? Se han postulado muchas teorías, que van desde la genética hasta la estabilidad de la vida familiar y la dinámica de enseñanza entre hermanos. El estudio ofrece una explicación diferente: todo se reduce a la reputación de los padres de mantener la disciplina con sus hijos. Las reputaciones son importantes para los políticos, los maestros e incluso los vendedores de coches. Menos obvio, pero igualmente importante, es la reputación de los padres ante los ojos de sus hijos.
La idea básica es la siguiente: hay dos tipos de padres: los que en el estudio llaman "no perdonadores" porque castigarán el bajo rendimiento escolar, independientemente del orden de nacimiento del niño, y los que "perdonan", lo que significa que no les gusta castigar a ninguno de sus hijos, independientemente de su nacimiento. El último tipo de padre se enfrenta a un dilema. Si no castigan el mal comportamiento de su hijo mayor, todos sus hijos sabrán que mamá y papá son benevolentes y no castigan las malas calificaciones. Como resultado, todos los hijos de padres indulgentes tenderán a no trabajar duro en la escuela.
El papel de los padres. Para evitar esta situación, los padres que perdonan son estrictos con su primogénito, con la esperanza de establecer una percepción que también influirá en el comportamiento de sus hijos más pequeños. Los niños más pequeños, al ver castigar a su hermano o hermana mayor, serán menos propensos a holgazanear en la escuela. Llámalo disciplina de “goteo”: pone la mayor energía en el primogénito, tratando de establecer el mismo tono para todos.
Más tarde, estos padres que perdonan, a quienes realmente no les gusta castigar a ninguno de sus hijos, comienzan a holgazanear en su crianza. Entonces, el resultado de esta crianza estratégica es que, si bien todos los niños se benefician de los castigos del primogénito, el impacto es mayor en el hijo mayor.
Rendimiento superior. En aquel estudio, analizaron los datos de los hijos de mujeres encuestadas y se enfocaron en familias con más de un hijo. Para ello incluían información sobre las percepciones de las madres sobre sus hijos. Mientras que el 34% de los primogénitos fueron considerados "uno de los mejores de la clase", solo el 27% de los que fueron cuartos en el orden de nacimiento recibieron tal reconocimiento. En el otro extremo del espectro, solo el 7,3% de los primogénitos fueron considerados “por debajo de la media o en la parte inferior de la clase”, mientras que las madres clasificaron al 11,7% del resto.
También descubrieron que los primogénitos tenían más probabilidades de enfrentar un control diario de la tarea que los hermanos menores. Y que cuantos más hermanos menores tiene un niño, mayor es la probabilidad de que los padres supervisen de cerca al hijo mayor después de que ese niño se desempeñe por debajo de lo esperado en sus notas de clase. De hecho, con cada hermano menor adicional, las posibilidades de una mayor supervisión aumentaron en 2,2 puntos porcentuales.
Más probabilidades de éxito. Otros estudios, como este realizado por Feifei Bu y sus colegas, quienes encuestaron a 1503 grupos de hermanos, concluyeron en su investigación que los hijos mayores tienen un 4% más de probabilidades de continuar con la educación superior que los menores. También que el hijo mayor es un 7% más ambicioso que el nacido más tarde.Con todo, esto no quiere decir que tu orden de nacimiento tenga que determinar el grado de éxito que adquirirás en tu vida. Pero sí, sin duda, puede tener implicaciones importantes.
Imagen | Thomas Park
En Xataka | La ciencia de los hijos únicos, o por qué son más inteligentes y creativos que los hermanos
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