Ayer decenas de políticos acudieron a la fiesta de un periódico. Motivo de dimisión en otros países

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El pasado 25 de octubre, domingo, el Boletín Oficial del Estado publicaba el Real Decreto 926/2020, por el que se declaraba el cuarto Estado de Alarma de la historia de la democracia. Entre sus muchas medidas destinadas a combatir la segunda ola de contagios se incluía una que algunas comunidades ya habían aplicado: la limitación de las reuniones privadas a un máximo de seis personas no convivientes. El texto dice así aunque es de aplicación autonómica (artículo 9.1):

La permanencia de grupos de personas en espacios de uso público, tanto cerrados como al aire libre, quedará condicionada a que no se supere el número máximo de seis personas, salvo que se trate de convivientes y sin perjuicio de las excepciones que se establezcan en relación a dependencias, instalaciones y establecimientos abiertos al público.

Pues bien. Ayer en torno al centenar de personas la obviaron en Madrid. Y entre ellas se encontraba el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

La reunión. El diario digital El Español celebraba anoche su quinto aniversario, y lo hacía, como todos los años, con la entrega de sus premios Los Leones. Pese a las múltiples restricciones de aforo y reunión impuestas tanto por el gobierno como por la Comunidad de Madrid, el evento tuvo lugar en el Salón Real del Casino de Madrid. Allí se personó la plana mayor del estado, desde grandes empresarios, como Florentino Pérez, hasta la ministra de Defensa, Margarita Robles.

No faltó nadie. La galería de fotos es la mejor prueba.

Los nombres. Breve relación de cargos de toda condición política: Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la CAM; José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid; María Dolores Delgado, Fiscal General del Estado; Pablo Casado, líder del PP; Inés Arrimadas, líder de Ciudadanos; Juan Carlos Campo, ministro de Justicia; Antonio Huertas, presidente de Mapfre; Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha; o Fernando López Miras, presidente de Murcia, entre otros.

Acudió incluso el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villarroya.

Polémica. El evento ha causado un escándalo por múltiples motivos. El primero, por la presencia de altos cargos del gobierno, muy especialmente Illa y Campo, dos de los ministros con mayor peso en la declaración del Estado de Alarma. Ningún español puede desde el domingo reunirse con más de seis personas. Muchos restaurantes han tenido que restringir su actividad al máximo. Sin embargo, 150 políticos y empresarios sí han podido cenar juntos en el casino de Madrid.

La participación de Illa en el evento es la más sorprendente. El ministro ha adoptado un tono a menudo paternalista cuando se ha dirigido a los ciudadanos. En agosto, por ejemplo, explicaba lo siguiente al hilo de los botellones: "A los jóvenes recordarles la importancia de ser disciplinados. En esta fase en la que estamos conviviendo con el virus, no podemos no ser disciplinados, no podemos no cumplir con las medidas".

Predicamento. El problema es el mismo para todos los presentes. La Comunidad de Madrid, dirigida por Ayuso, podría declarar el confinamiento perimetral en los próximos días, como ya han hecho Aragón, Navarra o País Vasco. Desde el inicio de la crisis, todos los gobiernos han llamado a la "responsabilidad" de los ciudadanos, a limitar sus actividades, reuniones sociales y movimientos al máximo. La mayoría no han tenido más remedio, fruto de las restricciones legales.

El acto de ayer no refuerza estas ideas. ¿Los políticos y empresarios pueden reunirse pero el resto de ciudadanos no?

Precedentes. Es el mensaje que transmiten las fotografías del acto. Uno que cuenta con precedentes internacionales. El más inmediato es el brote de la Casa Blanca. El 26 de septiembre el presidente, Donald Trump, organizó un evento (al aire libre) para presentar a su nominada a la Corte de Suprema de Justicia, Amy Coney Barrett. Por allí apareció el grueso del ejecutivo. Trump dio positivo poco después. Y con él, todos los demás, desde su mujer hasta Kayleigh McEnany, secretaria de Prensa.

Irlanda. En agosto, Irlanda vivió su particular "evento de El Español". El 18 de aquel mes, el club de golf del parlamento irlandés, Oireachtas Golfing Society, organizó una cena de gala para celebrar su cincuenta aniversario. Por allí pasaron el ministro de Agricultura de Irlanda, Dara Calleary; el comisario europeo de Comercio, Phil Hogan; y otras 80 personalidades. En aquel momento el gobierno irlandés había limitado a un máximo de 15 personas las reuniones públicas y privadas.

Cuando se destapó, Calleary presentó su dimisión. Hogan, además, había acudido a condados del país confinados perimetralmente y había sido descubierto hablando por teléfono mientras conducía. También tuvo que dimitir. Una semana antes, el presidente de la agencia de turismo de Irlanda, Michael Cawley, había presentado su dimisión tras veranear en Italia. Los meses previos había instado a sus conciudadanos a pasar sus vacaciones en Irlanda, reduciendo riesgos.

Reino Unido. El escándalo más célebre, no obstante, data de meses atrás, en plena fase de confinamientos domiciliarios en todos los países europeos. Fue en mayo cuando Dominic Cummings, asesor personal de Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, se saltó tanto el confinamiento como la cuarentena reglamentaria tras conocer el positivo de Johnson. Condujo hasta su casa y se reunió con más personas. Cummings, eso sí, se aferró al cargo y sigue en él a día de hoy.

En España. El problema es que, entre tanto, las autoridades españolas han sido muy expeditivas con cualquier tipo de reunión o fiesta privada que llegara a sus oídos. Ayer mismo se desalojó un encuentro de 45 personas en Villamediana de Iregua, en las proximidades de Logroño. Hace algunas semanas, otra similar, de 30 personas, en Parla. Lleva sucediendo desde el verano, y las intervenciones son irreprochables con la ley en la mano.

Sabemos que eventos multitudinarios de este tipo en espacios cerrados, donde la distancia de seguridad no se mantiene y las mascarillas no se utilizan, son vectores de contagio. Los propios políticos lo saben: el cierre de los locales nocturnos o el toque de queda van encaminados precisamente a atajarlos. Y sin embargo, ayer ellos mismos pasaron por encima de sus recomendaciones, mensajes y restricciones.

Imagen: GTRES

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