La polémica está servida en Portugal. Estos días, el reconocido lingüista Fernando Venâncio ha publicado un libro 'Assim Nasceu uma Língua' en el que defiende que "dentro de algunas décadas, la lengua que se habla en Brasil se llamará brasileña".
"No hay manera de volver atrás, no hay manera de detener este proceso de separación entre portugués y brasileño", decía Venâncio en la BBC y eso nos ha llevado a preguntarnos si pasará algo similar con el español.
¿Qué está pasando en la lusofonía? Nada nuevo, la verdad. Como contaba Carlos Fioravanti, el análisis de textos antiguos deja en evidencia que el portugués hablado en Brasil se empezó a diferencia hace al menos cuatro siglos. Cuando José Simões de la Universidad de Sao Paulo, analizó 'Memórias para a história da capitania de São Vicente' (un texto de 1793 que fue escrito por un brasileño y, posteriormente, "reescrito" por un portugués) encontró más de 30 diferencias entre los dialectos americano y europeo.
Por cuestiones eminentemente políticas, a lo largo de la primera mitad del siglo XX tanto Portugal como Brasil iniciaron procesos de "estandarización ortográfica" independientes (el primero en 1911 y el segundo en 1928). Los principios generales eran los mismos, pero las diferencias eran considerables. Y fueron a más.
Para 1980, la situación llevó la Academia de las Ciencias de Lisboa y a la Academia Brasileña de las Letras a iniciar una negociación que se demoró una década y desembocó en la forma, por parte de todos los países lusoparlantes, de un tratado internacional por el que se comprometían a desarrollar una ortografía unificada. En 2009, esa ortografía entró en vigor.
Lo nuestro es imposible. Pero según Venâncio, esto no ha impedido que las distintas variantes se sigan separando. En los últimos años, la influencia del brasileño en el portugués peninsular ha crecido mucho, pero eso tampoco es suficiente para frenar la divergencia. "No hay manera de volver atrás, no hay manera de detener este proceso de separación entre portugués y brasileño", explicaba el lingüista.
Desde su punto de vista, aunque la lengua culta sigue siendo muy parecida en los dos países (y en toda la lusofonía), lo cierto es que la lengua 'espontánea' y 'popular' está cada vez más lejos. "El portugués promete, por tanto, dividirse —o multiplicarse— en otras lenguas, como un día le ocurrió a la lengua de los romanos", escribe en el libro. El cuándo es la gran pregunta: mientras Venâncio habla de "pocas décadas", Simões y su equipo cree que harán falta al menos 200.
¿Y esto solo va a pasar con el portugués? Esta es una pregunta que persigue a los grandes idiomas internacionales desde hace años. Sobre todo porque, pese a que la situación ha cambiado mucho y las nuevas tecnologías de la información permiten una 'convivencia lingüística' nunca vista, las tensiones están ahí. Un buen ejemplo de ello es el español.
Fruto de su rápida estandarización (la gramática de Nebrija está considerada una de las primeras - si no la primera - del mundo) y el esfuerzo (siempre polémico) de las primeras repúblicas iberoamericanas por convertir el español en la lengua de sus países, ha hecho que el idioma permanezca muy unificado. Basta comparar el año en que se unificó la ortografía del portugués (2009) con la del español (1927), para intuir las diferencias.
Sin embargo, como digo, las tensiones están ahí. En 2004, cuando se preparaba el 'Diccionario de mexicanismos' de la Academia Mexicana de la Lengua, Felipe Garrido (director adjunto de la misma) defendía que "supondrá un mayor avance hacia la independencia lingüística, que permitirá valorar las diferencias de la variante mexicana con respecto al español original".
Y, de hecho, en zonas como Chile o Argentina, los debates sobre las relaciones entre sus variedades locales y el español estándar llevan décadas siendo muy intensas.
Más aún, estamos viendo enormes cambios en la forma de hablar de todos los hispanohablantes que no sabemos dónde nos llevará, pero que sugiere la emergencia de un nueva variedad lingüística unificada que ya se denomina "latino-español".
¿Y si hablamos de 'hispanoamericano? Porque quizás ese sea el futuro al que vamos: un futuro en el que esa 'coiné lingüística latina' se vaya convirtiendo en el lenguaje culto y de prestigio. No es ligüística ficción: Una muestra de esto ocurrió hace apenas unos meses, en la última edición del Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en Cádiz donde varios ponentes defendieron que era hora de repensar el nombre del idioma. Martín Caparrós habló de 'ñamericano' y Juan Villoso de 'hispanoamericano' como nombres que se adaptarían mejor a la realidad actual del idioma.
Es muy posible que sea así. Pero, más allá de argumentos históricos, lo que sí está claro es que es un debate que veremos cada vez más a menudo.
Imagen | LBM1948
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