Hace pocos días que una ilusión visual conocida desde hace décadas llevó a todo el mundo de cabeza en las redes sociales. En febrero del año pasado ocurrió algo muy parecido y a una escala aún mayor con el mítico vestido azul y negro o blanco y dorado. Las ilusiones visuales están ahí y nunca dejarán de sorprendernos.
Pero son lo que son: ilusiones. Y como tales, no es difícil entender lo que engaña a nuestro cerebro. Veamos una lista de algunas de ellas para demostrarlo.
Los círculos que giran
Mira atentamente los círculos que giran alrededor de los puntos rojo y amarillo. Giran en el sentido contrario a las agujas del reloj. Ahora centra tu vista en el punto rojo y te darás cuenta que los círculos que rodean al amarillo parecen girar al revés, en el sentido horario. Ahora mira el punto amarillo y verás como lo mismo pasa con los círculos que rodean al rojo.
El truco está en el patrón que hay en los círculos que se mueven y en el hecho de que fijemos nuestra mirada en los puntos de colores, ya que según un estudio "comprimimos" o simplificamos la información que llega de nuestro alrededor. El patrón blanco y negro que hay dentro de esos círculos se encarga de confundir a nuestro cerebro.
Las serpientes que giran solas
No, la imagen que ves aquí arriba no es ningún GIF animado. A medida que movemos nuestra vista por encima de estas imágenes los círculos parecen moverse, pero en realidad están quietos. Puedes comprobarlo viéndolos desde un ángulo pronunciado.
Un estudio de la Universidad Ritsumekan nos explica la causa: nuestra vista prioriza la detección de zonas con más contraste, de modo que algunos colores de la imagen son detectados más tarde que otros. El resultado: nuestro cerebro cree que se mueven.
Los anillos que giran
Mira atentamente el punto central de esta imagen. No pasa nada, ¿verdad? Bien, ahora aléjate y acércate de la imagen manteniendo la vista fijada en ese punto central. Los anillos de círculos parecen moverse, cada uno en el sentido opuesto del otro.
Se trata de la ilusión de Pinna-Brelstaff: al mover la vista la diferencia de contrastes de las piezas blancas de la imagen provocan un efecto de movimiento.
Los colores que desaparecen
Fija la vista en un punto central de estos colores. Sé paciente y mantén la vista fijada ahí durante unos 20 o 30 segundos. De repente, los colores de la imagen empiezan a desaparecer. No es magia, sino una variación del efecto Troxler que nuestros compañeros de Xataka Ciencia te explican de forma sencilla: nuestras retinas necesitan un estímulo constante, y si nada cambia a nuestro alrededor durante un tiempo, todo se difumina.
El instrumento imposible
¿Cuantas puntas tiene este objeto? ¿Dos o tres? Cambia dependiendo del lado desde el que lo veas. Aquí no hay demasiado truco: se trata de un uso inteligente de la perspectiva y de la manía que tenemos los humanos de interpretar antes las cosas en base a nuestra experiencia visual que en lo que realmente tenemos delante.
El triángulo negro que no existe
Mira la imagen de arriba, da igual cómo. Simplemente mírala. A los pocos segundos, tu cerebro identifica un triángulo de color negro que se coloca encima del triángulo con los bordes blancos, cuyas puntas están en los tres círculos. Y a pesar de que ese triángulo no existe es lo que tu vista destaca por encima de todo lo demás.
Hay varias explicaciones acerca de este efecto, pero todas coinciden en que se trata de un simple truco que tiene nuestro cerebro para definir objetos completos a partir de contornos y fragmentos aunque éstos objetos no existen.
Los coches que sí, tienen el mismo tamaño
Parece que esos tres coches son de diferentes medidas, más grandes a media que nos alejamos, ¿verdad? Pues mídelo como quieras (tomando tus dedos como medida o con una regla) porque los tres vehículos son iguales.
Es un ejemplo de la ilusión de Ponzo, que revela cómo nuestro cerebro se basa en la distancia que nos da la perspectiva de una foto para confundir los tamaños de los objetos. En esta web tenéis una imagen interactiva donde podéis comprobarlo vosotros mismos moviendo dos objetos idénticos por una misma imagen.
Los puntos que... ¿se mueven?
No, no se mueven. Fíjate sólo en un punto y verás como siempre sube y baja respecto al centro, pero no rota ni tampoco cambia de color. Podemos ver el mismo efecto en este vídeo de la media parte de un partido de rugby.
En este hilo de reddit lo explican: nuestro cerebro interpreta la posición de cada punto o jugador que se va moviendo como una "ola". Veríamos lo mismo si colocásemos una línea de boyas en el mar para ver su movimiento con las olas.
Los puntos naranjas iguales
Los puntos naranjas que ves en la imagen superior son del mismo tamaño. Puedes comprobarlo colocando dos líneas rectas encima y abajo de los susodichos para que compruebes que sus dimensiones coinciden. Se trata de la ilusión de Ebbinghaus, que demuestra que el tamaño de lo que vemos puede ser interpretado incorrectamente por nuestro cerebro dependiendo de lo que hay a nuestro alrededor.
El tablero de ajedrez de un sólo gris
Los cuadrados A y B de la imagen superior son del mismo color. Sí, en serio. Se trata de una ilusión creada por el profesor Edward H Adelson: tu cerebro cree que el cuadrado B, al estar en la sombra, emite más luz de la que realmente tiene para compensar. Eso hace que creamos que B es más claro que A. El gradiente suave de la sombra que emite el cilindro verde también ayuda a confundirnos.
Las losas con líneas ¿rotas?
Pues va a ser que no, las líneas horizontales de ese enlosado son completamente rectas. ¿Qué ocurre aquí? Pues que nuestro cerebro rellena involuntariamente las líneas grises con las losas de arriba y abajo, creando esa sensación de que dichas líneas están "rotas".
Richard L. Gregory fue el primero en enseñar esta ilusión visual en 1979 observando cómo las líneas de un café de Bristol que se había decorado de esta forma se "adelgazaban" y parecían distorsionarse.
Los rectángulos que se mueven "paso a paso"
Los rectángulos azul y amarillo parecen moverse a trompicones, verdad? Pues no, se mueven de forma constante. De nuevo, la diferencia de contraste entre los colores y el fondo en blanco y negro hacen el truco descubierto por Stuart Anstis. En este último enlace puedes manipular la ilusión, comprendiendo que si los bloques son negros o blancos el efecto es aún mayor. Y además, en este ejemplo particular puedes hackear el efecto mirando fijamente uno de los bloques para ver su movimiento contínuo.
La mujer que baila
Terminamos con un clásico: ¿Hacia qué sentido gira sobre sí misma esta chica? En el sentido de las agujas del reloj o al contrario? Pues resulta que en ninguno de los dos. Pensad que estamos mirando una imagen bidimensional cuya forma se va modificando, es nuestro cerebro el que se monta una escena tridimensional de una persona girando. De nosotros depende que captemos un sentido u otro.
No todos podemos ver los dos sentidos del giro, pero puedes intentarlo dejando de verla e imaginarte a la chica girando en el sentido contrario al que ves antes de volver a verlo.
Imagen | Conal Gallagher