20 de noviembre en España, día debates envueltos en polémicas sobre la naturaleza del franquismo y manifestaciones laudatorias al dictador. Día propicio para que Lagarder Danciu, un gitano rumano y autodeclarado "activista sin techo", realice una de sus características apariciones a la contra y protagonice una de las polémicas y los virales de la jornada. ¿Cómo? Siendo atacado de forma violenta por un grupo de pro-franquistas.
La historia de ayer es sencilla: Lagarder aparece en una concentración de carácter pro-franquista para reventar el acto. Al poco, media docena de hombres cargan contra él, le derriban y comienzan a propinarle patadas en el suelo. Tras varios minutos de forcejeo, la policía interviene y se lleva a rastras al activista. Lagarder sube el vídeo a Twitter y las reacciones se disparan: desde "es lo que buscaba" hasta "qué esperabas", pasando por quienes le defienden.
#MuyFuerte Mirad como los nazis pegan a un activista sin techo de Madrid por decir que Franco es un asesino y la policía los defiende. #20N pic.twitter.com/W9sM76fYjz
— Lagarder Activista (@lagarder81) 20 de noviembre de 2016
¿Por qué Lagarder genera tantas reacciones negativas cuando es la víctima de la agresión? La de ayer es la última de sus apariciones públicas en manifestaciones de toda clase, siempre con pancartas provocativas y de carácter reivindicativo. Lagarder, de un año a esta parte, se ha convertido en el agitador por excelencia. ¿Pero quién es y de dónde sale Lagarder Danciu?
Gitano, rumano, homosexual y sin hogar
Lagarder nace en la Rumanía de Ceaușescu en 1981. Hijo de una familia gitana, es educado en orfanatos públicos. Homosexual, afirma huir del país discriminaciones relacionadas con su condición gitana y gay. Termina trabajando en el campo portugués tras entrar en contacto con una mafia de migrantes. Como explica en esta entrevista a PlayGround, huye del campo portugués harto de sus condiciones de explotación y recala en España.
Licenciado en Sociología y Trabajo Social en Rumanía, Lagarder continúa trabajando en el campo en un pequeño pueblo de la provincia de Huelva. Aprende español, homologa su título y comienza a estudiar un máster en Mediación Social e Intercultural. Deja el campo, comienza a trabajar en el sector servicios, se traslada a Sevilla y encuentra acomodo en un instituto de Secundaria, además de como traductor para los Juzgados de Sevilla.
Del todo a la nada: según cuenta, pierde su trabajo en el instituto tras presentar una queja por la discriminación y segregación de alumnos extranjeros en la escuela. Gracias a sus ahorros y a sus colaboraciones esporádicas como traductor, comienza a conocer la realidad de los mendigos y sintecho de Sevilla, muchos de ellos rumanos. A los dos años y ya sin capacidad de afrontar el alquiler de su piso, Lagarder opta por vivir junto a ellos y se lanza a su faceta de "activista sin techo" que, hoy, le ha generado tanta popularidad.
Reventar actos por todo lo alto, marca de la casa
Nada más convertirse en un sintecho, Lagarder comienza a emular a Los Hijos de Don Quijote, un colectivo de sintecho franceses que, en 2007, se organiza y comienza a manifestarse por la defensa de sus derechos. Al grito de "no a la criminalización de la pobreza", Lagarder organiza a los sintecho de Sevilla y monta una acampada-protesta frente al consistorio de la capital hispalense durante cuatro meses para reivindicar la auditoría de las ayudas destinadas a ONG que, en teoría, debían velar o cuidar a los indigentes de la ciudad.
Te llevan como si de un animal se tratase para seguir con sus mentiras. #PPMafia se os acaba el chollo. #SinTecho pic.twitter.com/zh7tDz2rGB
— Lagarder Activista (@lagarder81) 24 de mayo de 2016
Pero su proyección nacional no llega hasta mayo de este mismo año, cuando irrumpe en un acto mediático del Partido Popular al grito de "El PP sois la mafia". Las imágenes llegan a todos los televisores del país: Lagarder es placado por los agentes de seguridad mientras Mariano Rajoy y otros dirigentes del PP observan entre espantados e incrédulos la escena.
El nazismo crece al calor neoliberal de la UniónEuropea y el pueblo atormentado no reacciona. La historia se repite. pic.twitter.com/irYJ3yFrfD
— Lagarder Activista (@lagarder81) 23 de mayo de 2016
A partir de ahí, las apariciones de Lagarder en actos de este tipo, siempre con intención de reventarlos y de armar ruido mediático, son más frecuentes. En junio se deja fotografiar en la celebración de la victoria electoral del Partido Popular en Génova. Portando una pancarta que reza "50.000 sin techo hoy han no han votado" y otra que dice "PP Mafia", su imagen mirando a cámara mientras dos votantes del PP le increpan se convierte en otro hito viral. Lagarder comienza a hacerse un nombre propio dentro del ecosistema de medios.
Esta noche ha ganado la corrupción. Somos un pueblo que permite q nos gobiernen los mafiosos del PP. @SiPeroNo1 pic.twitter.com/l9oEr0S4Mw
— Lagarder Activista (@lagarder81) 26 de junio de 2016
Sus actos son provocativos. Lagarder se manifiesta delante de concentraciones nazis o realiza actos frente al Hogar Social de Madrid. En 2014 trató de presentarse a Podemos Sevilla, durante el germen de la organización a nivel nacional, pero sale rebotado. En una ocasión, se planta frente a Monedero y le exige devolver el espíritu "apartidista al 15M". También entra a un mitin de Podemos y recibe el aplauso de Iglesias o Errejón, entre otros muchos. Y también critica al Ayuntamiento de Madrid por su trato a los sin hogar.
La forma y el protagonismo: los críticos de Lagarder
Pese a lo noble de sus intenciones (reivindicar los derechos sociales para todos, visibilizar al colectivo sintecho), Lagarder ha sido objeto de fuertes críticas tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación.
Uno de los motivos se debe a sus métodos. Lagarder se presenta en escenarios que poco o nada tienen que ver con la consecución a corto plazo de medidas sociales para los sintecho. Por ejemplo, en el Comité Federal del PSOE que terminó con la secretaría general de Pedro Sánchez. Allí, Lagarder se plantó con una pancarta en la que se podía leer "Los barones del PSOE son la mafia" y "Susana Díaz es la casta que desprecia derechos".
Seguimos en Ferraz pese a algunos fanáticos que intentan impedir que me manifieste libremente contra la casta que apoyan. #ComitéFederal pic.twitter.com/pdzQ6QNjmO
— Lagarder Activista (@lagarder81) 23 de octubre de 2016
Para muchos de sus críticos, Lagarder es sólo un activista que anhela más protagonismo que soluciones para el colectivo que dice representar. Le acusan de ser el "Mocito Feliz" de la política, siendo un figurante de carácter casi folclórico que, como aquel, es consustancial al sistema que dice denunciar. La ubicuidad de Lagarder y su extraordinaria ubicuidad en diversos puntos de la geografía hacen que muchos critiquen sus métodos, por inefectivos y ruidosos, pero también sus recursos (el móvil, los datos, etcétera).
Del Lagarder pre-fama al Lagarder post-paliza
Ayer, se cerró el círculo del Lagarder viral: de héroe había pasado a villano, y de villano a víctima de una agresión por parte de un grupo de neofranquistas que, aun grabada, documentada, difundida y denunciada, llevó a muchos a acusarle de "ir provocando". Ha sido el último acto de Lagarder en público y el más doloroso para su integridad física, aunque cuesta creer que vaya a ser el último: casaría mal con su faceta activista.
Una faceta que existía antes de las redes. Mucho antes de que Twitter le convirtiera en una estrella del activismo viral, Lagarder había aparecido en reportajes como este, de El Mundo, en el que acusaba a "la mafia gitana" de haber absorbido subvenciones del estado para integrar de la marginalización al colectivo gitano. También trabajaba como mediador social en las 3.000 viviendas o instaba al Ayuntamiento de Sevilla a anular las multas a los chatarreros gitanos. Su activismo no ha parado desde entonces.