Los amantes de las tormentas vais a adorar esto: la Organización Mundial Meteorológica (WMO) ha revelado recientemente las medidas del rayo más largo que se ha registrado en toda la historia. Apareció en el año 2007 en Oklahoma, y recorrió la friolera de 321 kilómetros. Es el equivalente de recorrer en línea recta la distancia que hay entre Barcelona y Valencia y aún nos sobran unos 15 kilómetros para las rotondas.
Los meteorólogos creían que un rayo no podía medir más de 32 kilómetros, así que os podéis imaginar sus caras cuando vieron que un rayo simplemente le daba diez vueltas a esa cifra. Sólo se ha medido algo similar en Francia, cuando un rayo de 200 km de longitud ganó el récord de rayo más duradero con 7,74 juntos de resplandor blanco sobre la región de Cote d'Azur.
¿Lo mejor de todo? Que incluso con estas medidas los meteorólogos no descartan que hayan rayos todavía más largos que simplemente no hayamos tenido la oportunidad de medir. Y es por todo esto que se haya aconsejado a los responsables del Glosario de la Meteorología que cambien la definición de la palabra "rayo", que es actualmente la siguiente:
Una serie de procesos eléctricos que transcurren durante un segundo.
¿Lo que aconsejan? Quitar esa duración y cortar por lo sano:
Una serie de procesos eléctricos que transcurren continuamente.
¿Qué causa que un rayo sea más largo o más corto?
Para entenderlo, debemos entender antes cómo se produce un rayo. En Planet Science lo explican muy bien: dentro de una nube de tormenta hay millones de fragmentos de hielo que chocan entre ellos, lo que forma una carga eléctrica que va creciendo y creciendo hasta que en lo alto de la nube se concentran las partículas cargadas positivamente y en su base las que tienen carga negativa.
Los rayos se generan debido a las cargas positiva y negativa que se acumulan en ambos extremos de una nube de tormenta
Sólo hace falta que esos dos "polos" tengan la suficiente carga y entonces ocurre: un rayo cruza la nube a una temperatura de 27.000 grados, seis veces la temperatura de la superfície del Sol.
Entonces, ¿por qué hay rayos que van hacia el suelo? Pues porque la carga negativa acumulada en la base de la nube también atrae partículas cargadas positivamente en la tierra. Y cuando esa carga es lo suficientemente alta, el rayo va hacia el suelo en vez de hacia las cargas positivas de lo alto de la nube. Algo muy parecido ocurre cuando el rayo salta de una nube a otra.
Son esas cargas las que determinan la longitud del rayo. Cuando son lo suficientemente altas como para provocarlo, sucede sin que importe la distancia a la que estén esas cargas. Siempre hablando dentro de unos límites, claro... límites que ese rayo de 321 kilómetros acaba de ampliar.
Otro factor que puede actuar es el tipo de rayo, ya que hay algunos que suelen ser más largos como los que aparentemente parten de la nube y terminan en el aire. StormHighway tiene una buena clasificación con todos los tipos de rayos dependiendo de su origen, su destino y de cómo se dispersan.
Así conseguimos medir la longitud de los rayos
No, no se trata de contar los segundos que pasan desde que ves el rayo hasta que oyes el trueno. Eso calcula la distancia aproximada que hay entre tu ubicación y el rayo. ¿Pero cómo podemos calcular la distancia que recorre un rayo cuando éste suele aparecer y desaparecer en un segundo?
El mismo estudio de la WMO lo explica: se utiliza una red de mapeado de rayos o LMA, que consiste en un conjunto de estaciones de medición de frecuencias repartidas por una zona de normalmente 30 o 40 millas de diámetro. Estas estaciones se activan cuando aparece un rayo en el cielo y miden lo que tarda en llegar su radiación en forma de radiofrecuencias de 60 MHz. Teniendo ese dato desde varias estaciones, se puede generar un mapa de dos o tres dimensiones que señale origen de la actividad del rayo. Puedes incluso observar los mapas en tiempo real de algunas redes de mapeado como la del área metropolitana de Washington DC.
La red que midió el rayo de Oklahoma, la OKLMA, tiene estaciones por todo el estado. Los expertos tuvieron que hacer un trabajo muy manual para diferenciar todos los rayos que ocurrieron alrededor del de 321 kilómetros de largo y así descartar confusiones, pero finalmente han podido confirmarlo.
Qué hacer ante una tormenta de rayos
Viendo que hay rayos que pueden caer al suelo desde cientos de kilómetros de distancia y que cada año hay miles (sí, miles) de personas que mueren debido a que uno de ellos les alcanza, a lo mejor es preciso que sepamos qué es lo que se aconseja cuando una tormenta especialmente potente pasa por encima de nuestras cabezas.
Si estamos en casa y en una zona urbana, el gobierno de los Estados Unidos recomienda esperar media hora desde el último trueno que oigas para salir con total seguridad de casa. Y aunque parezca una tontería, recomiendan desde el Washington Post que en cuanto oigas rayos y truenos no estés en la calle.
¿Y si estás en el campo? Pues entonces la recomendación cambia: lo que tienes que hacer es meterte en un coche para que en el caso de que el rayo caiga encima de él, el vehículo actúe como conductor para que el rayo termine en el suelo. Procura tener las manos encima de tus piernas y no tocar los mandos ni ninguna parte metálica del coche mientras los rayos pasen por encima.
¿Y si no tienes ningún coche cerca? Pues entonces hay que evitar cualquier terreno elevado u objeto que sobresalga como árboles o arbustos. Busca valles, depresiones de terrenos y agáchate. En el caso de que seáis un grupo de personas, dispersaos todo lo que podáis para que si un rayo alcanza a uno de vosotros éste no actúa de nodo y alcance al resto de personas. No, las cuevas no sirven: un rayo puede atravesar la tierra que haya por encima de ellas y llegar hacia ti.
Imágenes | javierruiz77, John Fowler, Omer Wazir, NOAA, NMT
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