Toda pyme empieza de la misma manera: en un registro notarial con uno o varios autónomos haciéndose cargo de la marca. Nervios, ilusión, ahorros familiares, cierto vértigo y una idea. Los empleados, el crecimiento y la innovación vienen después, con mucho esfuerzo. ¿Y mientras tanto?
La idea, el capital inicial y los socios son el punto de partida. En el horizonte hay una oficina con cientos de personas y un modelo de negocio escalable. Pero son los primeros años los que marcan la diferencia, cuando el concepto de oficina todavía no ha aterrizado y el “garaje” es la opción económica.