Ya sabemos cuánto nos masturbamos en el trabajo los españoles (y lo que es más importante: qué comunidades ganan)

  • Jobatus realizó una encuesta con casi 4.600 personas y el 4,3% asegura haberlo hecho al menos una vez

  • El 62% de quienes teletrabajaban lo hacen al menos una vez a la semana en horario laboral

  • Madrid, Murcia y Castilla-La Mancha, las regiones que más lo hacen; gallegos y riojanos, los que menos

Hombre En Una Oficina Y Wc
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Estudios laborales los hay a miles, si no millones, pero pocos resultan tan chocantes como el que acaba de publicar el portal de empleo Jobatus. Su foco no se centra en la IA, la disputa entre teletrabajo y presencialidad, las diferencias salariales, la jornada laboral o cualquier otro del millar de temas que suelen abordar los técnicos de los departamentos de Recursos Humanos. Lo que Jobatus ha preguntado a sus 4.600 encuestados es cuántas veces van al baño a lo largo de su jornada. Y sus conclusiones son sorprendentes. No tanto por el número de escaqueos al aseo en sí, como por las razones que los motivan: un número más que respetable asegura que, al menos en ciertas ocasiones, lo hace para masturbarse.

Eso sí, no en todas partes es igual de frecuente.

Una pausa para ir al baño. A la oficina vamos a trabajar. Y lo que no es trabajar. El estudio de Jobatus muestra que a lo largo de una jornada laboral solemos realizar entre dos y cinco visitas al baño, una horquilla amplia pero que responde a los muchos factores que influyen en cuántas veces un empleado puede necesitar hacer una escapada al excusado. Importa por ejemplo cómo se encuentre el trabajador; pero también otros factores mucho más previsibles, como el tipo de funciones que desempeña, el sector o incluso su edad. Por lo general, los jóvenes hacen más visitas al retrete que sus compañeros de mayor edad.

Unos minutos, y a seguir. El estudio aporta algunas claves más sobre las incursiones al aseo. Por ejemplo, gracias a la investigación concluye que suelen durar entre tres y diez minutos, pausas "breves", según recogen sus autores; pero que tienen un efecto decisivo en el desempeño profesional. Y no solo por las razones obvias. "Las pausas regulares para ir al baño están correlacionadas con un aumento en la concentración y la eficiencia laboral", concluye el portal: "Juegan un papel crucial en el bienestar general y la productividad de los empleados".

Importa el dónde… y el a qué. Lo importante no es solo a dónde vamos. Sino qué hacemos una vez estamos allí. Aunque Jobatus reconoce que las visitas al baño suelen responder a las necesidades fisiológicas de cualquier persona, hay también —y esto es lo más curioso— quien hace escapadas al aseo con un propósito algo distinto: buscar alivio. Y no el que da el retrete. Al realizar su análisis la empresa se encontró con que el 4,29% de las 4.563 personas entrevistadas reconocieron haberse masturbado en el trabajo. Al menos en una ocasión.

Dime dónde vives… Y te diré cómo de probable es que dediques unos minutos de tu jornada laboral a tocarte. Otra de las conclusiones más curiosas del informe es que aprecia diferencias entre las distintas regiones de España. Porque sí, también en esto hay rankings y algunas variaciones entre puntos del país.

"El estudio revela que las comunidades autónomas que más se masturban en el trabajo, de forma presencial, son, en este orden, Madrid, Murcia, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Asturias y Barcelona [sic.], mientras que los que menos lo hacen son los vascos, cántabros, maños, gallegos y riojanos", concluye el análisis.

Pero… ¿Afecta al trabajo? Curiosamente el estudio no se limita a desgranar cifras y porcentajes. Con los datos sobre la mesa, va un paso más allá y se cuestiona cómo influye la masturbación en la jornada laboral y si puede contribuir a que los empleados alcancen una mayor concentración y productividad. Su conclusión es clara. Cita una entrevista de Mark Sergeant, profesor de la Universidad de Nottingham Trent, en la que asegura que estas pausas son "muy eficaces".

En su opinión, es "una gran manera de aliviar la tensión y el estrés". "Tomarse una pausa para masturbación contra el aburrimiento o como un descanso aumentaría la concentración en el trabajo”, concuerda Cliff Arnall, otro experto citado por Jobatus. Este último, eso sí, advierte de los riesgos de fantasear con compañeros de oficina: puede generar confusiones... y afectar a la productividad.

Masturbación y algo más. No todo es onanismo. Durante su estudio la compañía ha hecho otra pregunta igual de curiosa a los encuestados: ¿Alguna vez has tenido sexo en el trabajo? Llamativa la cuestión y llamativo el resultado. El 2,52% de sus entrevistados reconoció que sí, que al menos en una ocasión había mantenido relaciones sexuales en su lugar de trabajo. La mayoría (74,78%) con compañeros, aunque hubo quien admitió (25,21%) haberlo hecho con gente de fuera, como su pareja o clientes.

Curioso, que no pionero. Siempre resulta curioso encontrarse con un informe que indaga en la masturbación o las relaciones sexuales en las oficinas, pero el de Jobatus no es el primero que aborda el tema. En 2022 Chemist4U realizó otro sondeo durante el que el 14% de sus encuestados admitió haber buscado la autosatisfacción en el trabajo. Su muestra la componían unas 2.000 personas.

Su estudio reflejaba también diferencias notables entre sexos: el 22% de los hombres reconocía haberlo hecho frente al 7% de las mujeres. Otra de sus conclusiones es que el 18% de los entrevistados había visto pornografía en su jornada laboral. Datos igual de llamativos han arrojado otras encuestas de Time Out New York o Cosmpolitan, de las que se desprende que un número sensible de empleados admiten haberse tocado en horas de trabajo.

De estudios… y leyes. La práctica es lo suficientemente habitual como para haber llegado incluso a los juzgados. En octubre el diario Ara se hacía eco de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que señalaba que masturbarse en el puesto de trabajo o ver vídeos porno desde el ordenador de la oficina no es motivo suficiente para acreditar un despido procedente.

El fallo llegaba después de que una empresa despidiese a uno de sus empleados alegando precisamente eso, una "transgresión de la buena fe contractual" y una pérdida de productividad. Los magistrados no lo vieron igual. Y si bien reconocen que el empleado pudo haber incumplido su deber de centrarse en el trabajo, no es posible demostrar que afectara a su rendimiento. "No reúne la nota de gravedad que autorice a la empresa" a despedir, subrayan.

Imagen | Pexels (Wolrider YURTSEVEN, Edmond Dantès)

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