Cuando Taylor Swift anunció en 2021 que iba a regrabar todos los discos que editó con Big Machine Records, su decisión fue recibida con cierto escepticismo, ya que la artista estaba en medio de una cruenta guerra por la recuperación de sus masters y se entendió como una excentricidad. Pero la primera de estas regrabaciones coronó el top de ventas y se han ido sucediendo las regrabaciones con idéntico éxito, convirtiendo a la artista en multimillonaria. Ahora, la industria toma medidas.
Las regrabaciones de Taylor. De los seis álbums que Taylor grabó con Big Machine Records, hemos visto regrabaciones (ella los llama 'Taylor's Version') de 'Fearless' y 'Red'. Tras lanzar su aclamado décimo álbum, 'Midnights', y arrancar con el Eras Tour, Swift ha retomado los lanzamientos de las regrabaciones con 'Speak Now' en julio de este año (que llevó a la artista a ser la mujer con más discos en el número uno de de Estados Unidos, por encima de Barbra Streisand) y '1989' hace apenas unos días. Le quedan dos: 'Taylor Swift' (originariamente lanzado en 2006) y 'Reputation' (de 2017).
Pero... ¿por qué lo hace? Su intención es recuperar la propiedad de los masters de sus propias grabaciones, que Big Machine Records solo quería cederle a cambio de un disco nuevo por cada uno de sus discos anteriores con ellos. Estos primeros seis discos fueron adquiridos por el manager y empresario Scooter Braun (que ayudó a lanzar las carreras de, entre otros, Justin Bieber, Kanye West, Ariana Grande, Demi Lovato o J Balvin) al comprar Big Machine Records y todo su catálogo. Un tiempo después, los masters acabaron en manos de la firma de inversión Shamrock Capital.
La costumbre de regrabar. Regrabar viejos éxitos es algo que Taylor Swift ha hecho con notable gusto y sentido comercial: ha aprovechado para envolver los relanzamientos con multitud de singles nuevos y extras, y vuelto a poner de actualidad discos que estaban ya olvidados. No es la primera artista que lo hace, aunque sí la primera que obtiene un éxito comparable. Antes de ella, las regrabaciones obedecían a motivos muy variados (además de la recuperación del control de los masters): mejorar la calidad de sonido, actualizar los arreglos, preservar canciones antiguas, apuntar a diferentes mercados, aprovechar para relanzar clásicos y ajustarlos a nuevas modas.
Pánico en Universal. El éxito, sin embargo, ha hecho saltar las alarmas en las grandes compañías. Según cuenta Billboard, Universal Music Group, Sony Music Entertainment y Warner Music Group han incluido cláusulas en los nuevos contratos con una exigencia sin precedentes: no pueden regrabar sus éxitos hasta 10, 15 o incluso 30 años después de dejar las compañías. Hasta ahora, lo habitual estaba en entre cinco y siete años tras el lanzamiento de la canción original, o dos años después de que expirara el contrato.
De nicho a tendencia. Las compañías temen que artistas de alcance comparable a Taylor Swift (aunque hay pocos a su altura en términos de éxito) regraben canciones antiguas y hagan como ella: pedir a los fans y a las cadenas de radio afines a su causa que solo escuchen y pinchen las nuevas versiones. Por eso, cada vez es más común que los contratos discográficos incluyan cláusulas acerca del destino que tienen los masters y cuánto tiempo pasará antes de que los artistas dispongan de ellos.
Taylor toma el control. No es la primera vez que Taylor Swift toma decisiones que reverberan en la industria. La artista no teme enfrentarse con los grandes nombres gracias al poder que se ha ganado con su brutal éxito: de su ya famoso enfrentamiento con Spotify por los magros beneficios que recibía (retirando sus canciones durante tres años) a un choque similar con Apple por temas similares, o con Ticketmaster por la mala gestión de la venta de entradas de su gira. Ha puenteado a las majors de Hollywood distribuyendo su exitosísimo documental por su cuenta. Ha reinventado el arte de la promoción gracias a unas cuidadas ediciones físicas de sus discos. Independientemente de sus canciones, es todo un icono de la resistencia de los artistas mainstream frente al poder de la industria.
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