Un macizo influencer de 23 años y un adulto príncipe saudí posando ante la cámara mientras hacen el símbolo del yolo con las manos. Con esta imagen (verídica) pueden resumirse los últimos movimientos del reino arábico en relación a su nueva estrategia. Arabia Saudí quiere potenciar su turismo. Y para ello está invitando a famosos youtubers e intagramers.
“Un increíble lugar por descubrir”: entre su colección de fotos veraniegas en playas paradisíacas y vistiendo un bikini, la blogger Aggie Lal tiene en su Instagram una serie de cinco fotos dedicadas a promocionar distintos puntos de Arabia Saudí. En ellas no viste el supresor burka o niqab que sí deben llevar públicamente las mujeres locales, pero sí lleva un largo abaya negro, de un recatado que choca frontalmente con el contenido que habitualmente le ofrece a sus fans. Lal no está sola, y MissNelleVZ, Gab Scanu, Johnny Schaer o Morgan Oliver Allen también han subido fotos en la misma tónica.
Gateway KSA: el nombre de la compañía que ha invitado a cientos de influencers y estudiantes de Oxford, Harvard o Standford para promocionar el reino. Con todos los gastos pagados (aunque sin recibir una remuneración económica aparte) se les lleva a increíbles parajes desérticos y camellos graciosamente adornados para promocionar la "Visión Saudita 2030", cómo cree el país que será en la próxima década, energías renovables, derechos de las mujeres y nuevas posturas religiosas incluidas. La empresa a cargo de estos viajes propagandísticos no forma parte del departamento turístico estatal, pero sí está financiada por el patrocinio corporativo saudí.
Por qué necesitan limpiar su imagen: hay ahora mismo en el país una tensión cultural. El príncipe Mohammed, también conocido como MBS, es el supuesto artífice de las nuevas políticas igualitarias, entre ellas que las mujeres puedan conducir o volar sin el consentimiento de su tutor legal desde el pasado mes de agosto. También es el que ha promovido que empiecen a haber algunas proyecciones de películas, prohibidas hasta entonces, conciertos de David Guetta o Mariah Carey. Son sólo algunos de los gestos de un futuro mandatario que quiere relajar las costumbres.
Pero la narrativa también nos dice que Salmán bin Abdulaziz, actual rey saudita, aplica técnicas de represión terrorista contra sus disidentes y ha intensificado la guerra en Yemen (con imágenes que nos dejan bombardeos de niños). Todo ello por no hablar de su último y carísimo escándalo, el asesinato de Jamal Khashoggi, en el que se ha vinculado a MBS, supuesto faro del cambio.
La paradoja social: basta acudir a los comentarios de redes sociales de los posts de los influencers para ver las profundas dificultades de este aperturismo turístico. En vídeo promocional de Gateway KSA se ve a gente durante la athan (llamada a la oración) mientras suena música épica, y la usuaria Sadeem Abdullah exige a la compañía que quite la música del vídeo, ya que poner música durante el rezo es un sacrilegio.
El post de Aggie Lal también recibió críticas por la vestimenta de la blogger, un traje demasiado revelador, un gesto “estúpido” de “occidentalización de Saudí”. Los occidentales también criticaron la campaña, aunque por otro frente: reprochan a la modelo que ayude a promover un país “que mata a gente inocente, la mayoría de ellos niños de Yemen”.
Los valores árabes: es decir, que si bien el Gobierno está luchando contra las restricciones morales y sociales defendidas por sus líderes religiosos, hay una parte importante de la sociedad que también quiere frenar ese posible progreso en pos de una supervivencia de sus valores culturales. Sí, muchas mujeres luchan contra la mutawa, la policía religiosa que ordena qué se puede hacer y qué no en público, pero también hay hombres molestos con que la progresiva incorporación de la mujer a los trabajos está llevando a sus mujeres o hijas a interactuar fuera de casa con otros hombres, por no hablar de esas extranjeras como Aggie Lal que se pasean con "provocativos" abayas como los que vemos en las fotos de las instagramers.
Por qué no les queda otra: porque, aunque se el precio del barril se ha estabilizado, la dependencia económica del petróleo, un 87% de todos los ingresos del país, es peligrosa para el futuro de la nación. Entre otras cosas, la inversión extranjera pasó de ser de 7.500 millones de dólares en 2017 a 1.400 en 2018, el nivel más bajo en una década. Su nivel de desempleo, del 12%, es de los más altos que se recuerdan, y se están imponiendo medidas de restricción de contratación de extranjeros, mucho más cualificados que los locales, para intentar apoyar el desarrollo social del país.
El país también está retirando los generosos subsidios familiares, empujando a las economías domésticas a una mayor independencia económica del Estado, que en muchos casos implica esa necesidad de que la mujer trabaje fuera de casa.
Solución: turismo: Y de ahí pasamos a la concesión de visados para extranjeros por primera vez en la historia en 2019 (eso sí, nada de bikinis, nada de alcohol, nada de besos por la calle y otro largo etcétera) y a la promesa de hacer que el turismo pase del actual 2% del PIB a un 10% en 2030. Para eso, entre otras cosas, tendrán que lograr que el país sea atractivo para los extranjeros. Para los hombres y para las mujeres.