Cómo hemos llegado a que Banco Popular haya pasado de entidad sólida a vendida por un euro en unos meses

Cómo hemos llegado a que Banco Popular haya pasado de entidad sólida a vendida por un euro en unos meses
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¿Por qué vuelven a estar de actualidad los bancos? ¿Por qué las declaraciones en los medios llaman a la "calma" animándonos a sospechar que pasa algo muy turbio? ¿Nos va a tocar vivir la crisis 2.0 y no hemos salido de la primera? Más importante aún: ¿qué hace Santander comprando empresas de buena mañana con las vueltas del pan? A continuación vamos a intentar resumir todo esto en cuatro claves.

¿Ha costado un euro?

Fácil: no. Es un pago simbólico. Ana Botín y los suyos van a ampliar su capital en 7.000 millones de euros para conseguir realizar la absorción del Banco Popular.

¿Y lo va a pagar todo el Santander?

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Bueno, lo primero es que todos los accionistas, pequeños y grandes, han perdido su dinero. Y también se va a activar una conversión de parte de la deuda, pero sí, de haber posibles agujeros los va a tapar el Santander.

¿Entonces lo del Popular no nos va a costar a los ciudadanos? ¿Me puede dar igual todo esto?

Europa y De Guindos te juran y rejuran que no, que confían a pies juntillas en que el Santander no pueda caer sólo por una adquisición que le supone menos del 10% de los recursos del banco. Lo que no se comenta tanto es que a este banco, como a todos los demás, se les permitió durante la crisis contabilizar como capital los créditos fiscales. Para convertir esos créditos en capital regulatorio Europa les exigió un aval del Estado y España firmó.

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Ministro de economía Luis de Guindos.

Tras la crisis las autoridades europeas consideraron que había sido un golpe durísimo para la ciudadanía el rescate nacional de los bancos, como sucedió en muchos países, incluido España. Se creó el Mecanismo Único de Resolución, el FROB de España pero a la europea, que evita que sean los contribuyentes los primeros en soportar el rescate de las entidades financieras y le pide a otros bancos que paguen los costes de la resolución.

Esta es la primera vez que el MUR tiene que ejecutar el plan de contención, y ahora dice que los accionistas y la deuda subordinada asumen quita, seguramente del 100%. Y eso implica que el aval público del crédito fiscal se ejecutará y los españoles pagaremos parte de la quiebra.

¿Es esta la misma táctica de rescate que hicimos con las cajas de ahorros en la crisis?

En principio se ha intentado evitar esto y se espera que el Santander pueda torear todo el desastre. Se confía en la capacidad de gestión de los Botín para sanear sus cuentas y evitar un contagio.

A todo esto: ¿por qué quiere el Santander comprar un banco endeudado?

Porque al Santander ahora mismo le sobra liquidez para afrontar la deuda y de esa forma gana el mercado de créditos a pymes que tenía el Popular así como sus oficinas y clientes, que a partir de hoy son de forma efectiva clientes del Grupo Santander con los mismos derechos que los demás. Retorno de la inversión dentro de dos o más años y la empresa se convierte en la mayor entidad bancaria de España en cuota de mercado en créditos y y depósitos con 17 millones de euros.

Bueno, ¿y cómo ha llegado el Banco Popular a esta situación?
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Ángel Ron, presidente del Banco Popular de España en 2011.

Popular, muy implicada en el ladrillo, ya tenía unas cuentas zombies desde hace años. En teoría que los bancos estuviesen bajo la supervisión del BCE después de la crisis evitaría que pudiesen actuar de forma irresponsable o inviable. Pero entre 2011 y 2016 el Banco Popular aprobó tres de cuatro exámenes de solvencia a los que le han sometido el Banco Central Europeo (BCE), la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y el Banco de España.

La que suspendió, de 2012, mostraba que necesitaba más de 3.000 millones y que poseía muchos activos problemáticos, con casas y terrenos que han perdido en estos años hasta el 80% de su valor. Europa dio el visto bueno, o dicho de otra manera, los test de estrés no valían para mucho. La cosa fue avanzando en ciclos cada vez más peligrosos: los inmuebles tóxicos han ido provocado continuas provisiones, estas provisiones han provocado pérdidas y estas pérdidas han provocado continuas bajadas en la bolsa.

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Pero de cara a la galería todo iba relativamente bien, correcto cuanto menos, y desde finales de 2016 sus responsables, con Emilio Saracho a la cabeza, estaban haciendo, en principio, una eficiente labor de saneamiento. En febrero de este mismo año y después de que el banco recibiera una ampliación de capital de 7.000 millones de euros que se comió en apenas unos días, la solvencia de la empresa estaba garantizada según los requisitos habituales de viabilidad de los bancos (tenía una ratio ET1 phased-in del 12,12%). No había de qué preocuparse.

Dos figuras sencillas: en 2007, cuando el banco estaba capitalizado en 18.000 millones, las acciones del Popular llegaron a alcanzar los 35,36 euros. El pasado viernes eran de 0,35 euros, y de ahí que ayer BP tuviera en bolsa un valor de algo más de mil millones y hoy deban venderse a un euros.

¿Nos están mintiendo y vamos a una nueva crisis bancaria?

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El presidente del Banco Popular hasta hoy mismo Emilio Saracho en una junta extraordinaria ante los accionistas en mayo.

No mienten, pero disimulan. El FROB ha insistido en que la inviabilidad actual se ha basado en el “deterioro de su base de depósitos durante los últimos meses y la incertidumbre sobre sus planes privados para afrontar posibles deterioros del balance de la entidad”. Es decir, que es cosa del ahora, no del “de aquellos polvos estos lodos” de 2012.

Pero en principio todo debería ir bien. Se está aprovechando ahora desde hace un años que la prima de riesgo está bajita y que la gente vuelve a querer gastar dinero en España para sacar la suciedad de las cuentas. Pero hay quien mira temeroso a Italia, donde algunos de sus bancos están inmersos en problemas similares al del Popular, la efectividad del lavado no ha sido muy alta (eso sí, el MUR no ha creído necesario involucrarse en el asunto) y el dinero nuevo, como en el resto de Europa, sigue sin aparecer.

Si los políticos italianos siguen hablando de una salida del euro, es la hora de preocuparse.

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