Mientras el resto de Europa se muere de vieja, Francia no. ¿Cómo lo han logrado?

Mientras el resto de Europa se muere de vieja, Francia no. ¿Cómo lo han logrado?
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España tiene un problema de natalidad. Los últimos datos del Instituto de Política Familiar señalan lo evidente: tras tres décadas por debajo de la fertilidad mínima requerida para asegurar el reemplazo generacional, cada vez hay menos españoles. El instituto cifra el número de nacimientos necesarios para alcanzar tan alejado objetivo: 260.000 alumbramientos al año, una media de más de 700 al día. Son números, ahora mismo, inimaginables en un país donde la tasa de fertilidad, el número de hijos por cada mujer fértil en España, a duras penas supera el 1,3. La dinámica es idéntica en Europa. Con una excepción: Francia.

El país vecino lleva dos décadas a la cabeza de la fertilidad en Europa. ¿Cómo lo han conseguido? Al contrario que el resto de estados europeos, Francia sí cuenta con una tasa de fertilidad más o menos cercana al mínimo requerido para el reemplazo generacional: al cierre de 2014, se situaba algo por debajo del 2,1. Es el único país del continente en superar los dos hijos por cada mujer. En la explicación de fondo se entremezclan diversos factores, algunos comunes en otros países, pero todos ellos confluyen de manera excepcional en Francia. De modo que, ¿qué podemos aprender de sus políticas de natalidad?

Francia, la vanguardia de un puñado de avanzados

Repasemos primero las cifras francesas comparadas con su contexto europeo.

El caso de Francia, en realidad, no es tan excepcional. En Europa se abre una brecha clara entre los países escandinavos, Francia y Reino Unido y, muy por detrás, los países mediterráneos, germanoparlantes y de Europa del Este. El único cuya tasa de fertilidad está por encima del 2 es Francia, eso sí, pero otros están cerca: Reino Unido se coloca en el 1,92; Suecia en el 1,91; y Finlandia en el 1,8. Por su parte, España se sitúa en el 1,32; Alemania en el 1,38; e Italia en el 1,43. Todos ellos contaban con cifras muy superiores a las actuales a finales de la década de los setenta, pero decayeron de forma drástica.

Tasa De Fertilidad

La incorporación de la mujer al trabajo fue un factor fundamental, sí, pero, como veremos más adelante, quizá de un modo distinto al que pensamos. La dinámica en todos ellos fue la misma, y a partir de los ochenta sus registros comienzan a caer en picado. Algunos países, como Suecia, cuentan con una leve recuperación a principios de los noventa, pero otros no levantan cabeza desde entonces (los mediterráneos, fundamentalmente). Un puñado de países acolchan mejor la caída y, desde principios del siglo XXI, logran recuperar el terreno perdido. Francia lidera desde los '90, con una media muy por encima de la europea.

¿Se trata de una cuestión cultural?

Una de las explicaciones que los analistas han articulado para explicar la decadencia demográfica europea es la incorporación de la mujer al trabajo. Al sumarse a la vida laboral, el rol social de las mujeres ya no se orienta de forma exclusiva a la vida familiar. Hay quienes ponen en duda esa explicación. Es el caso de Laurent Toulemon, del Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia. Según él, el caso es el contrario: son precisamente aquellos países donde la mujer más se ha incorporado al trabajo los que mejores tasas de fertilidad ofrecen. Lo explica en este extenso reportaje de The Guardian sobre la materia.

Lo hace en base a los datos de la OCDE sobre la participación femenina en el mercado laboral. Francia, Finlandia y Suecia cuentan con cifras muy altas en la cohorte de mujeres entre 24 y 54 años (83,8%, 84,4% y 87,5% respectivamente), mientras que los países mediterráneos (además de Japón, cuya tasa de fertilidad también está por los suelos) están por debajo: España al 78.3%, Grecia al 72.2% e Italia al 71.6%. Alemania se encuentra en un punto intermedio (80,7%), lo cual rompe la dinámica, al igual que Dinamarca, cuya extensa fuerza laboral femenina no se corresponde con iguales tasas de fertilidad (1,73).

Piramide Poblacion Francia Pirámide de población francesa. Al contrario que las de los países emergentes, la base es estrecha, pero al mismo nivel que las generaciones previas. Es el resultado de una tasa de fecundidad de 2,1.
Piramide Poblacion Espana Pirámide de población española. Mucho más dramática: la base es muy estrecha y tiene una forma invertida, siendo las cohortes más maduras mucho más numerosas. Las nuevas generaciones tienen pocos hijos.

¿La explicación de Toulemon? Una cuestión cultural. Según él, en los países escandinavos y en Francia no penaliza socialmente la cría no convencional de los niños. Es decir, que el concepto "familia" es mucho menos restrictivo que en los países mediterráneos. El matrimonio o el cuidado permanente de los niños no son requisitos esenciales, o aprobados desde un punto de vista cultural, a la hora de ser padres. Hay mayor "flexibilidad", la institución familiar es menos rígida, y permite compatibilizar el trabajo de la mujer con la maternidad. En España o Alemania, como ejemplos contrarios, esto no sucedería.

Políticas de natalidad, ayudas y guarderías

¿Tiene sentido? Quizá, pero no explica las cifras de fertilidad más bajas de países de semejantes características a Francia o los escandinavos, como Países Bajos, Dinamarca, Suiza o Luxemburgo, ni como la pérdida de terreno del concepto tradicional de familia en países como España detiene la mala dinámica demográfica. De forma paralela, Toulemon introduce otros elementos que tienen más fundamento empírico: las políticas de natalidad desarrolladas por el estado francés y por los generosos estados nórdicos.

Francia fue uno de los primeros países en aprobar políticas de ayuda a las familias (hoy en día, al margen de su condición: no penalizan a madres o padres solteros). Tanto los países escandinavos como Francia destinan un alto porcentaje del PIB al apoyo familiar (en el caso francés, alrededor de un 4%). Alrededor del 40% de los niños acuden a guarderías (que son gratuitas en el 92% de los casos), un 18% del presupuesto familiar se dedica al cuidado infantil, las ayudas por hijo exceden los 900 euros, y los padres tienen 16 semanas de permiso (26 si es el tercer hijo: las ayudas aumentan cuantos más se tienen).

En Francia, los padres y las madres (tienen más trabajos) tienen más recursos económicos y materiales a su disposición para tener niños.

Espana

En contraposición, España y los países mediterráneos se sitúan a la cola. Están por debajo de la media europea en gasto público (2,2%; España, en particular, tan sólo destina un 1,5%). No sólo se trata del volumen de las ayudas y de su cuantía (pobres en comparación a las francesas o escandinavas), sino de su cobertura. Mientras una media de 83 familias de cada 100 se acogen a beneficios estatales cuando son padres, en España la cifra, según el Instituto de Política Familiar, se reduce a 11. En España, tener hijos es menos atractivo.

¿La clave? En la igualdad

Como se apunta en este artículo publicado por El Diario, la igualdad puede ser una de las claves que expliquen el éxito de Francia y de los países nórdicos. Los países mediterráneos, como España, cuentan con mucha menos estabilidad laboral (la mayor parte de nuevos puestos de trabajo son temporales), lo que provoca un mayor aumento de la pobreza. Por otro lado, las políticas españolas no han estado tan encaminadas a potenciar la natalidad como en Francia (se dotan de menor partidas económicas, como hemos visto), y la desigualdad y la brecha salarial entre hombres y mujeres es mucho mayor.

Brecha Salarial La brecha salarial en España (y en Alemania) es mucho más grande que en Suecia o Francia. (Datos de Eurostat, gráfico elaborado por El Diario)

La suma de todos los factores anteriores contribuye a explicar como en pleno 2016, Francia es el único país cerca de asegurar el reemplazo generacional. Los peligros de una población envejecida y sin generaciones jóvenes numerosas son bien conocidos y están de actualidad: España está agotando el fondo de las pensiones, mientras son los trabajadores más jóvenes quienes sufren la tasa de paro más alta y las peores condiciones laborales. Y a corto plazo, al contrario que en Francia, esto no va a cambiar.


Imagen | Matthieu Luna

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