"Soy un hombre normal, que no desea otra cosa que la lógica oportunidad de vivir como desea y hacer exactamente lo que quiere. Un hombre corriente, sin caprichos excéntricos. Un hombre corriente que quiere vivir su vida libre de conflictos haciendo lo que piensa que es mejor para él. Eso… solo un hombre normal. Pero deja a una mujer entrar en tu vida y se acabó la serenidad".
De haberse topado con nuestra protagonista, el profesor Higgins habría sufrido un ictus cerebral. Siendo honesto he de decir que no le falta razón, pero como le decía Orson Welles a Joseph Cotten en lo alto de la noria del Prater: "En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz y ¿qué tenemos?: el reloj de cuco".
La serenidad está claramente muy sobrevalorada, amigos
A finales del siglo XVII la vida en Londres no era fácil. Menos aún si nacías niña y a consecuencia de un descuido de tu madre mientras su marido, un hombre de mar, está de travesía por los procelosos mares de la época. Solución: convertirse en niño de una rocambolesca manera. Cuando el embarazo de la nueva criatura comienza a hacerse evidente los vecinos cuchichean y se escandalizan al pasar a su lado aún con el niño legítimo de la pareja en brazos que no alcanza el año de edad.
Visto que el marino no vuelve ya sea porque ha muerto Dios sabe dónde o porque él también tenía sus descuidos en algún que otro puerto, decide que es momento de cambiar de ambiente y con su barriga en ristre se marcha a vivir al campo de donde procedía, con su familia y amigos. La desgracia, que es obstinada, marcha detrás de ella y el crío muere pronto, antes de que la Providencia le haga un nuevo regalo: nuestra Mary.
Allí viven tres o cuatro años cuando el dinero del desaparecido navegante comienza a escasear, y a grandes males grandes remedios. Ni corta ni perezosa nuestra madre coraje viste de chico a su hija para solicitar ayuda a la madre de su marido para criar a quien hará pasar por su nieto. Se presenta en su casa y aunque yo diría que la ‘abuela’ se dejó engañar a sabiendas más que otra cosa, consigue que se apiade de la que al fin y al cabo había sido la mujer de su hijo y acuerdan que recibiría una corona al mes para su manutención.
Haz el amor en la guerra
Durante diez años Mary crece como un jovencito a los ojos del mundo. Cuando la abuela muere y los problemas económicos reaparecen, la muchacha ya con catorce años se hace paje de una dama de la nobleza. Pero aquello no parece ser muy de su agrado, porque un día al pasar por una oficina de reclutamiento y en un alarde de coherencia con su aspecto, entra en ella para convertirse en un hombre de armas.
Ya la tenemos convertida en cadete de un regimiento de infantería cuando la envían a Flandes a guerrear, donde se comporta de una manera sobresaliente hasta que empieza a enamorarse de uno de sus camaradas y le confiesa su secreto. El amor es correspondido y ambos hacen lo posible y lo imposible por permanecer juntos, lo cual sería algo razonable y lógico si no se dedicasen a lo que se dedicaban: la guerra.
Es difícil servir a Venus y a Marte al mismo tiempo, y el resto de soldados sospechan cada vez más de las arriesgadísimas acciones que Read lleva a cabo durante los combates para acercarse y luchar junto a su amado. Termina la campaña y de vuelta a los cuarteles de invierno deciden que es el momento de salir del armario así que nuestra protagonista se viste quizás por primera vez en su vida como una mujer y se presenta en el regimiento de esa guisa.
Nos podemos imaginar la cara de sus compañeros y oficiales pero contrariamente a lo que cabía esperar y recordando que siempre había estado a la altura, si no más allá en el cumplimiento del deber, el ejército toma de buen grado el engaño y todos acuden a su boda una vez les ha sido concedida la licencia a los novios.
No solo eso. Dado que no todos los días ve uno casarse a dos miembros de la Infantería Real son muy generosos en sus regalos, tan generosos que con lo que sacan en la boda montan cerca de Breda una taberna que será el centro de reunión para los soldados que siguen acuartelados mientras dura la guerra de Sucesión Española.
Allí son felices durante unos meses pero el destino de nuestra protagonista no es tener esa clase de vida. Desgraciadamente su marido muere antes de un año y la firma de la paz hace que el negocio se venga abajo al volver a casa los ex camaradas.
Capitana de mar y pillaje
Mary rebusca en su baúl las viejas ropas de hombre y vuelve a buscar nuevos horizontes. Se enrolará en un barco holandés que la lleve al Nuevo Mundo donde comenzar otra vida. Y claro, ¿a quién si no a nuestra chica podía sucederle que el navío fuese abordado por piratas? Gracias a Dios y a que es la única, o ‘el único’ según creen los piratas, tripulante que habla inglés salva la vida, y los piratas deciden llevarla consigo adoptando a aquel jovencito con cara de niño.
Entretanto desde Inglaterra llega una amnistía general para los perros del mar con motivo de la coronación de un nuevo monarca, así que al llegar a puerto los que habían saqueado su barco deciden reformarse y junto a ellos pasa unos meses de tranquilidad bebiendo y holgazaneando en los tugurios de la costa. Hasta que como era de prever, otra vez, money talks.
Se alistan pues nuevos barcos y tripulaciones piratas y Mary es de las primeras en embarcarse aún en el papel de un muchacho. En las singladuras y abordajes bajo la Jolly Rogers de Calico Jack ella es de las más fieras en la pelea y todos los testimonios que se dieron posteriormente en su juicio hablan de su audacia tanto como de su falta de piedad.
Nunca daba cuartel. Cuando los ingenuos tripulantes de los mercantes lo invocaban quedándose bajo cubierta como era costumbre Mary se liaba a tiros desde arriba, gritándoles que subieran a pelear como hombres. Tan solo la amante del capitán, otra pérfida pirata llamada Anne Bonny, era consciente de que aquel diablo era en realidad una diablesa y la cada vez mayor cercanía en el trato entre ambas puso sobre aviso a Jack, que se temía que en esa predilección de Anne por aquel jovenzuelo podía haber algo más que palabras.
Como no parecía muy buena idea enfurecer a un tipo como Calico, ambas le cuentan el secreto antes que de Mary aparezca un día colgando del palo mayor. Jack que en el fondo tiene cierto sentido del humor, no puede parar de reír mientras le ponen al corriente. Ante tal sorpresa el capitán decide romper la tradición y permite a Read quedarse en el barco y si bien vestirían las dos como hombres en los abordajes, ya con el conocimiento de todos se las veía de vez en cuando vestidas como mujeres en cubierta.
Poderosa Afrodita
Uno de los ‘artistas’ – carpinteros o navegantes – que habitualmente eran reclutados a la fuerza por los piratas de entre las tripulaciones de sus presas cayó rendido ante los encantos de esa mujer que además de guapa, representaba el mundo que aquellos delincuentes le habían arrebatado. Siendo en definitiva un hombre enamorado, quiso creer las historias que ella le contaba sobre como poco menos que había sido obligada a llevar esa vida de sangre y sal mientras dejaba que echase un furtivo vistazo a sus pechos, que ciertamente era mucho más de lo que podía haber esperado en principio el cautivo.
A partir de entonces la pasión y el sexo entre ambos pasó a ser la comidilla de la piratería y los roces saltaban una y otra vez ante las provocaciones a las que era sometido él cuando Mary estaba ocupada en otra tareas. Por fin uno de los tripulantes cruza la raya y Read tiene que intervenir desafiándole a muerte en defensa del hombre al que ama y que se encuentra poco menos que indefenso ante aquellos bestias. Según las leyes de los hombres del mar se decreta que habrá un duelo entre Read y el otro pirata en cuanto se divise tierra y puedan ser dejados en la orilla.
Mary, que está locamente enamorada, ni siquiera tiene en cuenta la sugerencia de su amiga Anne cuando intenta convencer a la pirata para que lo deje pasar, que hay otros hombres y que ese artesano no tiene nada de especial comparado con los valientes y sanguinarios tipos que comparten su vida. Ella quiere demostrar a su artista que es distinta a todos los demás hombres de Calico Jack y qué mejor manera que arriesgar su vida por salvar la de él. Y si, lo hizo. Desembarcaron a los dos duelistas y Mary le metió un disparo en la cabeza al matachín.
Una vez resuelto el caso contraen matrimonio y ella queda embarazada justo antes que su buena racha termine al ser por fin apresados por la Royal Navy, que los lleva ante un tribunal en Jamaica. En el juicio Mary siempre dio la sensación de ser una mujer piadosa, cosa realmente difícil escuchándose lo que se escuchó de ella, pero el hecho de que se hubiese casado legalmente y estuviese en estado de buena esperanza hizo que el juez le concediese un aplazamiento para su más que justificada y previsible condena a morir colgada.
En la misma situación se encontraba su amiga Anne Bonny y ambas fueron encarceladas mientras esperaban dar a luz. Aunque su vida no fue un dechado de virtudes no puedo sentir si no cierta pena al escribir que la pobre Mary fue por última vez alcanzada por el infortunio mientras estaba en prisión.
Días antes de que sus amigos prepararan la fuga de ambas Read murió por unas fiebres. Su amiga Anne, quizás menos merecedora de un último perdón divino, si consiguió escapar a su destino y desapareció para siempre en los mares que eran su tierra.