La reciente muerte del último macho de rinoceronte blanco del norte y la inminente extinción de la vaquita marina son hechos que nos recuerdan que no vamos a ganar todas las batallas a la hora de salvar especies salvajes en peligro de extinción. Hemos conseguido salvar algunas de su total extinción, pero solo gracias a la ayuda de zoos y de acuarios.
Las poblaciones de animales silvestres están continuamente bajo estrés por culpa de las actividades humanas y su impacto en el medioambiente. El aumento de la población, la destrucción de los hábitats y la caza furtiva (ya sea para alimentarse o para comerciar) son algunas de las mayores amenazas que contribuyen a su extinción.
El kilo de cuerno de rinoceronte, por ejemplo, alcanza los 60.000 dólares en países donde está considerado como un remedio para enfermedades y un símbolo de estatus. Pero son tonterías: el cuerno de rinoceronte está hecho de queratina, como nuestras uñas, y no sirve de remedio para ninguna enfermedad. Tenemos que cambiar la forma en la que pensamos a nivel global y de qué manera valoramos los recursos salvajes dentro de los pocos ecosistemas intactos que nos quedan.
Desafortunadamente, muchas especies no se pueden permitir esperar tanto tiempo.
Comprando tiempo
Si aceptamos que perderemos algunas de las batallas a la hora de salvar especies en estado salvaje, ¿Cómo podemos asegurarnos de que no perderemos la guerra contras la extinciones a largo plazo?
Una opción es establecer poblaciones de animales en zoos y acuarios. Si son tratadas cuidadosamente, estas poblaciones pueden servir de redes de seguridad ante la extinción de las especies: nos comprarían tiempo hasta que nos pongamos de acuerdo sobre cómo queremos actuar ante los problemas de extinción.
Los animales en cautividad han conseguido restaurar las poblaciones silvestres y han salvado a muchas especies de la extinción. Ni el sapo puertorriqueño, ni el cóndor de California, ni el orix con cuernos en forma de sable, ni el leopardo del Amur ni el turón patinegro americano seguirían existiendo si no fuera por la ayuda de sus ancestros criados en cautividad. En Canadá la cría en cautividad ha ayudado a salvar a la marmota de Vancouver.
Los biólogos especialistas en vida salvaje como yo seguimos trabajando con especies que han sido declaradas como extintas en estado salvaje: el sapo enano de Kihansi, la rana dorada de Panamá, el alción micronesio y el cuervo hawaiano. Sin embargo tenemos que esperar a que las amenazas que existen para las especies y que han provocado su extinción en estado salvaje, como la pérdida del hábitat o las especies invasivas, sean neutralizadas antes de poder volver dejarlas en libertad.
Sentando las bases para el romance
Establecer una población de crías en cautividad no es tan sencillo como juntar a machos y hembras de una especie y dejar que la naturaleza siga su curso. Lleva tiempo conocer cuáles son las necesidades espaciales, nutricionales y sociales de una especie. Pero si esperamos demasiado tiempo hasta que las poblaciones en cautividad se establezcan por su cuenta puede que sea demasiado tarde para salvarlas.
Un ejemplo es el caso del rinoceronte blanco del norte. Los investigadores del zoo de San Diego han estado trabajando durante décadas para comprender cómo el comportamiento y la dieta alteraban el éxito de la cría en cautividad de los rinocerontes blancos. La realidad es que solamente quedan dos hembras de rinoceronte blanco del norte y que no existe suficiente diversidad genética en la Tierra como para recuperar esta subespecie.
Hay esperanzas de que las técnicas de reproducción asistida como la fertilización in vitro puedan funcionar, pero no se trata de un método fiable para la conservación de especies. Incluso en el caso de la marmota de Vancouver, una de las especies canadienses más amenazadas, comenzamos su cría en cautividad y el programa de reintroducción con menos de 50 animales (muy pocos en términos de diversidad genética).
Pasaron muchos años antes de que nacieran las primeras marmotas en cautividad en el zoo de Toronto. Incluso ahora, dos décadas más tarde, solamente el 55 por ciento de nuestras parejas de animales cría cada año. Juntamos a los animales según sus características genéticas para minimizar el riesgo de endogamia, pero eso no significa que se vayan a sentir atraídas por su pareja. Todavía estamos intentando averiguar cómo hacer que "se enamoren".
Pero hemos conseguido devolver más de 500 animales a las pendientes rocosas de la isla de Vancouver. Han conseguido reproducirse satisfactoriamente, pero nos sigue preocupando que la falta de diversidad genética pueda dañar su capacidad para adaptarse al cambio climático. Por ejemplo, puede que el aumento de las temperaturas haga que contagien nuevas enfermedades o parásitos.
En términos generales, una reducción de la diversidad genética significa que la especie tiene menos opciones para desarrollar adaptaciones a los cambios en el medio ambiente.
Demasiado poco y demasiado tarde
A veces, a pesar de hacerlo lo mejor posible, fracasamos. La vaquita, una pequeña marsopa del golfo de California, está en peligro inminente de extinción por culpa de la pesca con redes de arrastre.
Para 2013, había menos de 60 especímenes en estado salvaje y no se había establecido una población de ejemplares en cautividad, posiblemente en parte por el movimento anti-aquarios generado por la película _Blackfish_ y por las organizaciones defensoras de los animales que hicieron que la cría en cautividad de esta especie fuera algo inaceptable.
En un esfuerzo desesperado para salvar a la especie, VaquitaCPR intentó capturar algunos de los animales restantes para establecer una población de cría en cautividad, pero el plan fue abandonado cuando uno de los dos animales capturados falleció. A fecha de marzo, quedan menos de 12 vaquitas en estado salvaje. No existen ejemplares en cautividad y hay poca esperanza de que se vaya a prevenir su extinción.
Este podría ser el destino de otros cetáceos si se aprueba la ley canadiense S-203 que tiene como objetivo modificar el código penal canadiense para poner fin a la cautividad de ballenas y delfines. Según el texto de la propuesta de ley, ninguna persona podría tener en cautividad una ballena, delfín o marsopa y prohibiría la importación (o exportación) de esperma, cultivo de tejidos y embriones de cetáceos.
El caribú del Val-d'Or podría correr la misma suerte, puesto que solamente quedan 18 ejemplares de caribú boreal en Quebec, demasiado aislados para recuperarse por sí mismos. Un zoo acreditado se ha ofrecido para adoptar el rebaño, puesto que su genética podría ser importante para una posible recuperación de la especie. Sin embargo, la lucha popular en contra de la "cautividad" sigue en pie y el gobierno de Quebec no está dispuesto a pagar los 76 millones de dólares necesarios para proteger su hábitat y va a dejar que acaben muriendo.
La gente tiene una idea desfasada de las tareas que realizan los zoos y los acuarios acreditados y es algo que afecta a nuestros esfuerzos para salvar a las especies en peligro de extinción.
¿Cuánto calor es demasiado calor?
Además de actuar como un seguro contra la extinción, las poblaciones en cautividad también son muy importantes a la hora de realizar estudios sobre las especies en peligro de extinción que serían imposibles de realizar en animales en estado salvaje. Por ejemplo, los biólogos han desarrollado métodos no invasivos para controlar los niveles hormonales midiendo los metabolitos de la orina y de las heces.
Mis colegas de EE.UU. han desarrollado estas técnicas en mamíferos marinos en cautividad y han descubierto que las orcas en peligro de extinción del Mar de Salish, una zona costera entre Canadá y Estados Unidos, están perdiendo embarazos por culpa de la malnutrición. La recuperación de las poblaciones del salmón real es crítica para la restablecer la población de este tipo de orca.
Solamente disponemos de esta información porque hemos tenido mamíferos marinos en cautividad para poder estudiarlos y desarrollar estas técnicas hormonales no invasivas.
Para mi propia investigación necesito osos polares en cautividad si quiero entender cuánto calor es demasiado para estos animales. Además de optimizar sus hábitats en los zoos para esta especie, buscamos predecir el efecto del calentamiento del Ártico en la capacidad de los osos para adaptarse a la caza terrenal en ausencia de hielo marino.
La cosa no tiene buena pinta porque los osos polares se calientan muy rápido cuando están en activo en temperaturas cálidas. Los osos polares de los zoos tienen la opción de tirarse a la piscina para refrescarse, pero los osos en estado salvaje no tienen esa opción cuando están en medio de una cacería en tierra. Si no aumentamos nuestros esfuerzos al máximo de forma inmediata para reducir el cambio climático, esta especie va a estar en serios problemas.
Ahora que estamos en plena primavera, voy a volver a centrarme en el estudio de las marmotas de la isla de Vancouver. Estos animales tienen un periodo corto de cría de cuatro semanas, por lo que tengo poco tiempo para averiguar cómo hacer que se enamoren y tengan más crías.
Autor: Laura H Graham, Universidad de Guelph.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.