Este fin de semana arrancan las Finales de la NBA, una serie a siete partidos que dirimirá no sólo qué equipo es el próximo campeón de esa liga, sino hasta quién puede ser la nueva estrella global de una marca que, en 2013, tenía un valor de más de 91 millones de dólares, y que está siguiendo una intensa expansión por Europa y, muy especialmente por Asia.
El gran protagonista de esas Finales es LeBron James, la superestrella de la NBA en la última década, el hombre apodado como King James y The Chosen One desde el instituto, alguien que se ha convertido en el primer jugador en disputar cinco series por el título consecutivas desde los legendarios Boston Celtics de los 60. Pero los logros de LeBron, que son muchos, siguen midiéndose utilizando un estándar del que hace ya casi veinte años de su último anillo de campeón: Michael Jordan.
La sombra de Air Jordan es alargada
De hecho, ese The Chosen One, el elegido, se refiere exactamente a ser el heredero de Michael Jordan, el jugador de los seis anillos ganados en dos three-peats, el de la temporada perfecta con 72 victorias y 10 derrotas con los Bulls de 1995/96, el del "partido de la fiebre", aquél del que Larry Bird dijo que era Dios disfrazado de jugador de baloncesto.
Jordan propulsó la NBA a unas cotas de popularidad nunca vistas, continuando el rebranding que Bird y Magic Johnson habían conseguido con su rivalidad en la década de los 80, y cuando se retiró definitivamente, tanto la NBA como Nike, la marca que lo convirtió en Air Jordan, empezaron a buscar alguien que pudiera llenar su hueco.
Y en ésas siguen doce años después de que MJ colgara las zapatillas definitivamente. En ese periodo de tiempo, el fútbol, el gran rival de la NBA por la dominación mundial, ha encontrado a Messi y a Cristiano Ronaldo para sustituir a los Maradona o incluso los Beckham como iconos globales de ese deporte. ¿Por qué la NBA no ha sido capaz de pasar página? Es probable que la sombra de Jordan sobre esa liga sea bastante más pronunciada que la de Maradona, por ejemplo, y lo es por la gran dimensión publicitaria que alcanzó su figura. ¿Alguien recuerda aquel "Be like Mike"?
Todos los fans del baloncesto reconocen enseguida la silueta del alero saltando para machacar el aro, una silueta que es el logo de Jordan Brand, el spin off que Nike hizo de la ropa y las zapatillas hechas para Jordan y que sigue siendo tan rentable como cuando jugaba. De hecho, el negocio de la venta de zapatillas en Estados Unidos no es cosa de broma. Según publicaba The Washington Post el pasado mes de marzo, el volumen de ventas que habían movido en 2013 los tres gigantes de esa industria (Adidas, Nike y Under Armour) superaba los 25.000 millones de dólares, un 47% más que en 2009, y el 90% de las "zapas" de baloncesto vendidas en ese país eran de Nike.
Que Jordan sigue vendiendo lo demuestran las colas que se forman cada vez que sale un nuevo modelo de sus Air Jordan (el último, el XX9, apareció el año pasado), y entre las diez zapatillas más vendidas en agosto de 2014 en Estados Unidos figuraban nada menos que tres Air Jordan, y todas las demás eran Nike menos una, de Under Armour.
La marca de Portland tiene en Jordan un activo muy rentable, casi más que cuando jugaba, así que es comprensible que sigan teniéndolo muy presente. Además, Jordan no está apartado del todo del baloncesto, pues hace ya algún tiempo que es el propietario de los Charlotte Hornets. Su presencia en las canchas sigue estando ahí.
LeBron James y los otros "elegidos"
Sin embargo, no es que la NBA no haya intentado buscar un heredero de Jordan, ese jugador único e irrepetible que vuelva a dominar la liga no sólo en lo deportivo, sino en lo publicitario. Al contrario, quizás lo ha intentado con demasiado énfasis. Desde mediados de los 90, ha habido un buen número de jugadores que, estando aún en la universidad, eran "bendecidos" con la etiqueta de "el nuevo Jordan", y que nunca consiguieron estar a la altura.
En esta década larga tras el último partido jugado profesionalmente por Jordan, sólo unos pocos jugadores han conseguido escapar de las comparaciones con él. Uno fue Kobe Bryant, aunque sus campeonatos con los Lakers y sus logros en la cancha (incluidos los 81 puntos contra Toronto) siempre se medirán en relación con los del jugador de los Bulls; el otro fue Allen Iverson, un jugador demasiado personal y único, y con sus propios demonios, como para ser comparado con nadie, y el tercero es LeBron James, que confiesa que era AI, y no Jordan, su ídolo cuando era pequeño.
Con la clasificación de los Cleveland Cavaliers para las Finales, la segunda de su historia (todas con James al frente), las incesantes comparaciones con MJ están dominando la conversación en los medios estadounidense, y casi se olvidan de que enfrente habrá otro equipo que hace también mucho tiempo que no está en lo más alto de la NBA, y cuyo líder representa a una nueva generación de estrellas de la liga: los Golden State Warriors de Stephen Curry.
In Curry we trust
El flamante MVP de la temporada 2014/15 no puede ser un jugador más diferente de LeBron James. Base tirador de 1,91 metros de altura, francotirador desde el triple que se merece el mismo mote que Andrés Montes adjudicó a su padre, Dell "muñequita linda" Curry, lo único que lo une a James es haber nacido también en Akron (Ohio). Steph es el aspirante, el hombre que, hasta hace apenas dos temporadas, ni siquiera había visitado los Playoffs en sus seis años como profesional en la bahía de San Francisco, el joven al que ninguna universidad quería (acabó en Davidson) y que fue elegido por Golden State el séptimo en un draft en el que el número uno fue Blake Griffin, sí, pero en el que por delante de Curry salieron jugadores que han pasado totalmente desapercibidos en la liga como Hasheem Thabeet o Jonny Flynn.
Sólo alguien que no haya visto jugar esta temporada a los Warriors puede dudar de que tienen verdaderas opciones de hacerse con el triunfo final. Su balance de 67-15 fue el mejor de la liga regular, y las exhibiciones constantes de Curry lo han convertido también en una pujante imagen de marca, sólo que no con Nike, sino con Under Armour, una marca hasta ahora más asociada al fútbol americano que lleva ya varios años construyéndose poco a poco un nicho en el baloncesto.
Under Armour ya le ha dedicado una zapatilla con su nombre, la Curry 1, y su explosión definitiva en 2014/15 lo sitúa como la punta de lanza de la nueva NBA, de una generación de jugadores que ya no idolatraba a Michael Jordan cuando echaban unas canastas en el patio del colegio, sino a Kobe Bryant, el propio LeBron o, en el caso de los jóvenes canadienses que están aterrizando sin cesar en la liga en los últimos años, Vince Carter.
LeBron, deja paso
Con 30 años, doce temporadas en la NBA, cinco Finales consecutivas (cuatro con Miami Heat) y dos títulos de campeón, empieza a ser el turno de LeBron James de dejar paso a las nuevas generaciones, a las que la sombra de Michael Jordan ya les pilla muy lejana, y que tienen que labrarse su propia identidad fuera del ascendente de King. Stephen Curry tiene la mejor oportunidad para escenificar ese cambio de guardia en unas Finales que, el año pasado, se vieron en más de 200 territorios y que siguen generando el mayor interés en Asia, donde NBA China ganó 150 millones de dólares en 2012.
Curry, además, está a punto de usurpar el lugar que debería corresponderle a Kevin Durant, el hombre llamado a marcar una época que se ha visto siempre ensombrecido por James, y que ha visto cómo casi toda su temporada se iba al traste por diversas lesiones. Durant es la otra gran estrella de Nike Basketball, pero detrás de él viene un grupo de chavales dispuestos a todo, desde el compañero de LeBron en Cleveland, Kyrie Irving, a una fuerza de la naturaleza como Anthony Davis, el base John Wall o al reciente Rookie del Año, Andrew Wiggins.
Wiggins es el exponente más claro de cómo se está empezando a buscar el heredero de LeBron cuando éste todavía está en activo. Seguido muy de cerca desde el instituto, el hype que le acompañó en su única temporada en la universidad de Kansas fue inaudito, con revistas como Sports Illustrated comparándolo con otros ilustres freshmen de los Jayhawks como Wilt Chamberlain y Danny Manning. En un solo año en la NCAA, sin embargo, Wiggins pasó a verse muy criticado por su supuesta falta de ambición y, aunque fue elegido el primero en el pasado draft, los Cavaliers lo traspasaron a Minnesota, a cambio de Kevin Love, en cuanto James hizo oficial su regreso a Ohio desde Miami.
Wiggins es el ejemplo más reciente de ese intenso escrutinio en busca de "the next big thing", aunque sea el estándar de Jordan el que todavía se utilice para medir la posible grandeza de los jugadores de la NBA. Las marcas deportivas vigilan más que nunca las ligas de instituto y la NCAA para encontrar antes que nadie al nuevo Jordan, el nuevo Kobe, el nuevo LeBron, esa futura superestrella que las sitúe por delante de sus competidores. En ese aspecto, todos quieren ser como Mike.
Imagen | JM, Cherish, Erik Drost