Elsa Ruiz y los chistes machistas: la enésima batalla interna del feminismo por los derechos trans

Elsa Ruiz
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La cuestión trans ha resquebrajado internamente al movimiento feminista. Tanto a nivel institucional, como bien ejemplifica la brecha entre PSOE y Podemos en materia legislativa, como a nivel teórico y popular, como lo periódicos enfrentamientos dialécticos atestiguan. El último data de ayer mismo y rota en torno a Elsa Ruiz, activista trans de creciente visibilidad. Y por tanto, expuesta a los ataques de sus detractores.

Quién es. Ruiz se define como "cómica", aunque el carácter de sus vídeos, tanto en YouTube como en Instagram, donde acumula más de 30.000 seguidores, esté más próximo al activismo y al discurso político. En ellos, Ruiz acostumbra a ofrecer su punto de vista sobre polémicas y cuestiones de actualidad relacionadas con las personas trans. Uno particularmente popular, por ejemplo, fue el que dedicó a J. K. Rowling.

Lo viral de sus vídeos y su intensa actividad en Twitter le ha convertido en una cara visible tanto del colectivo trans como del feminismo interseccional.

La polémica. Ruiz cuenta con una plataforma cada vez más visible, lo que le ha expuesto a ataques y críticas de todo tipo. Ayer circularon por la red diversos vídeos de su etapa como cómica y monologuista cuando todavía no había transicionado (y se identificaba como Edu Ruiz). En ellos, redundaba en chistes de sustrato machista, muy anclados en la retórica de "guerra de sexos" tan popular entre los cómicos españoles hace una década. Su repertorio incluía casi todos los lugares comunes.

Bromas sobre "órdenes de alejamiento", estereotipos sobre el modelo de mujer celosa y maníaca, clichés sobre el terror que supone "irse de compras", etcétera. Un repertorio de clara perspectiva masculina e hijo una visión ya desfasada sobre las relaciones de género y el carácter femenino, similar al de otros cómicos tardíos como Jorge Cremades.

La respuesta. Inmediatamente, Ruiz centró las críticas del feminismo más radical ("radfem", es decir, contrario a la teoría queer y escéptico respecto al rol de las personas trans dentro del movimiento). Se trataba nada más y nada menos que de un "machismo" y una "misoginia" explícita, ejemplo de la posición de privilegio que las mujeres trans han ostentado fruto de su "socialización" como hombres a lo largo de su vida, no como mujeres.

Desde este punto de vista, alineado con las posiciones TERF (feminista transexcluyente) los chistes machistas de Ruiz tan sólo probarían que su condición trans no es más que "un personaje", una construcción artificial que negaría su condición de auténtica mujer. El feminismo (queer y pro-trans, en este caso) estaría entregando la voz del movimiento a hombres, silenciando así a las mujeres.

Defensa. Ruiz reaccionó con rapidez poniéndose en manos de sus abogados. Sus monólogos no se diferenciaban demasiado de los estilados por Eva Hache, Patricia Conde, Ana Simón o Ana Morgade hace algunos años, todos ellos redundantes en los mismos clichés y estereotipos de género tan denostados por el feminismo radical y sin que nadie cuestionara a posteriori su condición de "mujeres". Aquellos chistes eran un mero pretexto para "invalidar su género". La cuestión no era el humor. Era su identidad. Identidad que las terf niegan a todas las mujeres trans.

Contexto. En la figura de Elsa Ruiz han chocado, de nuevo, dos corrientes antagónicas dentro del movimiento. Es tan sólo el último ejemplo de una larga lista de disputas y polémicas en torno al sujeto del feminismo. ¿Son las mujeres cis las únicas depositarias y protagonistas de la causa, o también las mujeres trans, aquellas que se identifican y son mujeres al margen de su sexo? La corriente radfem defiende que el género no debe centrar las preocupaciones del feminismo, sino las mujeres.

Y en ese espacio, los hombres que, bajo su punto de vista, se valen del género para identificarse como mujeres, no tienen cabida. Argumento muy discutido por el feminismo interseccional, firme en su defensa del género como herramienta de definición e identificación, e inamovible en su defensa de las mujeres trans (porque son mujeres, no hombres que se identifican como mujeres) como parte del movimiento.

Batalla. Se trata de una distinción teórica discutida hasta la extenuación por las diversas corrientes del feminismo, y que poco a poco está ganando espacio en la agenda mediática. A menudo de forma torpe. El ejemplo de Ruiz es paradigmático de las posiciones radfem: si la lucha se dirige contra el patriarcado, las mujeres trans no pueden formar parte al haber sido educadas y al haber socializado como hombres.

Porque son patriarcado. De ahí que la polémica de ayer, por más que no haya salido de las redes sociales, sea muy ilustrativa de la pugna política que viene dentro del feminismo. Una cada día más pública.

Imagen: Elsa Ruiz/YouTube

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